La compañía Becuadro Teatro, capitaneada por Julio Provencio, presenta en la madrileña sala Cuarta Pared 'Sollertinsky', una propuesta multidisciplinar que toma como punto de partida el Trío nº 2 de Dimitri Shostakovich, que además es interpretado en directo durante el espectáculo. Shostakovich dedicó esta composición a la memoria de su amigo Ivan Sollertinsky, musicólogo y profundo conocedor de la cultura de su tiempo, fallecido en 1944.
Con este montaje, Julio Provencio vuelve a apostar por una creación ambiciosa, explorando nuevos terrenos dramatúrgicos más allá del texto, con un espectáculo en el que música, teatro y movimiento dialogan en igualdad de condiciones. Para esta ocasión ha contado con un extenso reparto de nueve intérpretes, seis de ellos actores y performers, y tres músicos.
La amistad y el diálogo entre Sollertinsky y Shostakovich, reflejados en el recientemente publicado volumen epistolar La música bajo el Terror, sirven de trampolín a este montaje para poner el foco en la fuerza de la amistad, en la gestión de la pérdida y en la relación de los artistas con el tiempo y circunstancias que les toca vivir. A pesar de partir de la amistad entre estas dos personalidades rusas, la propuesta no habla directamente de Shostakovich ni de Sollertinsky, sino que se inspira en ellos para centrarse en temas como la amistad y la creación. De ese modo, al igual que en la relación entre ellos, en la propuesta de Becuadro Teatro hay alguien que muere y alguien que celebra, asistimos a un intercambio epistolar y además se escucha el trío que Shostakovich dedicó a su amigo Sollertinsky.
En escena, dos mujeres esperan al público para hacerle partícipe de un viaje: el improbable camino que va de la una a la otra. Siguiendo el rastro que ha ido dejando la ausencia de Marta, una amiga en común, van trenzando palabras, músicas y gestos, convocando a otros cuerpos con los que celebrar. El resultado es un proceso en marcha, donde los mensajes intercambiados dialogan con los intentos (a veces completos, a veces fallidos) por recorrer y dar sentido a ese camino que las separa.
Iván Sollertinsky fue un musicólogo ruso que entre los años 20 y 40 del siglo XX estudió la creación musical y escénica dentro y fuera de su país. Fue amigo y promotor de numerosos compositores y creadores de su época, entre ellos, y muy especialmente, Dimitri Shostakovich, con quien mantuvo una fuerte amistad y un continuo intercambio epistolar de casi dos décadas. Gracias al apoyo de Sollertinsky, Shostakovich mantuvo la fe y la energía en la composición a pesar de todos los obstáculos que le fueron poniendo a lo largo de su juventud. Y cuando fue Sollertinsky el que encontró esos obstáculos, Shostakovich le ayudó a mantener unas condiciones de vida dignas.
Tras la inesperada muerte de Sollertinsky en 1944, con solo 41 años, Shostakovich le dedicó el trío para violoncello, violín y piano en el que venía trabajando desde hacía unos meses. En este espectáculo, Sollertinsky casi no aparece, funciona como una inspiración, un paisaje de fondo, un sustrato emocional. Pero sin Sollertinsky, este espectáculo no existiría, del mismo modo que sin Sollertinsky, Shostakovich no habría podido ser el que fue (y viceversa).
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