El asunto de los menores extranjeros debe ser abordado en el marco de la estrategia estatal de desinstitucionalización, una de cuyas líneas es el fortalecimiento del apoyo integral en los procesos de emancipación de estos chicos y chicas. Resulta igualmente urgente provocar un cambio en la mirada de la sociedad hacia este fenómeno. Las migraciones de niños y jóvenes son percibidas hoy como amenaza, por lo que el reparto entre Comunidades Autónomas se plantea más bien como un modo de aliviar una carga indeseable.
Es hora de empezar a pensar que, bien gestionado, el apoyo que hoy se ofrezca a estos adolescentes para una buena integración en la sociedad y en el mundo laboral repercutirá en beneficios para toda la población. No es un problema, o no solo, de recursos. Se trata simplemente de empezar a hacer bien las cosas.
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