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Todo el mundo habla de todo y todo el mundo comenta el bajo nivel que el sistema educativo español está dejando como herencia a las futuras generaciones. No es, por tanto, una opinión generalista, de alguno de los programas de radio o televisión. Primera causa la bajísima comprensión lectora de niños, adolescentes y ya jóvenes.
Tus pies son de la hierba, tus ojos, del mar, tu vientre de la tierra...
Este gobierno, que seguimos padeciendo, se caracteriza por la serie de chapuzas que vienen jalonando las diversas etapas por las que viene discurriendo. Cuando el TSJC, dentro de la legalidad y de la más estricta ortodoxia jurídica, decide que, en Cataluña, tanto su gobierno como las escuelas de toda la comunidad deben de ajustarse, como en cualquier otra parte del territorio nacional, a lo que queda diáfanamente explicitado en el artículo 3 de la Constitución Española.
El novelista peruano se hizo famoso al ganar el Nobel de literatura en 2010 y al año siguiente el título de marqués que le entregó el rey Juan Carlos I. Basándonos en esos galardones, el único mistiano miembro de la nobleza castellana ha querido reforzar sus intervenciones políticas. Estas, sin embargo, cada vez más reflejan el atraso, la altanería y la miopía política de los herederos del feudalismo monárquico peninsular.
Estamos en España ante lo que se podría calificar de un panorama desolador. Un gobierno aferrado a su enorme potencial de propaganda, que sigue ignorando lo que ocurre en el reino y que hace oídos sordos a cualquier aviso, protesta, reivindicación o propuesta de negociación que, de alguna manera, se pudiera interpretar como una llamada a rectificar su forma de gobernar el país.
Desde aquellos gritos de “a por ellos” en los cuarteles de la policía nacional y la guardia civil, con los que centenares de ciudadanos españoles despedían a las fuerzas de orden público como si se tratara de nuevos héroes en peligrosa misión de salvamento de una patria amenazada por unos individuos empeñados en hablar una lengua diferente al castellano, se ha extendido por la mayor parte de España una cierta malsana sensación hacia todo lo procedente de Catalunya.
Esta serie histórica está siendo grabada en los terrenos originales en los que se desarrollan los hechos con los que se intenta destruir una historia y un país. Como siempre, el “director” y el “productor” han pensado que lo más importante es la utilización de la lengua correcta, la que mejor sepa expresar la finalidad del proyecto.
En España, señores, hemos entrado de lleno en la época de los despropósitos gubernamentales, a precio de saldo. Parece ser que todo lo que se está organizando en esta nefasta etapa de entreguismo del país a quienes tienen el propósito de llevarlo al desguace, tiene un componente encaminado a trastocar los valores tradicionales de los que hemos gozado durante años.
Ya no sabemos a donde vamos a llegar, o que actitud debemos tomar, ante los constantes atentados a la lengua de Cervantes. Los españoles somos “o Juan… o Juanillo”. Nos estamos dejando invadir por la “modernidad” y nos parece que el castellano es un idioma de segunda división.
Son muchas las generaciones de españolitos que han sido educadas en el mismo, El lema franquista “una patria, una lengua, una espada”, o las pintadas “si eres español habla español” junto a la alquitranada foto de Su Excremencia en las fachadas de los años 40/50 vienen de lejos, durante mas de 300 años desde los poderes del Estado, especialmente desde la Corona de los Borbones, se ha venido atacando el uso de la lengua catalana, en todas sus variantes.Todo comenzó en 1714, con Felipe V y su Decreto de Nueva Planta.
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