Reivindicamos hoy el papel de la mujer en la historia, en la ciencia y en el mundo laboral, destacando figuras pioneras, principales en Historia y Ciencia, cuando no científicas, sí mecenas del arte y las ciencias al servicio de la ciudadanía, sobre todo de los más pobres, siendo el caso de la fundadora del Hospital de las Cinco Llagas: Catalina de Ribera y Mendoza.
El Hospital lo crea una mujer para mujeres y en esta institución se curaron, enseñaron, trabajaron y se promocionó a la mujer para que pudiera defenderse en el mundo laboral y en la vida.
Al lado de médicos, como madre mayor, enfermeras o como enfermeras postulantes o tituladas, ayudantes de farmacia, matronas, etc., la mujer en el Hospital de las Cinco Llagas, realizó en el tiempo, casi todos los trabajos que realizaron los hombres, pero de una manera menos conocida, más discretas, la labor de los hombres ocupaba los puestos principales, aunque la madre mayor, inmediatamente por debajo en jerarquía, venía a tener casi tanto peso como el administrador del Hospital en cuanto a la gestión y gerencia de la labor realizada y dirigida a las mujeres, madres e hijas, enfermas o educandas.
Es bonito y necesario reivindicar la labor de la mujer en una entidad que fue ejemplo a nivel mundial de beneficencia, hospitalidad, medicina, enfermería, farmacia, pionera en trabajo social y un largo etc. En tiempos de doña Catalina de Ribera, el Hospital no era ni sombra de lo que llegó a ser. Se reducía a un espacio escaso para una enfermería con quince camas, una cocina una zona para amasar el pan y otra para lavado de ropa y poco más. Lo gestionaba un clérigo, que hacía de Administrador, Capellán y Secretario; y, además, había una matrona, una cocinera, una panadera y una lavandera. Las enfermas recibían visitas médicas del físico cirujano y un boticario elaboraba las medicinas que remitía al incipiente hospital.
Entre 1535-1539, el Marqués de Tarifa D. Fadrique Enríquez de Ribera, amplía la dotación y el nuevo Hospital, que se abre el día 5 de marzo de 1559. Además de ser una extraordinaria obra arquitectónica, era uno de los mejor dotados sanitariamente de la época. A partir de aquí toda la entelequia que ideó Catalina de Ribera se va materializando, va creciendo en amplitud física y en labores pías y sanitarias, la burocracia crece y los procedimientos han de ser regulados con mayor detalle, tal y como consta en las diferentes constituciones y en los libros de actas y visitas.
El Hospital de las Cinco Llagas fue más que un centro benéfico asistencial sanitario, puesto que asistía a mujeres pobres enfermas, siendo su enfermedad curable, aunque lógicamente pudieran producirse fallecimientos. Tenía, además, otras laboresasistenciales y obras piadosas, entre las cuales estaba la labor asistencial consistente en dar de comer a los pobres que acudían a sus puertas e igualmente tenían habilitado un torno, símbolo de clausura; y un torno, en el que también se entregaban niños indeseados, que no se quedaban en la institución, eran remitidos a las instituciones pertinentes.
También se atendían con el tiempo, también a hombres, ya fuesen clérigos o seglares; y a soldados y a dementes, ya en época contemporánea.
Del Hospital, como una filial saldría, por ejemplo, el Manicomio de Miraflores, ya en la última etapa de la institución debido a la dedicación de sor Úrsula, Hija de la Caridad; y no en vano, en frente del Hospital se erigió el Asilo Colegio Hogar de San Fernando (frente a su fachada O) y el Hogar Virgen de Los Reyes (frente a la fachada E), cuyas rectoras eran igualmente Hijas de la Caridad, así como en el Orfanato de la Calle San Luis, en el Hospital de San Lázaro, etc.
En cuanto a las mujeres del Hospital y su trabajo de servicio a las mujeres más débiles, pobres y enfermas, además de la gestión del patronato tripartito formado por los priores de Santa María de las Cuevas, San Jerónimo de Buenavista y San Isidoro del Campo; del trabajo del cura capellán administrador y de los sacerdotes del Hospital, del médico, cirujano, farmacéutico, etc., del trabajo de profesionales masculinos, está también el trabajo de profesionales femeninos, son las madres del Hospital, las hijas, las enfermeras, etc.
Constituían toda una organización a cuya cabeza estaba la madre mayor, la gerente femenina del trabajo y tareas que realizaban las mujeres. No es una organización paralela, puesto que su cabeza también es el administrador del Hospital, pero es como si constituyesen una sub-administración del trabajo de las mujeres en el Hospital.
Son mujeres de ciencias, entre otras cosas, pues se ocupan de las enfermas, de las enfermerías, de la prevención de riesgos morales y laborales; se encargan de ayudar al médico y al cirujano. Son enfermeras, profesionales de la sanidad femenina. Son “madres”, es decir mujeres al frente de la educación, formación y disciplina de otras que la documentación llama “hijas”, que son sus pupilas, sus alumnas, sus ayudantes, sus colaboradoras. Aprenden con ellas y se formarán para que puedan ser sus compañeras en un futuro; o para que aprendan todas la tareas necesaria para ser madres de familia o para tomar estado como religiosas.
Desde el principio, desde 1500, Catalina de Ribera pensó y puso en marcha toda una organización, para Sevilla, en Andalucía, en España; y, sin pretenderlo, también para el mundo, por la proyección que tuvo el Hospital en temas de sanidad, siendo igualmente el origen del Trabajo Social como profesión.
Son científicas, en ciencias puras y en humanidades, con la distancia que impone el tiempo, estamos ante profesionales de la enfermería, de la psicología, del Trabajo Social, especializadas con el tiempo, en las distintas ramas de la medicina.
En estas tareas sería clave el patronato de las hermanas Ana y Juana Núñez Pérez, que asientan y promocionan una actividad que se venía realizando desde 1500: la formación de la mujer, preparándola para su futuro, para su independencia, para la vida laboral, familiar o religiosa.
El Hospital es un camino, una escalera de perfección, quienes pasan por él van ascendiendo, de una u otra forma peldaños en esa “escala” o “escalera” que lleva al Cielo, entendiéndose que se proyectan no solo profesional, sino humanamente, espiritualmente, contribuyendo a mejorar la sociedad y trascendiéndose a sí mismas, por medio de su trabajo, del servicio a los más indefensos, siguiendo normas profesionales y religiosas, que las hacen fuertes para afrontar situaciones extremas, de riesgo.
Son las GEOS espirituales y sanitarias de la Edad Moderna y Contemporánea, grupos especiales operativos de la sanidad y la seguridad, en un Hospital con jurisdicción exenta, directamente dependiente de Roma e independiente de cualquier príncipe civil o eclesiástico.
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