Según la Asociación Internacional para el Estudio del Dolor (IASP), el dolor es una experiencia sensorial y emocional desagradable asociada a una lesión real o potencial3. Un 32% de la población adulta española sufre algún tipo de dolor, aunque solo un 27% de la población está diagnosticada, sobre todo en personas entre los 45 y los 54 años de edad. Existen diferentes tipos de dolor, entre los que sobresale el dolor agudo y el dolor crónico. A diferencia del dolor agudo, que tiene una duración determinada, el dolor crónico persiste más de 3 o 6 meses y se constituye como una enfermedad en sí misma. Este último puede provocar consecuencias físicas, así como también psicológicas y emocionales. De hecho, Fátima Castaño, del Servicio de Psicooncología de MD Anderson Cancer Center Madrid, asegura que las personas con dolor crónico pueden padecer elevados índices de psicopatología, trastornos de ansiedad relacionados y trastornos del estado de ánimo.
“El dolor es una experiencia absolutamente subjetiva; por lo tanto, existen factores psicológicos como la tensión, la ansiedad, la tendencia a la anticipación del dolor o el miedo a sufrirlo que pueden afectar la experiencia de dolor. A veces pueden incrementarla, modularla o incluso disminuirla”, explica la experta.
Por este motivo, la psicooncóloga hace hincapié en la importancia que tiene la psicología y el abordaje integral y multidisciplinar en el tratamiento de pacientes con dolor crónico, como los afectados por un tumor, ya que la correcta gestión de esta tensión y ansiedad podría ayudar al paciente a convivir con el mismo. Desde el punto de vista médico, la Dra. Sara Arango, especialista de la Unidad de Dolor de MD Anderson Madrid, agrega que “el trabajo en conjunto con otras especialidades es ideal para elegir el tratamiento más adecuado para el paciente con dolor crónico”.
Según la experta, el ejemplo más claro es el abordaje del paciente oncológico que, además de lidiar con la enfermedad, puede experimentar dolores derivados de las propias secuelas o consecuencias psicológicas por su proceso oncológico.
La misión de cualquier tratamiento para el dolor crónico es favorecer la calidad de vida del paciente Ambas profesionales están de acuerdo en que los tratamientos para paliar el dolor no siempre son curativos, pero tienen como objetivo garantizar la mejor calidad de vida posible para el paciente. De hecho, algunos de sus pacientes logran normalizar su dolor, tipificándolo y aprendiendo a convivir con él. Sin embargo, es una tarea que requiere de tiempo, paciencia y mucho trabajo personal.
Según la Dra. Arango, convivir y aprender a sobrellevar el dolor no significa vivir mal, sino que “es un trabajo que depende de la actitud de los pacientes y yo intento transmitírselos mucho; animándolos a salir, a andar y, sobre todo, a disfrutar de su vida social si pueden, ya que moverse puede ayudar a enfocar la atención del cerebro en sensaciones más positivas y gratificantes”. Por su parte y desde el punto de vista psicológico, la psicooncóloga de MD Anderson Madrid agrega que “los pacientes que consiguen asumir su proceso terapéutico y esa capacidad de habituarse al dolor y disminuir la intensidad percibida pueden llevar a cabo muchas de sus actividades cotidianas”.
El papel de la familia del paciente oncológico y su entorno en la gestión del dolor
En cualquier enfermedad y, sobre todo, en pacientes que tienen o han tenido cáncer, la red de contención cumple un papel fundamental tanto en el tratamiento como en el enfrentamiento del dolor, ya sea familia, pareja, amigo o cuidador. En varias ocasiones, los pacientes oncológicos terminan tratando algún dolor persistente ocasionado por secuelas de las propias cirugías, de los tratamientos o del propio tumor. En este sentido, la Dra. Sara Arango comenta que, en la actualidad, el acompañante, familiar o cuidador, no es un agente pasivo que se mantiene callado durante la consulta, sino que debe participar activamente en todo el proceso de la enfermedad.
“Ya no solo tienes que mirar al paciente. Tienes que mirar a su acompañante porque las enfermedades no las padece solo el paciente, sino toda la gente que está a su alrededor. Muchas veces el paciente está nervioso, tiene mucho dolor, está un poco perdido y, en ese caso, el acompañante se vuelve indispensable para nosotros”, explica la experta.
Por otro lado, Castaño asegura que el acompañamiento por parte del entorno del paciente no solo tiene que ser activo, sino también debe mostrar empatía. Según la especialista, “cuanto más informados sobre la enfermedad estén los familiares y amigos del paciente, esto repercutirá positivamente también en el abordaje del dolor y, sobre todo, en su manejo”.
“Conocer la sintomatología y la experiencia de dolor del paciente es indispensable, ya que, si los acompañantes logran reconocer y entender su dolor, evitarán tendencias excesivas como, exigir o forzar al paciente o, al contrario, sobreprotegerlo”, finaliza la especialista.
|