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Como buen demócrata que siempre me han enseñado a ser, hace tiempo decidí “luchar” contra las injusticias que se cometen a diario y a todo nivel, especialmente en países como el nuestro que se amparan bajo la sombra de la impunidad, pues, como sabemos, la justicia no cumple los objetivos para los que fue creada, convirtiéndose fácilmente en cómplice de aquellos que, de una u otra forma, infringen las leyes. Entonces, la pregunta que muchas gentes se hacen es: ¿y ahora quién podrá defendernos? Aunque este tema de lo mal que funciona la justicia es ya muy repetitivo, las quejas de la ciudadanía van destinadas a que se les escuche, a la esperanza de que se les oiga, y así poder solucionar sus problemas. Las actuales mayorías que legislan en España no lo hacen a favor del pueblo que los eligió, lo hacen única y exclusivamente en su propio beneficio y en busca de la impunidad para aquellos que, alevosa, fraudulenta y descaradamente han transgredido las leyes. El ciudadano español está harto de la aprobación de leyes ridículas e inmorales que insultan a la naturaleza y a la inteligencia del ser humano, y que son incompetentes, injustas y rozan la barbarie.
Gracias al cantautor vegano Txua me enteré de esta iniciativa, de la que no tenía idea (como de muchas otras cosas) porque ando metida la cabeza en la escritura de varios libros y no he salido para tomar aire en tiempo. Sólo ahora (y un poco adelante otro poco más) salgo para presentar mi libro La Bella Revolución, edición definitiva (La Tortuga Búlgara) en FNAC San Agustín de Valencia, el 4 de octubre a las 19:00 h.
Dos películas “El capitán” y “El salto”, describen de una forma certera y muy realista el sufrimiento y la tragedia que hoy rodea a quienes, huyendo del hambre y la miseria de sus países de origen deciden abandonar su tierra africana y sus familias, por encontrar en “El Dorado europeo” el fin de su desventurada vida.
Si la mentira se apropia del Gobierno, comenzando por la cabeza, su Presidente, un país comenzará a ir a la deriva, empujado por las aguas turbulentas que buscan su espacio con la brutalidad de las tormentas. Sabemos lo que es la política nacional e internacional, complejo de intereses compartidos y llenos de contradicciones, pero sólo las revoluciones, si miramos la historia, han sido las “casi” capaces de corregir esa marea podrida que destruye sin compasión.
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