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¿Qué Acorn? Yo no sé nada de ninguna organización llamada Acorn

Kathleen Parker
Kathleen Parker
martes, 29 de septiembre de 2009, 06:30 h (CET)
WASHINGTON - Mientras todo el mundo en Washington finge de repente que nunca ha oído hablar ni de refilón de ACORN, puede que también quieran fingir que nunca han escuchado hablar del SEIU, uno de los sindicatos más grandes del país.

La Asociación de Organizaciones Comunitarias por la Reforma Ya (ACORN) y el Sindicato Internacional de Trabajadores de la Sanidad (SEIU) están tan metidos en el mismo aprieto como Heidi Klum y un par de vaqueros nuevos.

No se puede pensar en una cosa sin la otra.

Tampoco se puede hablar de ninguna de las dos organizaciones sin mencionar a Wade Rathke, co-fundador de ACORN y fundador del SEIU Local 100 en Nueva Orleans. Rathke, que dimitió el año pasado de su puesto en ACORN como "director organizador" después de que saliera a la luz que su hermano malversó casi 1 millón de dólares en fondos de la organización, sigue dirigiendo la rama Local 100 así como ACORN International, rebautizada hace poco como Organizaciones de la Comunidad Internacional.

El imperio de la justicia social que levantó Rathke es tan vasto que tiene más de hidra que de hombre. Nueve cabezas piensan sin duda mejor que una cuando se están organizando comunidades en 12 países por lo menos. Mientras que Rathke y ACORN habrán hecho sin duda mucho bien por los pobres en el país y el extranjero, parece más probable que el contribuyente estadounidense viniera colaborando sin saberlo en actividades de sindicalización y promoción de objetivos políticos a través del chiringuito de diversos intereses montado por Rathke.

Como irónica noticia al margen, el debate de la reforma sanitaria de América podría detenerse no a consecuencia de que los Republicanos del Senado exijan una auditoría (qué mundanos) sino a consecuencia de un simple ejercicio de deducción iniciado por la visita a ACORN con cámara oculta protagonizada por un proxeneta y una prostituta con disfraces de Halloween.

Guionistas, destapen sus bolígrafos. Sólo por diversión, tenga presente este nombre: Rod Blagojevich.

Ahora dibuje un triángulo. En una esquina está ACORN; en la otra el sindicato SEIU; la tercera es el contribuyente. Ahora dibuje flechas que van y vienen, representando intercambios de pasta gansa y los servicios que paga.

Aunque varias agencias del gobierno financiaban a ACORN para ayudar a los pobres a convertirse en votantes y propietarios de viviendas, la organización ACORN de Rathke creó SEIU Local 100 (Louisiana, Arkansas, Mississippi y Texas) y SEIU Local 880 (Illinois, Indiana y Kansas). A su vez, el sindicato SEIU extendía cheques a nombre de ACORN que financiaban actividades políticas y organizaciones sindicales, según las declaraciones juradas de los que han levantado la liebre de ACORN. En el año 2008, el sindicato SEIU y la organización Cambio para Triunfar, una coalición de organizaciones sindicales, donaron a ACORN 1.729.462 dólares según los registros financieros sindicales presentados al Departamento de Trabajo.

Para dejar las cosas claras, ACORN y el sindicato SEIU son dos caras de la misma moneda. Rathke en persona se refería al SEIU como "uno de los pilares de la familia de organizaciones de ACORN" un 9 de junio del año 2007 en un comentario del blog. Este perogrullo era sabido desde hace mucho tiempo entre los colectivos conservadores, pero Washington no había prestado ninguna atención hasta la fecha.

De repente, ACORN es tan popular como un estornudo en un autobús lleno de gente. El Presidente Obama, que hace tiempo representaba a ACORN como abogado y ayudaba a formar a sus organizadores, decía a George Stephanopoulos en la cadena ABC que en realidad tampoco presta tanta atención a ACORN. El Representante de Massachusetts Barney Frank, defensor de ACORN desde hace muchísimo tiempo, se ha dado prisa en aclarar su desaprobación hacia la organización -- después de que un miembro de su gabinete y él hicieran declaraciones contradictorias acerca de su opinión de las propuestas de cortar la financiación a ACORN.

El Congreso ha aprobado cortar la mayor parte de esa financiación; el Censo y la agencia tributaria han cortado los vínculos con el colectivo; los departamentos de Vivienda y Desarrollo Urbano y Hacienda han abierto diligencias.

Y en un golpe de estupidez, los ya infames proxeneta y prostituta que en el video pedían a los trabajadores de ACORN que les ayudaran a montar un tinglado de prostitución adolescente son objeto de una demanda que les acusa de grabar de manera ilegal a los trabajadores de la organización sin su permiso.

Tantas preocupaciones -- y acusaciones de fraude electoral cometido a instancias de ACORN - podrían terminar palideciendo en comparación con la traición a la confianza del público en los organizadores fruto de la mezcla evidente entre dinero del contribuyente y financiación sindical, por no hablar de posibles acciones de presión e intimidación.

Apenas la semana pasada, el Kansas City Star informaba que dos organismos del estado que actuaban en virtud de una petición del sindicato SEIU pretendían identificar a todos trabajadores sanitarios internos que se ocupaban de los ancianos y los discapacitados. Después de las denuncias, el estado reconocía que no tenía ninguna obligación legal de proporcionar la información y dejaba de ayudar al SEIU. La sindicalización no es un deber del estado, huelga decirlo. Y no hablemos de la invasión de la privacidad.

No hay que ser matemático para imaginar lo que significaría una opción pública de la sanidad para un sindicato en busca de nuevos reclutas que le paguen la filiación. El SEIU, que prometía "luchar con uñas y dientes" por la opción pública, es manifiestamente convincente. En Illinois, el ex Gobernador Blagojevich (gracias por su paciencia) ayudó a posicionar al SEIU de forma que pudiera sindicalizar a los trabajadores de la sanidad cuando firmó una orden ejecutiva que permite la negociación del contrato colectivo. El SEIU mostró su agradecimiento por adelantado convirtiéndose en el mayor donante con diferencia de la campaña de Blagojevich, donando 1,8 millones de dólares en total a sus dos campañas a la gobernación.

Eso es organización de la comunidad y lo demás son tonterías.

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