Hay frases contundentes que quedan agarradas a alguna parte del cerebro y que nos llevan, como un olor, al pasado, rellenándonos de emociones al revivir aquellos momentos. Una de ellas era la que soltaba un macarra de mi barrio, el Fernan, cuando decía: "se está rifando una hostia y tú tienes todas las papeletas". Me fascinaba por la manera de comunicarle a alguien que se estaba enfadando, y me aterraba, a la vez, el hecho de pensar que en algún momento yo pudiera ser el beneficiario de la rifa, porque el Fernan no era un hombre de palabras huecas, cuando advertía y no se le hacía caso, la colleja acababa cayendo y, con ella, un guiño al refranero: "el que avisa no es traidor", que es un “te lo dije” de manual. Y todos sabíamos que su justicia era legal, que, dentro de sus códigos, se conocían sus intenciones, anticipando los actos, como una consecuencia lógica y natural de lo que iba a suceder si no se ponía remedio.
La vida está llena de rifas y, cuando participamos en ellas, siempre tenemos alguna posibilidad de obtener lo que se sortea. A más papeletas, más porcentaje. Y no me refiero a jugar a la lotería, que también, me refiero a cualquier acción que se realice, intencionada o no. Que te esfuerces más en tus estudios, que entrenes con más dedicación, que hagas las cosas con corrección o que sigas los cánones establecidos no te garantiza que logres lo que pretendes, pero sí que te da más posibilidades de alcanzarlo. Y sucede en todos los ámbitos de la existencia, no se dejen engañar por las tazas “Mr. Wonderful” con esos mensajes tipo “si lo intentas de verdad, lo lograrás”, porque en el fondo parece que, si no alcanzas tu objetivo, es por tu culpa.
Nadie puede garantizar nada en la vida, pero sí que se pueden mejorar las circunstancias para intentar que las condiciones en las que se desarrollen tus pretensiones sean las adecuadas. Y en esas andamos en este comienzo de curso repleto de caos y tan lejos del ideal.
Porque en España, en octubre, y con la excepción de Galicia, no se sabe todavía en qué consistirá el nuevo examen de acceso a la Universidad que tendrán que pasar 300.000 estudiantes. Aquí, el profesorado y el alumnado, a pesar de sus quejas, no tienen claro qué priorizar en una prueba que dirimirá su futuro. Y estas serían causas más que suficientes para que el Fernan advirtiera del comienzo de su rifa.
Como esto no se agilice, tenemos muchas papeletas para el guantazo final en junio. Entonces, y espero equivocarme, recordaremos el doloroso “te lo dije”.
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