Las texturas, ya sean visuales o táctiles, son el alma de los espacios. Son un elemento fundamental capaz de cambiar por completo la percepción de un espacio. Eva Mesa, cofundadora del estudio de interiorismo Tinda´s Project, considera que son esenciales para añadir profundidad, calidez y personalidad a sus proyectos.
La clave, según la interiorista, es incorporar y experimentar con texturas tanto en revestimientos y pavimentos, como en textiles y elementos decorativos. Eva Mesa explica la importancia y cómo aplicarlas de manera efectiva en cada una de estas áreas.
Revestimientos: creando dimensiones visuales
Los revestimientos de paredes y techos son elementos clave en la transformación de un espacio. Los paneles de madera aportan calidez y naturalidad, mientras que los azulejos con acabados texturizados como los que simulan la rugosidad de la piedra, añaden confort y modernidad. La textura de los ladrillos vistos, por ejemplo, puede transformar una habitación fría en un refugio acogedor y rústico.
Eva Mesa recomienda el uso de papel pintado con texturas en relieve, así como trabajar la madera para crear efectos únicos, como el cepillado o tallado. Incluso recuperar o utilizar paredes de ladrillo o piedra para dar vida a un espacio aburrido y convertirlo en algo vibrante y lleno de carácter.
Pavimentos: la base del confort
El suelo es el lienzo sobre el que se establece el resto del diseño. Una textura como la madera envejecida añade una sensación de historia y durabilidad, mientras que el mármol pulido sugiere elegancia y lujo. Los pavimentos con texturas rugosas o antideslizantes aportan seguridad y un toque industrial.
La versatilidad de los pavimentos, con sus infinitas opciones de texturas, permite crear ambientes acogedores y elegantes. Desde la madera de roble o nogal, hasta una variedad de cerámica y porcelanas con relieves y efectos visuales espectaculares. Las alfombras y moquetas, con también infinidad de opciones, añaden textura adicional para un mayor confort.
Textiles, el toque humano
Los textiles son el punto táctil por excelencia. Las tapicerías de lana, los tejidos suntuosos -acogedores y blanditos- o el cuero son ideales para ambientes lujosos y acogedores, mientras que las cortinas de lino y algodón consiguen aportar un extra de frescura. Los tejidos de bambú consiguen reflejar un estilo más rústico. Un sofá de tejido suntuoso invita a relajarse, unas cortinas de seda aportan sofisticación y los cojines o mantas con texturas especiales pueden ser la clave para personalizar un espacio.
Elementos decorativos, detalles que importan
Los detalles decorativos, como esculturas, lámparas o marcos de cuadros, ofrecen una oportunidad para incorporar texturas únicas. El metal envejecido añade un toque industrial, mientras que el pulido aporta un estilo contemporáneo. Las esculturas y obras de arte con superficies texturizadas, como cerámica o madera tallada, suman profundidad visual, y la cerámica pintada a mano un aspecto artesanal. Las plantas y flores, por su parte, añaden una textura viva y orgánica a los espacios.
La textura es un componente esencial en el diseño de interiores; cada elección cuenta una historia y añade capas de interés al espacio. Cuando se usan de forma adecuada pueden transformar un lugar frío y genérico en uno cálido y lleno de vida, lo que las convierte en un recurso valioso para diseñadores y amantes de la decoración.
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