Un 17 de septiembre de 1861 tuvo lugar la batalla de Pavón, determinante para que se hiciera dueño del poder en Argentina Bartolomé Mitre, calificado como un gran filántropo y connotado benefactor del Paraguay por la senadora Celeste Amarilla.
En curiosas declaraciones, la legisladora también afirmó que Juan Manuel de Rosas, exiliado en Inglaterra desde 1852, ofreció un puente de plata al Mariscal Francisco Solano López, en medio de una guerra que iría a iniciarse cuando el "Restaurador" ya llevaba doce años alejado del poder y sobreviviendo en una modesta granja de Southampton.
Con respecto a Pavón, la definición a favor de Mitre se debió cuando menos a una actitud claudicante del General Justo Urquiza, considerado hasta ese día adalid de la Argentina de tierra adentro, a la que defendía de las codicias aduaneras portuarias.
Tal vez cansado de derrotar a Buenos Aires militarmente, para terminar siendo vencido por los argumentos políticos y económicos del opulento establishment reinante en el Puerto, el frustrado Urquiza decidió acomodarse y abrir paso a un nuevo orden que, al contrario de lo que opina la Senadora Amarilla, terminaría siendo funesto y luctuoso para el Paraguay.
Desde el arreglo de Pavón, Urquiza dejó de conspirar y se concentró en llenar sus bolsillos, dejando librados a una infeliz suerte a los caudillos y gauchaje que defendían las provincias del interior mediterráneo argentino.
Estos defensores del interior argentino (Peñaloza, Varela, Sáa, Chumbita, Salazar y un largo etcétera) eran los verdaderos aliados naturales del Paraguay.
Apenas tres días después de Pavón, Mitre recibirá por vía epistolar la famosa sugerencia de no ahorrar sangre de gauchos, perpetrada por Sarmiento. Alberdi había plasmado que gobernar era poblar, pero Mitre decidió empezar por despoblar y con el aval intelectual del genial sanjuanino. Sus coroneles lanzaron con saña su campaña de limpieza étnica y aniquilación sobre el despreciado mestizaje, abandonado por un líder nacional devenido primero en condotiero y finalmente en privilegiado proveedor de ganado y caballos al otrora enemigo.
En los planes de las potencias europeas, que supervisaban atentamente todo, y obtenían descomunales ganancias merced a la complacencia portuaria, no figuraba la nacionalización aduanera.
Los vínculos de Buenos Aires con el imperio inglés fueron determinantes para sellar la trágica suerte del bando federal, y como no es difícil comprender, también la del Paraguay.
Mitre, cuyo principal consejero era un ministro inglés que ya había participado en la destitución del presidente Santiago Derqui, se comprometió en una alianza contra natura con el Brasil imperial, en los hechos una monarquía europea reinante en América.
En países como México, por esos años Benito Juárez aún luchaba contra un aventurero emperador francés, Maximiliano Hasburgo, pero la élite en ciertas repúblicas sudamericanas no se ruborizaba por sus compromisos con imperios de ultramar.
Rosas, al contrario de lo afirmado por la Senadora Amarilla, no ofreció nunca un puente de Plata a Solano López. Eso sí, el 17 de febrero de 1870, dispuso el legado de su sable a Francisco Solano López en un documento donde afirmaba seguir el ejemplo de José de San Martín.
La alegoría de legar un sable, se entiende, es antagónica a la de ofrecer un puente de plata, más aún si se acompaña de un elogio a la "firmeza y sabiduría" de López como se lee en el escrito dictado por Rosas.
Algunas verdades históricas pueden omitirse deliberadamente pero solo para demostrar que subsisten en la memoria, se trata apenas de lo que alguien llamó olvidos llenos de memoria. Y demuestran cuánta verdad encierra una frase de Borges en Everness: Sólo una cosa no hay, es el olvido. LAW
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