Se cumple en estas fechas un aniversario más de la firma del Pacto de Acero (alemán: Stahlpakt; en italiano: Patto d'Acciaio), un acuerdo político-militar firmado el 22 de mayo de 1939 en Berlín, entre los Ministros de Relaciones Exteriores Galeazzo Ciano por el Reino de Italia y Joachim von Ribbentrop por Alemania, establecimiento de una alianza belicista que derivará en consecuencias funestas.
Era una concertación entre quienes gobernaban dos países resentidos que se sentían derrotados, pues aunque Italia había participado en el bando de los vencedores durante la Primera Guerra Mundial, terminó traicionada por la Entente cordiale y perdió el Fiume en la paz.
El acuerdo debía entrar en vigencia para el año 1943, según demandas de la parte italiana, pero la estrepitosa derrota francesa de 1940 precipitaron una declaración italiana de guerra a Francia e Inglaterra adelantando los acontecimientos.
Las bases del acuerdo eran erróneas y no por la magnitud del enemigo que lograrían aglutinar en contra, sino porque se había construido sobre un extravagante imaginario ideológico que contenía ideas tardías de expansión imperialista y divagues racistas que conducían inexorablemente a la guerra.
Tampoco Hitler cumplió a pies juntillas el tratado, lo violó al invadir Polonia y con el pacto Molotov Ribbentrop.
El pacto de acero se derrite como cera cuando ante una inminente invasión de Italia por los aliados, en julio de 1943, Mussolini fue arrestado tras ser destituido por el Consejo de Estado. Un nuevo gobierno italiano, que resultó muy breve, firmó un armisticio con los aliados.
Todo ello para terminar de confirmar que toda Concertación o pacto finaliza con una derrota, y que cualquier ley puede ser derogada por los vencedores.
Los sucesos derivaron de negociaciones lideradas por el político Dino Grandi y por el rey Víctor Manuel III. El resultado final fue la caída del gobierno fascista después de 21 años, el encierro de Mussolini en el Gran Sasso y el consiguiente nombramiento por parte del rey de un nuevo jefe de gobierno, el mariscal Pietro Badoglio
El 10 de julio de 1943, simultáneamente, se produjo el primer asalto aliado a la fortaleza europea de los nazis. La reacción de Hitler fue inmediata. Italia fue invadida por su ex aliada Alemania y creado un nuevo gobierno italiano para el Duce, ya por entonces una marioneta en manos de Hitler. Un comando de las SS lo había rescatado de su reclusión para regresarlo al poder de la mano del ejército alemán.
Pero la sombra de la derrota ya se cernía con fuerza sobre los firmantes del pacto de marras. Gran parte del ejército italiano se mantuvo leal al rey, y en la región italiana ocupada por los nazis los partisanos iniciaron sus operaciones anti fascistas. Los nazis solo pudieron retardar el avance aliado en constante retirada.
Los cuatro principales involucrados en el Pacto de Acero partirían a rendir cuentas poco después. El primero fue Galeazzo Ciano, quien votó por la destitución de su suegro y fue fusilado en Verona, luego de una fallida huida a España interceptada en el espacio aéreo alemán.
Su esposa Edda Mussolini retrasó la ejecución varios meses, amenazando a su padre y al mismo Hitler con publicar el diario privado de su marido en plena guerra. A pesar de los esfuerzos de Edda, a quien se sumó la desertora de las SS Hilde Purwin, Ciano fue finalmente fusilado a principios de 1944.
Dice la historia oficial que Hitler se suicidó a principios de mayo de 1945, horas después de enterarse que el cadáver de Mussolini había sido colgado en Milán. Ribbentrop acabaría ahorcado en Nuremberg, al año siguiente.
Valga esta memoria para concertaciones, alianzas y pactos que hoy aún se arremolinan, levantan vuelo y se disuelven en otras latitudes, como hojas secas barridas por el viento otoñal. LAW
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