Poesía de Rafael de León que me hubiera gustado escribir: “¿Por qué tienes ojeras esta tarde? ¡Dime amor! ¿Dónde has estado de madrugada, cuando busqué tu palidez cobarde en la nieve sin sol de mi almohada? Tienes la línea de los labios fría. Fría por algún beso de pecado. Beso que no sé quién te daría pero que estoy seguro que ten han dado. ¿Qué terciopelo negro te “amorena” el perfil de tus ojos de buen trigo? ¿Qué azul de vena o mapa te condena al látigo de miel de mi castigo? ¿Y por qué me causaste esta pena si sabes, hay amor, ¡tú bien lo sabes! que tú eres mi amiga. Porque decir te quiero, te quiero con la voz del agua y besar otros labios dulcemente no es tener fe, es encontrar la fuente que te brinda la boca enamorada. Un beso así no quiere decir nada. Es ceniza de amor, no lava hirviente. En amor, hay que estar siempre presente: mañana, tarde, noche y madrugada. Que cariño es, más potro que cordero. Más ceniza que flor. Sol, no lucero. Perro en el corazón. Candela viva, lo nuestro no es así, ¿a qué engañarnos? Lo nuestro es navegar sin encontrarnos, a la deriva amor, a la deriva”.
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