El 22 de febrero se conmemora el Día Mundial de la Encefalitis, una enfermedad que, según datos de la Sociedad Española de Neurología (SEN), cada año padecen alrededor de 1.200 personas en España (2-4 casos/100.000 habitantes/año). La encefalitis puede afectar a personas de todas las edades, pero es más común en niños pequeños, adultos mayores y en personas con el sistema inmune debilitado.
La encefalitis consiste en la inflamación del tejido cerebral, que también puede afectar a estructuras próximas como las meninges (meningoencefalitis) o la médula espinal (mielitis o encefalomielitis). Al verse dañado el tejido cerebral, puede provocar una amplia variedad de síntomas entre los que se incluyen fiebre alta, dolor de cabeza, confusión, convulsiones, alteraciones del habla o del lenguaje, problemas de coordinación o debilidad muscular, cambios en el estado de conciencia, náuseas y vómitos, rigidez en el cuello o incluso coma.
A pesar de que es una enfermedad poco frecuente, su mortalidad continúa siendo elevada, al igual que lo es su morbilidad, ya que puede dejar importantes secuelas neurológicas como problemas de memoria, dificultades de aprendizaje, cambios en la personalidad o problemas motores. “Estamos ante una enfermedad que, aunque no sea muy habitual, sus consecuencias pueden ser devastadoras. La encefalitis tiene una alta tasa de mortalidad, estimamos que en España ronda entre el 5% y el 20% de los casos, pero que además puede dejar secuelas en más del 20% de las personas que sobreviven. Por lo tanto, la encefalitis es una emergencia médica y se debe buscar atención médica urgente ante cualquier sospecha", señala la Dra. Marta Guillán, Secretaria del Grupo de Estudio de Neurología Crítica e Intensivista de la Sociedad Española de Neurología.
La evolución de la encefalitis dependerá de la rapidez con la que se diagnostique y se trate, de la causa subyacente de la encefalitis y de la salud general del paciente. Por lo tanto, la clave para mejorar el pronóstico de la encefalitis es su detección y el tratamiento temprano ya que, algunos tipos de encefalitis tienen una mortalidad superior al 70% en caso de que no sean abordadas a tiempo. “En estos últimos años se han producido avances en los métodos diagnósticos, lo que nos ha permitido aumentar el porcentaje de casos en los que se identifica con claridad la causa que ha originado la enfermedad. Algo de especial importancia, ya que el tratamiento idóneo para cada caso depende en muchos casos de la causa subyacente”, comenta la Dra. Marta Guillán. “A pesar de ello, continúa siendo una enfermedad infradiagnosticada e infranotificada. Estimamos que en más del 40% de los casos no se obtiene un diagnóstico causal definitivo”.
Y es que existen múltiples causas de encefalitis, que tradicionalmente se clasifican en cuatro tipos: infecciosa, postinfecciosa, autoinmune o tóxica, siendo la encefalitis infecciosa la más común a nivel mundial. Por otra parte, diversas bacterias, hongos, parásitos o tóxicos pueden producir una encefalitis, pero los virus siguen siendo la causa más frecuente, entre los que destacan el virus del herpes simple, el Epstein-Barr, el VIH, el virus del Nilo Occidental (trasmitido por mosquitos), la enfermedad de Lyme (por garrapatas), la rabia, pero también por los de enfermedades como la gripe, la varicela, la polio, el sarampión, las paperas o la rubeola.
“En España, y gracias a la vacunación y a la higiene, hemos tenido la suerte de observar cómo, en las últimas décadas, los casos de encefalitis infecciosa han ido descendiendo progresivamente. Antiguamente, virus que causaban enfermedades que eran muy frecuentes, como por ejemplo el sarampión, las paperas o la rubéola, generaban anualmente muchos casos de encefalitis graves. Hoy en día, gracias a la inmunización, sólo lo hacen en personas no vacunadas y es esperanzador saber que la inmunoterapia es cada vez más eficaz en el tratamiento de estas encefalitis”, subraya la Dra. Guillán.
En todo caso, y a pesar de esta tendencia en nuestro medio al descenso de las encefalitis de causa infecciosa, se ha observado un aumento en el diagnóstico de los casos de encefalitis autoinmunes asociados a factores genéticos, ambientales y a otros factores como la contaminación o enfermedades virales previas. Actualmente, la tercera parte de todos los casos de encefalitis del mundo son de causa autoinmune, en las que el sistema inmunitario ataca por error proteínas del propio organismo, como receptores de neurotransmisores o proteínas de la superficie neuronal. Esto puede provocar la aparición de síntomas neuro-psiquiátricos como, por ejemplo, cambios de comportamiento, psicosis, convulsiones y déficits cognitivos y de memoria. Afectan a personas de cualquier edad y alguno de los subtipos aparece principalmente en niños y adultos jóvenes. “Además, las personas que ya han sufrido una encefalitis viral, por ejemplo, por un virus herpes, son más susceptibles de padecer posteriormente una encefalitis de causa autoinmune. Las vacunas, al evitar las infecciones graves, disminuyen nuestro riesgo vascular y por tanto nos ayudan a mantener una buena salud cerebral. Incluso existen ya estudios que relacionan una buena cumplimentación de nuestro calendario vacunal con un menor riesgo de otro tipo de enfermedades, como por ejemplo, demencias. Por tanto, insistimos en que vacunarse es cuidar de nuestra salud cerebral”, comenta la Dra. Marta Guillán.
Luego, desde la SEN, se insiste en recordar que la vacunación y las medidas de higiene, así como tomar medidas para reducir el riesgo de picaduras de mosquitos y garrapatas -sobre todo cuando se realizan viajes a algunas regiones del mundo- son las mejores herramientas para prevenir esta enfermedad. “Además, en caso de que se vaya a realizar un viaje internacional, recomendamos que se acuda antes a su centro de vacunación o consulte los centros de vacunación internacional de la página web del Ministerio de Sanidad. Allí también encontrará información sobre vacunas de interés para viajes internacionales como la de la encefalitis centro europea, la encefalitis japonesa, la polio, la rabia, el tétanos, la fiebre amarilla y se le explicará quién debe vacunarse, cuándo y cómo hacerlo”, destaca la Dra. Marta Guillán.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) también ha notificado reciénteme cómo el cambio climático, con sus olas de calor o frío, inundaciones o sequías, repercute directamente en la distribución de los organismos que transmiten enfermedades infecciosas. El cambio climático no solo fomenta la contaminación de las fuentes de agua dulce, sino que incrementa el riesgo de enfermedades transmitidas por el agua y por los organismos trasmisores de enfermedades que afectan al sistema nervioso: borreliosis (encefalitis transmitida por garrapatas), encefalitis del virus del Nilo Occidental, fiebre del valle del Rift, el dengue o el chikungunya, entre otros. En España, el Observatorio de Salud y Cambio Climático recoge herramientas de análisis, diagnóstico, evaluación y seguimiento de los efectos del cambio climático en la salud pública y en el Sistema Nacional de Salud.
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