La glosa del nuevo lema de la monarquía, “Servicio, compromiso y deber”, ocupó una parte no menor del discurso del Rey con motivo del acto conmemorativo de los diez años de su coronación, en el que insistió en lo que significa “ser coherente con los compromisos asumidos”. Una coherencia que “es base de la integridad” y que “implica ser fieles a nuestros compromisos y valores en todas nuestras decisiones y actos; implica esforzarse en escuchar, en discernir lo que es correcto de lo que no lo es, y en actuar de forma responsable con ese discernimiento, asumiendo incluso el coste personal que ello pueda conllevar”, dijo. Ideas que expresan el sentido de la ejemplaridad que debe regir cualquier actuación pública institucional.
Como destacó el presidente de la Conferencia Episcopal, monseñor Luis Argüello, en su mensaje enviado al Rey con motivo de este décimo aniversario, “el servicio de Su Majestad a España y a los españoles, que realiza con generosa dedicación y entrega, sirve para reforzar los vínculos entre todos y la unidad de nuestra nación y para señalar las necesidades y preocupaciones que afectan a nuestra sociedad y que, juntos, debemos atender”. Me parece conveniente tenerlo en cuenta estos días que algunos parece que prefieren ignorarlos.
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