Todo el mundo habla de todo y todo el mundo comenta el bajo nivel que el sistema educativo español está dejando como herencia a las futuras generaciones. No es, por tanto, una opinión generalista, de alguno de los programas de radio o televisión. Primera causa la bajísima comprensión lectora de niños, adolescentes y ya jóvenes. Hemos aislado nuestra propia lengua UNIVERSAL, el castellano. Hemos creído que el universo entero someterá SU CONOCIMINETO al entendimiento de las múltiples lenguas romances, originarias de zonas o comarcas provinciales. Lenguas romances, base de culturas ricas por su origen y por su historia pero cuyo recorrido está, hoy más que nunca, muy limitado.
Parece que este tema o no interesa al gobierno o no es capaz de dar un PUÑETAZO SOBRE LA MESA y señalar por LEY que el “castellano o español” será la lengua oficial OBLIGATORIA en todas las esferas de la educación, de las actividades gubernamentales y de la vida social y cultural de los españoles.
Las lenguas de origen comarcal o regional deberían tener el rango de APRENDIZAJE VOLUNTARIO impartido en determinadas horas lectivas y NUNCA serían parte de la NOTA FINAL de los estudiantes.
La FILOSOFIA, la LENGUA, la LITERATURA, los CLÁSICOS tendrían carácter prioritario en todos los niveles de la formación. La formación PROFESIONAL formaría parte esencial a partir de determinado grado educativo. Las MATEMÁTICAS, la FÍSICA, etc., deberían ser parte esencial en determinadas especialidades, pero siempre enlazadas, en lo posible, con aquellas asignaturas básicas para la COMPRENSIÓN.
Nuestra LECTURA ACTUAL, degradada de inicio por el constante uso de móviles y tablets, pobrísima en contenidos y con “diccionario-vocabulario” muy pobre a la vez que desconocido, debería dar un vuelco, convirtiéndose en ASIGNATURA OBLIGATORIA.
Escuchar a niños, a jóvenes y, por desgracia a adultos, que, después de leer determinados textos, no son capaces de explicar el significado de muchas palabras, frases, incluso contenidos, es MUY SERIO y de obligatoria reflexión.
Creo, sinceramente, que, como dice el pueblo llano, “más vale un palo de joven que una ruina de mayor”.
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