Pasear a un perro es una de las actividades más comunes y placenteras tanto para los tutores como para sus mascotas. Sin embargo, la elección del material adecuado para estas caminatas es crucial para garantizar el bienestar del animal. Durante muchos años, el uso de collares ha sido la norma para controlar a los perros durante los paseos. No obstante, recientes estudios científicos y veterinarios han puesto de manifiesto los riesgos que estos dispositivos pueden suponer para la salud física y mental de los perros.
Impacto físico del uso de collares en el cuello del perro
El cuello de un perro es una de las zonas más sensibles de su cuerpo, lleno de estructuras vitales como la tráquea, la tiroides, los vasos sanguíneos y las vértebras cervicales. El uso prolongado de collares, especialmente aquellos que ejercen presión sobre el cuello, puede causar una serie de problemas de salud.
1. Daños en la tráquea y en el sistema respiratorio
Uno de los problemas más comunes asociados con el uso de collares es el colapso traqueal. Este es un problema especialmente prevalente en razas pequeñas, pero puede afectar a cualquier perro. El colapso traqueal ocurre cuando la tráquea, un tubo flexible que permite el paso del aire a los pulmones, se aplana debido a la presión constante ejercida por un collar. Esto puede llevar a una tos crónica, dificultad para respirar y, en casos graves, a una reducción significativa de la calidad de vida del perro.
2. Lesiones cervicales y dolor crónico
La presión constante en el cuello también puede provocar daños en las vértebras cervicales, causando lesiones que pueden derivar en dolor crónico. Según estudios veterinarios, los collares pueden generar microtraumas en los músculos y ligamentos del cuello, lo que, con el tiempo, puede llevar a problemas de movilidad, rigidez en el cuello y dolor persistente. Además, estos daños pueden ser difíciles de diagnosticar, ya que los signos de dolor pueden ser extremadamente sutiles en nuestros compañeros de cuatro patas.
Consecuencias psicológicas del uso de collares
Además de los problemas físicos, el uso de collares puede tener un impacto significativo en la salud mental de los perros. Los collares, especialmente aquellos que están diseñados para corregir el comportamiento mediante el dolor o el malestar, pueden causar un estrés considerable en los animales.
1. Estrés y ansiedad
Los perros tienen una necesidad de olfateo muy pronunciada por naturaleza, y deberían poder satisfacerla en sus momentos de paseo. De este modo, si combinamos el uso del collar con una correa corta, lo cual suele ser habitual, el perro se verá forzado a tirar de la correa para alcanzar las esencias que le resultan interesantes. Esto se traduce en una presión constante en la zona del cuello, que, prolongada en el tiempo, puede producir incomodidad y provocar problemas como estrés y ansiedad en el animal.
2. Asociación negativa y reactividad
Otro efecto psicológico importante es la asociación negativa que los perros pueden desarrollar hacia el paseo o hacia ciertos estímulos, como otros perros o personas. Como comentábamos, cuando un perro experimenta dolor o malestar repetidamente debido al uso de un collar, puede empezar a asociar el paseo con esa sensación negativa, lo que puede llevar a comportamientos de evitación, miedo o incluso a presentar respuestas reactivas. Esto complica aún más la tarea de cubrir las necesidades del animal, afectando negativamente su calidad de vida.
Alternativas más seguras para pasear a los perros
Dada la evidencia científica que respalda los peligros del uso de collares, es importante considerar alternativas más seguras y cómodas para pasear a nuestros perros. Los arneses son una de las opciones más recomendadas por veterinarios y especialistas en comportamiento animal.
Beneficios del uso de arneses
A diferencia de los collares, los arneses distribuyen la presión de manera más uniforme sobre el cuerpo del perro, evitando la concentración de fuerza en el cuello. Esto no solo protege las vías respiratorias y las vértebras cervicales, sino que también permite un control más seguro y eficaz del perro durante el paseo. Además, los arneses pueden ser una herramienta excelente para entrenar a los perros a caminar correctamente sin tirar de la correa, utilizando métodos respeutosos con la especie.
Pero, ¿vale cualquier arnés?
Hay una gran variedad de arneses en el mercado, y es importante escoger uno que se adapte a las necesidades de nuestro compañero.
Lo primero a tener en cuenta, es que ha de ser un arnés que respete la movilidad del hombro del animal. Para asegurarnos de esto, descartaremos los arneses que tengan una tira totalmente recta en el pecho del perro, pues limitan el funcionamiento habitual de la articulación del perro.
Ejemplo de arnés en Y, que recibe su nombre por la forma de las tiras en el pecho del perro
En su lugar, optaremos por arneses en Y o en H, que son los que garantizan que el animal pueda moverse de la forma más similar posible a cómo lo haría si no llevase puesto ese arnés. Además, nos fijaremos en que ninguna parte del arnés le roza en zonas tan sensibles como el cuello o la axila.
El arnés no debe rozar en la zona de la axila, y la tira de atrás debe recaer sobre la zona de las costillas
Un consejo extra: las correas largas
Como hemos mencionado anteriormente, los perros son rastreadores innatos, y el olfateo es una de las actividades más importantes en su día a día. Para la comodidad del tutor y del animal, los educadores caninos respetuosos vienen recomendando el uso de correas largas, con una longitud mínima de tres metros, para garantizar que el perro puede oler cómodamente durante los paseos.
Existen modelos fabricados en materiales como el PVC, que es resistentes al agua y no resbala en el contacto con la piel, al contrario de lo que acontece con las famosas correas extensibles.
Novedades de la Ley 7/2023
La nueva ley de bienestar animal prohíbe el uso de collares de ahorque, de descarga eléctrica y de castigo, reconociendo los peligros que estos dispositivos representan para la salud y el bienestar de los perros. Aunque algunos dueños podrían ver esta prohibición como una restricción, es, en realidad, una medida para promover prácticas más humanas y seguras en el manejo de nuestros compañeros animales.
Ejemplo de collar de castigo
El uso de estas herramientas ha sido ampliamente estudiado y se ha demostrado que puede aumentar significativamente los niveles de estrés y ansiedad en los perros. Un estudio publicado en la revista Applied Animal Behaviour Science reveló que los perros entrenados con métodos aversivos, como los collares de ahorque, mostraban niveles de cortisol, la hormona del estrés, significativamente más altos que aquellos entrenados con métodos positivos. Este estrés crónico no solo afecta el bienestar emocional del perro, sino que también puede tener efectos adversos en su sistema inmunológico, haciéndolos más susceptibles a enfermedades.
Entonces, ¿desechamos totalmente los collares?
Dado el impacto negativo que el uso de collares puede tener en la salud física y mental de los perros, el uso de este material debería limitarse a portar la chapa identificativa del animal, un elemento esencial para garantizar su seguridad en caso de extravío. La chapa identificativa, que deberá ser insonora para proteger el oído del animal, permite que, si el perro se pierde, pueda ser rápidamente devuelto a su hogar. Sin embargo, durante el paseo, el uso de arneses debería ser la norma, garantizando así que los perros disfruten de una caminata segura y cómoda.
Las chapas identificativas de silicona suelen ser completamente silenciosas
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