Desde aquellos gritos de “a por ellos” en las puertas de los cuarteles de la policía nacional y la guardia civil, con los que centenares de ciudadanos españoles despedían a las fuerzas de orden público como si se tratara de nuevos héroes en peligrosa misión de salvamento de una patria amenazada por unos individuos empeñados en hablar una lengua diferente al castellano, se ha extendido por la mayor parte de España una cierta malsana sensación hacia todo lo procedente de Catalunya.
Una parte de la prensa española, afincada en Madrid, la llamada Brunete Mediática formada por El Mundo, ABC y La Razón, diariamente y ya desde la portada toca a zafarrancho de combate contra todo lo que huela a catalán o independentismo, especialmente desde que los votos d’ERC sirven para mantener en pie el Gobierno, de social-comunista se atreven a motejarlo alguno de estos medios de comunicación que saben que contar medias verdades o, sencillamente, mentiras sobre Catalunya es una manera de meter el miedo en el cuerpo a los dirigentes de la socialdemocracia ante una posible perdida de votos si se atreven a dialogar con los “separatistas” catalanes. Han vuelto a aparecer en las mentes de la gente aquellos viejos carteles que había a las puertas de los cuarteles de la Guardia Civil que sobre la bandera rojigualda declaraban “Todo por la patria”.
Los catalanoparlantes estamos sometidos a escuchar, en demasiadas ocasiones, algunas a gritos, que “estamos en España y aquí se habla español”, incluso en territorios donde el catalán también es idioma oficial. Médicos, policías, guardia civiles, camareros en Gandía, Peníscola, Aran, Barcelona, Olot, Andorra se han negado, muchas veces con una inmensa falta de educación, a atender a pacientes, clientes y ciudadanos por hablar catalán. Todo esto es parte de la mala educación que han recibido especialmente con el ejemplo de algunos políticos como Arrimadas, Casado o Català, por nombrar alguien de València.
Algunos de estos políticos miran TV3, en la antigua Canal 9 no les hacía falta y tampoco creo que les haga ahora en su sucesora A Punt, con el ojo avizor para denunciar cualquier cosa, lo que sea, incluso aunque no sea cierto. La derecha residual del PP, C’s y los representantes del fascismo recién llegados al Parlament tiene sólo dos objetivos: acabar con la inmersión lingüística y cerrar TV3, y a ello dedica denonadamente sus esfuerzos, a veces ante la mirada amable del PSC que se pone de costado para no tener que tomar decisiones en estos temas.
Ahora les ha venido como agua de Mayo lo ocurrido en el concurso “Atrapa’m si pots” donde el presentador Llucià Ferrer no dio como buena la respuesta de una niña que quería contestar en castellano. Arrimadas, el PP y el portavoz de la extrema derecha junto sus fieles mesnadas de Libertad Digital, el digital de Insa y Mediterráneo Digital han hecho acopio de conocimientos para titular hablando de “el summun del adoctrinamiento”, de “dictadura lingüística” o de “prohibición de hablar español a los niños”, Todo este episodio aventado por políticos en decadencia y su prensa afín es tan sólo una explosión de odio a un idioma con una literatura que nada tiene que envidiar a la española. Si ellos, también yo lo considero mio, tienen un “Quijote” nosotros tenemos un “Tirant” que es todo lo contrario del buen libro de Cervantes con un Alonso Quijano en pleno desvarío amoroso por una campesina mientras nuestro Tirant, guerrero y conquistador seducía a una princesa, Carmelina. Cuando era más joven yo decía que el Quijote como mucho era puro onanismo mientras en el Tirant se follaba.
Todo esto se hubiera evitado si todos, políticos y periodistas, se hubieran tomado la molestia de leer las bases del concurso, que se entregan a todos los concursantes, en las que se dice que “las respuestas dadas han de ser correctas y exactas, sin cambios o matices y en lengua catalana”. Que una niña de doce años, educada en catalán gracias a la inmersión lingüística, no sepa que “trigo” en catalán es “blat” y también “forment” en su versión del País Valencià, les tenía que hacer pensar a estos adalides del españolismo más visceral que las denuncias que están haciendo contra la inmersión no tienen sentido, al contrario, a mi como catalano parlante me preocupa que a los doce años una niña educada en catalán desconoce una palabra tan habitual como “blat”.
Algo está fallando, y no es cierto que el castellano está en peligro en los territorios donde se habla catalán, más bien es al contrario.
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