Me creía envuelto en un sueño y resulta ser una pesadilla la que le toca vivir a esa enfermera “antivacunas” que trabajaba en pediatría y según los medios en su centro y ante los padres hacia el amago de vacunar a los niños; se dieron cuenta de que pinchaba, pero no inyectaba y hoy a los dos años lo denuncian. La Fiscalía pide 7 años y medio de cárcel por dejar sin vacunar a 404 niños en 20 meses entre 2021 y 2022; dos años y medio por delito continuado de daños a menores y el resto de la condena delito continuado de falsedad documental al registrarlos como vacunados. Inhabilitación laboral mientras dure la condena y pagar a Osakidetza 26.764 euros por las vacunas desechada mas las nuevas y 5.382 euros por el costo operativo. Solicitan una multa de 18.240 euros.
El Servicio Vasco de Salud y el Colegio de Enfermería se han adherido a la solicitud de penas de cárcel e inhabilitación presentadas por la Fiscalía. La acusación particular ejercida por 42 familias afectadas añade los delitos de malversación y lesiones solicitando 20 años y medio de cárcel.
Según el artículo en la prensa del 6 de octubre de 2024 por la Sala de la Audiencia Provincial de Bizkaia pasarán como testigos más de 70 personas entre familiares de los niños, trabajadores del centro de Kabiezes (Santurtzi-Santurce) que coincidieron con la acusada y responsables epidemiológicos y médicos de Osakidetza: “Queda por definir los importes que pedirán las 42 familias de niños personados en la causa como indemnización a la enfermera antivacunas en concepto de responsabilidad civil”.
Con inusitada puntualización se evalúan unos hechos clínicos al calordel multicorporativismo y sin visos atenuantes de motivación intencional humanitaria y acción pasiva. Se han dado casos de parecida intención humanitaria, pero de acción activa para muerte de ancianos en fase decrépita.
En su parte científica los resultados de los tratamientos son desde inciertos y cambiantes en el tiempo hasta beneficiosos o fatales, dándose casos que lo que hoy se creía eficaz a los años se demostró perjudicial y en su día se dieron condenas y exenciones injustas: algunas ejecutivas por rebeldía e inacción y otras quedaron impunes a pesar de causar víctimas graves por negligencia y excesos en recetar ciertos medicamentos, como ejemplo Talidomida en su día.
¿Quién puede dudar de que desde su información y experiencias conocidas trataba de evitar perjudicar a esos niños? nadie debería con una persona que no esconde la cara a la prensa a la salida del juzgado. En base a la experiencia de resultados conocidos en uno y otro sentido tras 18 años de servicios en Osakidetza demuestra tener profundas convicciones médicas. Una persona de estas características no pone a riesgo su situación personal pudiendo evitarlo. Quizás al negarse a vacunar y amenazarle con perder su puesto de trabajo, pidió excedencia o ejercitar objeción de conciencia y actuó así porque se la negaron...pienso. Si así fuera ¿no es un delito de abuso de poder, doblegar el derecho a ejercer la voluntad moral de las personas? ¿No sirve esta atenuante? ¿se sabe todo de ella? ¿le entrevistó la prensa antes de publicar el reportaje o una vez más ponen el foco solo en el platillo “formal” y normal de la balanza? Seguro que aplicándose con igual celo en el otro platillo descubrirían una noble intención primera y la posible acción forzada contra su conciencia; descubrirían el infierno que le estarán haciendo pasar a un ser humano por la amenaza de 20 años de cárcel, por haber desobedecido normas injustas (presuntamente) por ser contrarias a su conciencia siendo este un derecho recogido en la ley…..¡Qué diferente mirada tendrían las partes denunciantes si tuvieran estas consideraciones, más basadas desde la conciencia que desde la conveniencia!
La conciencia se crea con una u otra orientación moral desde la información que vamos recogiendo. Es individual cuando discernimos tras haber trabajado en cribar una y otra vez esa información hasta quedarnos con lo que resuena en sintonía con nuestro sentir basado en experiencias vividas con atención. Es grupal cuando nos dejamos llevar por el acomodo mental y social de una forma de pensar mayoritaria y “moderna” que nos llega principalmente de los medios de comunicación, más dados a adoctrinar y alinear el pensamiento a su interés.
Entiendo el delito de falsedad documental hacia unos padres plenamente concienciados de la bondad e imprescindibilidad de esos medicamentos para preservar la salud de sus niños, que al enterarse de que están indefensos les produce ansiedad e inseguridad. ¿Cuántas negligencias médicas y praxis contrarias al Juramento Hipocrático y “Non nócere” llevan a cronificar enfermedades y multiplicar la creciente estadística de iatrogenia médico-hospitalaria cargándolas a la cuenta de los usuarios del servicio público de salud y no del profesional señalable que continua con su empleo y sueldo?
Si se midiera con el mismo celo tantos y tantos casos con resultado fatal para miles de víctimas reales, ¿dónde quedaría el de esta enfermera rebelde con causa y causante de 404 “víctimas” ni siquiera potenciales ya que no hay evidencia científica ni se puede demostrar de manera inequívoca y objetiva el riesgo de contraer la enfermedad si no se inocula la vacuna correspondiente.
Ya preparan para poner sobre la mesa del juzgado todos los elementos objetivos de los hechos punibles para juzgar los delitos cometidos por esta enfermera de pediatría. También la larga lista de quienes testificarán en su contra, no en el juzgado de Barakaldo con el juez natural que le corresponde y desde donde se ha llevado la instrucción, si no: “El juicio contra esta enfermera antivacunas se celebrará en la Audiencia Provincial de Bizkaia dada la relevancia de las penas que se solicitan”. No entiendo una justicia que evalúa desde la pena solicitada y no desde las consecuencias de los hechos punibles.
Siempre y en todo momento estará ausente de esa Sala su intención que para su conciencia y la de esos humanos afines al noble impulso humanitario y coherencia profesional de esta valiente mujer, es lo que más cuenta, no para este caso sino para todos los actos de la vida y de quien entiende respetarla.
Con toda la polémica desatada a nivel mundial con el tema de las vacunas, ¿que escucharán esos padres hoy “lesionados” que demandan indemnización proporcional a la petición de condena, cuando sus hijos al leer el amarilleado y viejo recorte de prensa se enteren de adultos que sus padres pedían 20 años de cárcel para una enfermera rebelde obediente a su conciencia y “obligada” a vacunar evitándolo hacer con la intención de no lesionarles cuando eran niños?
Denuncias tan severas ante delitos de conciencia sin consecuencias lesivas, son fruto de una falta de reflexión desde el corazón sobre unas causas en que la mente, por las razones que sean, se niega a razonar. Salvando la envergadura por el hecho de la sentencia a muerte de un gran Hombre, hace 2000 años el móvil del delito fue el mismo: rebeldía en coherencia a Su conciencia.
La capacidad de dañarnos entre humanos no tiene límites y la falta de barreras provoca que nos vayamos resbalando más y más hacia ese precipicio relacional
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