“Oh, Rafah, dolorida Rafah!
Dolor de refugiados y de hogares derrumbados, dolor de bicicletas aplastadas por los tanques y de casas acribilladas a balazos…”
Así comienza un poema que Rachel Corrie escribió en Gaza en 2003, pocas semanas antes de morir aplastada por una excavadora militar israelí de fabricación estadounidense, mientras ella y otros miembros del Movimiento de Solidaridad Internacional (ISM, por sus siglas en inglés) intentaban pacíficamente evitar la demolición de una vivienda palestina.
Las palabras de Corrie adquieren una sorprendente relevancia en un momento en el que Israel planea una invasión terrestre de Rafah, donde se estima que alrededor de 1,4 millones de palestinos se encuentran refugiados tras huir de los continuos bombardeos israelíes que han matado ya a más de 32.000 personas, y en un momento en el que la hambruna —estratégicamente impuesta por Israel— acecha y mata a los niños y niñas de Gaza.
Rachel Corrie murió el 16 de marzo de 2003, tres días antes de la invasión estadounidense de Irak. Tenía 23 años y estaba a punto de graduarse de Evergreen State College, una universidad pública de artes situada en su ciudad natal de Olympia, en el estado de Washington. Corrie viajó a Gaza para convertir su idealismo en acción y solidarizarse con los palestinos que viven bajo la ocupación israelí. Lo que vio allí la conmovió profundamente.
Ante las cámaras, en un testimonio que más tarde se incluyó en un documental de 2005 titulado “Death of an idealist” (Muerte de una idealista), Corrie expresó: “He estado aquí alrededor de un mes y medio y esta es, sin duda, la situación más difícil que he visto en mi vida. Durante el tiempo que llevo aquí, han disparado y matado a varios niños y niñas. El 30 de enero, las fuerzas militares israelíes destruyeron los dos pozos más grandes de Rafah y arruinaron así más de la mitad del suministro de agua de la ciudad. Aquí, día por medio —si no todos los días— se demuelen viviendas”.
El activista Tom Dale estaba con Rachel cuando la mataron. Esta semana, 21 años después de la muerte de la joven, Dale conversó con Democracy Now! y recordó así lo sucedido: “Una excavadora se dirigió hacia la casa del doctor Samir Nasrallah. El doctor Samir y su joven familia eran amigos de Rachel. […] Ella se colocó entre la excavadora y la casa, como lo habíamos hecho tantas veces antes y, de hecho, como lo habíamos hecho ese mismo día más temprano. El conductor de la excavadora siguió avanzando y finalmente Rachel perdió el equilibrio, cayó al suelo y fue como si hubiera sido succionada. Murió de una manera espantosa”.
Devastados por la pérdida de su hija, los padres de Rachel, Craig y Cindy Corrie, se comprometieron con la causa que le costó la vida a la joven. Crearon la Fundación Rachel Corrie por la Paz y la Justicia, para promover la paz en Gaza y otras regiones. Craig y Cindy también intentaron obtener justicia ante los tribunales tanto de Israel como de Estados Unidos. Para ello, presentaron demandas contra el Ejército israelí y contra Caterpillar, la empresa fabricante de la excavadora, pero no tuvieron éxito.
Durante la entrevista que mantuvieron esta semana con Democracy Now!, Craig y Cindy Corrie reflexionaron sobre la ocupación, el asedio y la guerra en curso en Gaza, un lugar que han visitado varias veces, siempre corriendo algún riesgo personal. Cindy recordó su visita a Rafah de septiembre de 2003: “Fuimos a la casa de la familia Nasrallah y comimos un almuerzo maravilloso sentados en el suelo. Nos llevaron al lugar […] exacto adonde estaba Rachel cuando la mataron”.
Craig Corrie contó que el farmacéutico Samir Nasrallah y su familia están actualmente tratando de escapar de Gaza hacia Egipto: “Esa familia hizo todo lo posible para conservar esa casa. Finalmente se vieron obligados a abandonarla y algunos miembros de la familia pasaron por otras siete casas. Ahora nos enteramos de que quieren irse de Gaza. Después de 21 años de intentar conservar su hogar, su vida, su futuro y su pasado en Gaza, ahora quieren, al igual que tanta otra gente, sobrevivir y escapar de allí”.
El padre de Rachel añadió: “En este momento tenemos que mirar a los palestinos y escuchar sus voces de manera directa. […] Mientras Israel continúe codiciando las tierras y las casas del pueblo palestino, no habrá paz ni en Israel ni en Palestina, y tanto israelíes como palestinos vivirán en peligro”.
Rachel Corrie era una talentosa escritora. El 27 de febrero de 2003, poco más de dos semanas antes de morir, Rachel le escribió a su madre: “Estoy siendo testigo de este genocidio crónico e insidioso y tengo mucho miedo […]. Esto tiene que parar. […] Venir aquí es una de las mejores cosas que he hecho en mi vida. Así que, cuando parezca que estoy loca, o cuando las fuerzas militares israelíes rompan con su tendencia racista de no herir a las personas blancas, por favor atribuyan la razón al hecho de que estoy en medio de un genocidio, al que de alguna manera indirecta doy apoyo y del cual mi Gobierno es en gran medida responsable”.
Algunas calles de Palestina llevan el nombre de Rachel, al igual que un centro infantil en Rafah. El poeta palestino Mohammed Abu Lebda, que de niño vivía cerca del lugar donde mataron a Rachel, dijo a Democracy Now!: “Todas las personas en Gaza, pero especialmente en Rafah, conocen a Rachel Corrie; […] porque ella intentó transmitir un mensaje de vital importancia, el mensaje más importante del mundo, que es el de la paz”.
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