Gladys Mugabe, de 69 años, vive con su hijo discapacitado en Harare Gardens, un conocido parque recreativo de la capital de Zimbabue, en una especie de receptáculo al aire libre con el que trata de mantener alguna privacidad. Imagen: Jeffrey Moyo / IPS
HARARE – En las calles de Zimbabue, las familias sin techo luchan por sobrevivir dependiendo únicamente de la mendicidad. Así es la vida de Gladys Mugabe, de 69 años, que vive con su hijo discapacitado en Harare Gardens, un conocido parque recreativo de Harare, la capital.
Durante décadas la economía de Zimbabue ha tenido malos resultados. Empezó en 2000 con la marcha de los agricultores blancos que concentraban la producción comercial, y el país ha vivido periodos posteriores de hiperinflación, que el Fondo Monetario Internacional calculó que alcanzó 172% en julio del año pasado.
La organización ISS África estima que dos de cada cinco zimbabuenses vivían en la pobreza extrema (con menos de 3,20 dólares al día) en 2019, y aunque se prevé que esta «tasa de pobreza de casi 45 % se reduzca a 20 % en 2043, 4,7 millones de zimbabuenses vivirán en la pobreza extrema en la actualidad».
Muchos, como Mugabe, sobreviven en espacios al aire libre que usan como una muy precarias viviendas sin techo, y parece que no tener hogar se ha convertido en una crisis perpetua.
Trynos Munzira, un vendedor de 43 años residente en Harare, cree que los sin techo se han instalado en la zona, haciendo inseguro para la gente normal como él visitar las calles y los parques.
«La gente de mi edad, los de 43 y 44 años, solíamos frecuentar los parques recreativos para pasar el tiempo, pero ahora es imposible porque los indigentes están por todos los parques, contaminándolos, y en los parques hacen sus necesidades en cualquier parte», dijo Munzira a IPS.
Otro residente de Harare, Nonhlanhla Mandundu, de 33 años, acotó: «No tienen retretes porque todos los de las ciudades son de pago, así que hacen sus necesidades por toda la ciudad y orinan en cualquier sitio».
La escasez de viviendas en Zimbabue se estima en 1,25 millones de unidades, lo que afecta a cinco millones de de personas, en un país con 17 millones de habitantes. Como resultado, más de 1,2 millones de zimbabuenses siguen en la lista de espera del gobierno para obtener una vivienda pública.
Pero esta lista no incluye a todos los que necesitan una vivienda, como es el caso de de David Paina, un huérfano que ahora tiene 21 años y que huyó de sus padres de acogida por malos tratos. Desde entonces, pasó a vivir en la calle en busca de mayor seguridad.
«Empecé a vivir aquí, en Harare Gardens, en 2012. Lo que me trajo hasta aquí fueron los malos tratos que sufría al vivir con personas que no eran mis padres. Solo pido ayuda a los que me quieren para que me vaya mejor en la vida», dijo Paina a IPS.
Sin embargo, las autoridades de Zimbabue no suelen ocuparse de la situación de los sin techo, incluidos casos como el de Palma o Mugabe.
«Dejé el Ministerio de Vivienda. Ya no se me permite hablar de estos temas», dijo a IPS July Moyo, actual ministro de Gobierno Local.
Mientras autoridades como Moyo eluden la rendición de cuentas, más de dos décadas después del programa de reforma agraria aquí, las familias sin techo se han convertido en un problema creciente en todos los pueblos y ciudades.
Algunos padres adolescentes y sus hijos también se encuentran en la calle. Aunque el método de su reubicación varía, con frecuencia sufren desahucios, van de puerta en puerta, encuentran alojamiento en casa de familiares y amigos y, finalmente, acaban viviendo en la calle, donde no tienen que pagar alquiler.
Baba Ano, de 19 años, cuenta que no hace mucho formó su familia en las calles de Harare. Con frío y calor, la vida de estas familias sin hogar es de una cotidianidad tan dura como incierta, pero no les queda más remedio que seguir adelante.
«Llegué aquí en octubre del año pasado. La lluvia me ha estado azotando todo este tiempo a la intemperie aquí. Hasta ahora, sigo viviendo aquí. Busco ayuda para el alojamiento. Mi hijo, que es discapacitado, se queda conmigo», dijo Mugabe a IPS.
No hay estadísticas oficiales del Ministerio de Bienestar Social que documenten el número de familias sin hogar. Las autoridades locales han reconocido la crisis de los sin techo que se ha apoderado de muchos zimbabuenses, pero no parecen tener respuestas preparadas.
«Es cierto que tenemos un problema de personas sin hogar en Harare: en Harare Gardens, Mabvuku Park, Budiriro, Mufakose, Mabelreign y otros muchos, todos estos parques han sido tomados por familias sin hogar. La gente vive en la calle y se levanta todos los días, rompe las tuberías para acceder al agua, cava agujeros en el suelo para atrapar agua para bañarse, y se bañan allí mismo», dijo a IPS el concejal Denford Ngadziore, del distrito 16 de Harare y de la opositora Coalición Ciudadana por el Cambio.
Stanely Gama, portavoz del Ayuntamiento de Harare, dijo: «Tenemos personas sin hogar que viven en parques como Harare Gardens, Mabelreign y Africa Unity Square. Siempre hacemos operaciones para sacarlos, pero no sabemos de dónde vienen, y cada vez que los sacamos, siempre vuelven. Se trata de un caso del que debe ocuparse mejor el Departamento de Bienestar Social del gobierno». Pero la falta de vivienda puede no ser el único factor que ha dejado sin hogar a muchos zimbabuenses, según los activistas de derechos humanos.
Algunos pueden ser exconvictos que luchan por reinsertarse en la sociedad.
«Las personas que permanecen en la calle o en parques recreativos son hasta niños que están solos y no pasan de 10 años. Algunos de los adultos sin hogar que viven en la calle son exconvictos que no han podido ser aceptados por sus familiares en casa, lo que les ha obligado a vivir en la calle y en parques recreativos porque no tienen adónde ir», explicó Peace Hungwe, fundadora de PeaceHub Zimbabwe, una organización que se ocupa de casos de salud mental en Harare.
Mientras las autoridades vacilan, Mugabe cuenta sus pérdidas.
«Donde yo vivía, vendieron la parcela y quemaron mis pertenencias en la casa en la que vivía. No se salvó nada de todo lo que trabajé para generar durante los últimos 25 años. Ahora no soy más que una don nadie; las cosas que ves aquí reunidas son mis únicas pertenencias en este mundo», se lamentó.
T: MF / ED: EG - Fuente: IPS
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