Realizar un adecuado control de las cifras de tensión arterial, los niveles de colesterol y azúcar, así como el abandono de hábitos tóxicos como fumar y consumir alcohol forman parte de una correcta prevención del ictus, un accidente cerebrovascular que supone la segunda causa de muerte en España.
Así lo explica el doctor Juan Manuel Ceballos, neurólogo en el Hospital San Juan de Dios de Córdoba, quien remarca la importancia de tomar medidas dirigidas a controlar los factores de riesgo cardiovascular. Y es que, según explica el doctor Ceballos, entre los principales factores de riesgo de este episodio están la edad; la hipertensión arterial; la dislipemia o alteración de los niveles de lípidos en sangre; diabetes; tabaquismo y consumo de alcohol o presentar patología previa de origen cardiológico como la fibrilación auricular, microcardiopatías u otras relacionadas con alteraciones en la coagulación.
En lo que se refiere a la prevalencia “en general es más prevalente en hombres ya que el riesgo de sufrir un ictus está asociado a diferentes factores de riesgo que, dependiendo de la edad, son más frecuentes en el sexo masculino”, apunta el neurólogo, quien asegura que en los últimos años existe un aumento de casos “ligado a una mayor esperanza de vida, dado que la edad es un factor de riesgo inherente”. A pesar de esto, el doctor Ceballos añade que también en la población más joven “hemos podido observar cierto aumento del número de ictus, que podría estar en relación con los estilos de vida actuales (estrés, tabaquismo, consumo de alcohol etc)”.
En este sentido, el Hospital San Juan de Dios dispone de una consulta específica de valoración de riesgo cardiovascular en coordinación con los servicios de Medicina Interna y Cardiología. La importancia de la detección precoz
Al margen de la prevención, una vez se está sufriendo este accidente cerebrovascular, que implica la interrupción del flujo sanguíneo al cerebro, la detección precoz es fundamental para su tratamiento. Por ello, el centro de la Orden Hospitalaria cuenta con el Protocolo Código Ictus, que se actualiza anualmente según explica el jefe de Servicio de Urgencias y Medicina Intensiva, José Carlos Igeño.
“Este protocolo está diseñado para detectar un ictus desde el mismo momento en que el paciente entra en Urgencias o también si lo sufre estando ingresado en el hospital por otra patología. Ya en la atención inicial, durante el triaje, existen instrucciones precisas para hacer la detección inmediata y activar el Código ICTUS aunque solo se trate de una sospecha”, lo que conlleva la coordinación de los servicios de Urgencias, radiología y UCI durante todo el proceso hasta su confirmación, señala el doctor Igeño.
Para ello, y también a nivel del propio paciente, es muy importante identificar los síntomas que pueden alertar de estar sufriendo un accidente cerebrovascular como pueden ser la pérdida de fuerza en uno de los lados del cuerpo y el adormecimiento brusco de una parte del cuerpo como cara, brazo, mano o pierna, así como la dificultad para mover correctamente la boca, lo que popularmente se conoce como una desviación en la misma. La imposibilidad de expresar con palabras lo que se piensa, dificultad para comprender el lenguaje o la inestabilidad al caminar o la pérdida de visión, también pueden ser sintomáticos de estar sufriendo un ictus.
Valoración temprana en la recuperación
Dependiendo de la zona del cerebro dañada, las personas que han padecido un ictus pueden presentar dificultades de movilidad en una parte del cuerpo o bien ver afectada su capacidad de habla y comunicación, así como también otros aspectos que alteren sus capacidades cognitivas y sensoriales, como el control de esfínteres, la deglución, la sexualidad etc… Asimismo, pueden ser frecuentes las contracciones involuntarias con posturas anormales, espasmos o temblores, debido a la pérdida de fuerza muscular, lo que se conoce como espasticidad.
Por ello, señala la doctora Irene de Torres, médica rehabilitadora especializada en neurorehabilitación del Hospital San Juan de Dios de Córdoba, el paciente ha de ser evaluado de forma temprana, una vez estabilizado clínicamente, para reconocer todas las capacidades afectadas. “Esto permitirá darle información funcional y pronóstica, así como pautas posturales y actos favorecedores de la recuperación. La estimulación pronta de cada una de las habilidades será crucial para estimular la neuroplasticidad, fenómeno que permite la recuperación mediante la creación de nuevas conexiones entre las neuronas”, destaca la doctora de Torres.
El papel de los familiares, continúa la neurorehabilitadora, también es clave para la recuperación de estos pacientes “mantener al paciente motivado será beneficiosos para su recuperación y si los terapeutas le van formando en algunos aspectos y a sus familiares, estos últimos podrán ayudar con el acompañamiento en ejercicios sencillos”.
La experiencia de más de una década de esta doctora en la evaluación y tratamiento personalizado de las secuelas del daño cerebral está recogida en el libro Historias con alma. Cuando el daño cerebral te cambia la vida, donde reúne trece historias de superación diferentes y ahonda en las consecuencias de haber sufrido esta experiencia para entender el proceso rehabilitador.
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