"Triunfar para mí, es poder respirar un poco de aire sin pensar en lo que pasará mañana. Muchas personas han perseguido estímulos por una vida que al fin de su viaje han dejado de vivir la mayoría de las etapas de la vida. Y no me refiero a que no esté de acuerdo con el triunfo personal, pero el mejor de los triunfos es existir como lo que somos, seres humanos con capacidad de amar, de sentir, de compartir… de vivir”. (Del libro El cáncer a veces es una sinfonía).
Roberto Salvador Loáisiga Méndez nació el 22 de julio de 1974 en Estelí, Nicaragua, hijo de Teodoro Loáisiga y Zoila Marina Méndez. Estudió en el Instituto José María Zeledón (ahora Guillermo Cano), Instituto Francisco Luis Espinoza e Instituto Walter Ferreti. A la edad de 15 años nació su pasión por la pintura.
En 1989 inicia a brindar talleres de muralismo en el barrio Oscar Gámez y en 1990, nace su pasión por la poesía, empezando a escribir sus primeros versos.
En 1993 se hace miembro de Facilitadores de Talleres de Muralismo, el 11 de febrero de 1994 culmina el curso de Plumilla, de la Asociación de Promotores de la Cultura APC, quien le otorgó un reconocimiento el 18 de mayo de 1995, por su participación en el Concurso de Poesía a Sandino, y en el mes de diciembre uno de la Biblioteca Pública Samuel Meza, por su participación como pintor muralista.
En 1996, obtiene un reconocimiento por la Comisión Municipal de la Niñez por brindar capacitaciones de muralismo, ese año es seleccionado para representar al país en Noruega como intercambio cultural con Nicaragua. En 1998 inicia un noviazgo con Johanna Castillo, en 1999 viaja nuevamente a Noruega y el 28 de noviembre de ese año recibe un reconocimiento de la Asociación de Promotores de la Cultura Monéxico.
En 2001 culmina su secundaria, ese año termina su noviazgo con Johanna, y se une al Colectivo de Muralista David Alfaro. En 2002 ingresa a la Universidad del Norte de Nicaragua UNN, para estudiar Periodismo, en marzo de ese año obtiene el primer lugar en un certamen de poesía, organizado por dicha alma mater.
En 2005, viaja a México y a Guatemala, donde fungió como maestro muralista y contexto social en los colegios rurales. Estando ahí sufre de un fuerte dolor en su rodilla, y tras unos estudios le es descubierto un tumor de células gigantes en la tibia, llamado Osteoclastoma, debido a ello se somete a una operación, pero una semana después el dolor se agudiza, deformando su pierna derecha.
Para seguir su tratamiento viaja a España en 2006, donde después de unos estudios los médicos le informan que no había nada que hacer, debido a ello, su pierna derecha es amputada. Sin embargo, fue algo que nunca desanimó a Roberto, regresó a su natal Estelí y siguió escribiendo y pintando con mucha emoción, “Quiero bailar con el cáncer, y no que el cáncer baile conmigo”.
En 2008 publica en Guatemala, su primer libro ReflexioNicas y otros rumores, en diciembre de 2010, recibe un reconocimiento del gobierno municipal de Estelí y en 2011 publica Entresijos del crepúsculo.
En junio del 2012 participa en la exposición de pintura popular de Nicaragua, y culmina el III Diplomado internacional en facilitación y Acompañamiento oportuno de Procesos de aprendizaje, ese año funda el Instituto de Arte Popular Roberto Loáisiga, posteriormente publica los libros: El cáncer a veces es una sinfonía y Prejuicio, memoria y olvido.
El 25 de enero de 2013, recibe un reconocimiento de la Jornada Cultural de Leonel a Darío, el 21 de agosto, uno del Ministerio de Educación de Estelí en el XVI Festival de Preescolares Formales y el 14 de diciembre de ese año, otro de la Asociación de Promotores de la Cultura APC, por brindar charlas de apreciación artística.
El 23 de abril de 2014, nace su hijo Gabriel Alejandro Loáisiga Palacios, fruto de su relación con Kelly Palacios, de quien se había separado, y el 19 de septiembre de ese año, obtiene su título de pintor educador en la Escuela Nacional de Artes Plásticas Rodrigo Peñalba.
En 2015 publica Léeme un cuento, aunque me duerma, ese año, con la intención de promover la poesía y otras disciplinas artísticas, crea el Primer Festival Popular de Poesía de Estelí, llevado a cabo a finales de ese año, donde reunió a más de 40 poetas durante tres días, siendo todo un éxito.
El 21 de abril de 2016, obtiene un reconocimiento por parte de la Universidad Tecnológica Centroamericana, de Honduras, ese año publica El libro de la historia de Tania, (inspirado en el poema “El libro de la historia del Che”, de Leonel Rugama) y posteriormente recibe un reconocimiento por parte del colectivo de mujeres pintoras de la tercera edad APANTE.
En 2017 se reencuentra con el amor de su vida Johanna, reanudando su relación. En julio de 2018, publica Te voy a cantar la noche: Cartas de un padre a un hijo, dedicado a su hijo Gabriel Alejandro, y en el mes de diciembre recibe un reconocimiento del Movimiento de Poetas y Escritores de El Rama.
En 2019 publica ¿Dónde en la tierra está Jessica Luna?, en febrero de 2020 recibe un reconocimiento de la Jornada Cultural de Leonel a Darío. En la primera semana de julio de ese año, su salud se complica y cae en coma, despertando el 19 de ese mes. El 22 de septiembre de ese año recibe un reconocimiento de parte de UNAN-Estelí y del Movimiento Estudiantil UNEN, en el mes de octubre publica Con amor y locura: Poemas de muerte, y contrae matrimonio con Johanna, y en el mes de diciembre es declarado Hijo Dilecto de Estelí.
El 20 de marzo de 2021, brinda un recital de poesía en honor al día de la mujer, en compañía de la cantante María Alfonsina en el Salón Los Muchachos, del Puerto Salvador Allende, de Managua, y en el mes de agosto, es nombrado Tesoro Humano de la Cultura Nicaragüense.
En marzo de 2022 publica el poemario OPUS. “Me dio por pintar, después de publicar mi libro, como que me molesta este encierro o sentirme inútil, por eso siempre quiero hacer cosas, aunque sea pintar”, expresó Loáisiga el día de su lanzamiento.
El 21 de abril de 2022, recibe un reconocimiento por parte del Festival Regional de Publicaciones Educativas ÍNDICE Nicaragua, y el 5 de mayo, uno por parte del Movimiento Cultural Leonel Rugama, quien le brindó un merecido homenaje con una gala artística.
En el mes de septiembre publica Poemas de amor para Johanna, dedicado a su esposa y amiga Johana Castillo, quien siempre estuvo a su lado en todo momento, lo que fue su último libro. “A Roberto lo conocí en el año 2019, nos reunimos para organizar la participación del colectivo literario Poetas de la Paz en el Festival de Arte y Poesía Popular que organizaba en Estelí. La primera impresión que tuve de él es que, desde su silla de ruedas, era un hombre que parecía sumamente serio. Pero cuando ya hablaba, sin sonreír mucho soltaba la mordaz observación o el comentario jocoso, es la agilidad de mente que tiene el poeta. Y ese año participamos del festival, y estuvimos con él, y aún más le conocimos su generosidad, nos dio de comer y dormir. Y vimos su gran labor en el Instituto de Arte Popular de Estelí, sus pinturas hiperrealistas, y las de sus niños, sus alumnos. A mí Roberto, me recuerda mucho a otro gran poeta de Estelí, Ciro Molina, igual que él confinado a la silla de ruedas, igual que él, humano profundamente humano y sensible, sentipensante”, expresó el poeta Camilo Membreño.
La salud de Roberto se complicó cada vez más a causa del cáncer que padecía, ya que el poeta dependía de dos tanques de oxígeno para respirar, finalmente debido a problemas respiratorios, muere el 10 de noviembre de 2022 a las 2:30 p.m. en su residencia, tenía 48 años, el Hijo Dilecto de Estelí, dijo adiós a un día de celebrarse su VIII Festival Popular de Poesía de Estelí. Fue sepultado en el Cementerio Señor de Esquipulas.
Sus últimas palabras fueron: “Nada de lágrimas, de qué llorar, hay que morir con las… bueno iba a decir con los pies en la tierra, pero, yo solo tengo uno, yo voy a morir con la bota puesta, yai, ¿cuál es el dolor?, nada, nada, con la bota puesta brother, ahí estamos”.
“Hablar de Roberto Loáisiga es hablar de hombre talentoso, directo, perseverante, innovador. Trabajar con Roberto era generar ideas nuevas, era chilear, escuchar anécdotas y tomar café. Fue triste su muerte, porque Roberto fundó y habilitó un espacio para jóvenes apasionados al arte, sobre todo a la poesía y las artes plásticas, dejándonos un gran vacío, pero a la vez un gran legado” expresó la poeta y locutora Jubelkis Urrutia.
“Roberto fue y es el ser humano más humano del mundo, un hombre que con su sonrisa ilumina la vida de muchos, de carácter fuerte, de ojos saltarines, lleno de amor para dar, pero también un corazón que no lo habría para cualquiera. Conocerlo fue la dicha más grande, pues con él conocí el amor, el dolor y sobre todo la pasión, esa pasión con la que se ama solo una vez”, expresó su esposa Johanna Castillo.
Roberto Loáisiga es considerado uno de los artistas más influyentes del Diamante de las Segovias.
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