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​“Acorralado”, dicen

Antonio Carrasco Santana, Valladolid
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sábado, 19 de octubre de 2024, 19:24 h (CET)

Dice la prensa, al menos la no afecta al régimen (como es sabido, pseudomedios en su mayoría, fábrica de bulos y máquina del fango), que el Gobierno, con su presidente a la cabeza, está acorralado por la corrupción, por una parte, y por el ultraje, la ignominia y la traición, por la otra. Para avalar lo primero, se informa, por ejemplo, sobre el rápido ascenso social de la esposa del presidente, muestra señera del empoderamiento de género reinante, gracias, sin duda alguna, como es patente, al esfuerzo personal, a la impecable trayectoria profesional y a las innegables capacidades intelectuales y comunicativas de Gómez, que diría algún periodista amigo, que evidencian una independencia y un “haberse hecho a sí misma” dignos de encomio. Estos mismos pseudomedios de comunicación critican, asimismo, con enorme desfachatez, la aptitud y el genio financiero del hermano del presidente —modelo de ahorro para las familias “españolas”—, que ha sido capaz de amasar una pequeña fortuna en tiempo récord, multiplicando sus ingresos de un modo extraordinario, fascinante y misterioso (parece ser, aunque no está contrastado, que tiene el don de la bilocación), además, con las bendiciones de la Agencia Tributaria, siempre entregada a hacer justicia con los ricos, entiéndase, a justiciarlos para que la abundancia se redistribuya solidariamente.


Los mismos repugnantes tabloides dicen que no solo la familia tiene cercado al presidente, sino también algunos de sus íntimos colaboradores en el pasado, destacando en este ámbito el exministro de Transportes, señor Ábalos, a la sazón exsecretario de Organización del PSOE. Dicen las malas lenguas digitales que este señor, secundado por su íntimo asistente, Koldo García —hombre de confianza otrora, según dicen, del mismísimo presidente del Gobierno y del actual secretario de organización del PSOE—, de contrastadas capacidades sociales, políticas, físicas y económicas (no hay mejor universidad que la calle, más a la puerta de un club), ha tenido aparentemente, según cuentan, un comportamiento, digamos, disoluto: viajes frecuentes al Caribe y gastos injustificados, ritmo de vida muy por encima de sus posibilidades (todo envidia), amante en nómina, negocios turbios con mascarillas inservibles o inexistentes, importadas por no se sabe quién, ni de dónde, pero religiosa y generosamente pagadas a Koldo y a amistades por diversos ministerios, regiones y empresas públicas, todos progresistas…


No tengo ni idea de cómo acabará todo, pero, por experiencia, sé que, cuando cualquier tipo de estructura da recurrentemente problemas, suele ser por fatiga de materiales, por una conservación defectuosa, incompetente o insuficiente (véanse Renfe y Adif) o por ambas circunstancias. Por tanto, no es descabellado mirar al señor Aldama, al parecer, jefe de mantenimiento de Ferraz y de Moncloa (no sabemos si supervisado por algún Rodríguez), al que, a lo mejor, le viene grande el cargo, a pesar de los espléndidos honorarios que, según se está viendo, se ha adjudicado. De lo que estoy convencido es de que la única relación del señor Ábalos con las mascarillas fue la de la necesidad. ¿Acaso cabe pensar que el ministro podría acudir al aeropuerto de Madrid a cara descubierta, por las bravas, a frenar valientemente la entrada de la vicepresidente venezolana, con esa cantidad de maletas que portaba, que diríase que planeaba quedarse a residir en nuestro país? No, hombre, no: el ministro tenía que acudir precisamente con Koldo y Aldama para que le proveyeran de mascarillas para actuar como merecía la ocasión, cual guerrero del antifaz, para salvar a España de una crisis diplomática de dimensiones planetarias. Por cierto, ¿cómo se puede criticar que quien acudiese a impedir las supuestas intenciones de entrar en España de la señora vicepresidenta venezolana fuera el señor Ábalos y no el señor Alvares? ¿Pero Ábalos no era ministro de movilidad y de lo que se trataba es de que doña Delcy no se moviera? ¿Y qué decir de los encuentros sentimentales, siendo un personaje de tanta relevancia? ¿No justifican la fama, el recato y el decoro actuar como un amante bandido, portando máscara? Pero, nada, oye; ¡qué poca vergüenza, todo, culpa de Sánchez!


Desde luego, no hay más que maledicentes fangosos. Hasta se atreven a atacar al presidente tachándolo de traidor a España (nada menos) por pactar con Bildu la Ley de Memoria Democrática, la Ley de Seguridad Ciudadana y la reforma de la Ley Orgánica 7/2014, de 12 de noviembre, sobre intercambio de información de antecedentes penales y consideración de resoluciones judiciales penales en la Unión Europea. ¿Habrase visto? Cuando lo que pretende el presidente, a todas luces (no con opacidad, como dicen la prensa y los políticos cenagosos), es la concordia, el pacto, el encuentro, el entendimiento… ¿O acaso tendrá que repetir veinte veces que ha cambiado de opinión respecto a lo de no pactar nada con Bildu?


¿Acorralado, dicen? Pero, ¿cómo va a estar acorralado nuestro presidente si es el dueño del corral, si es capaz de que todas las ovejitas, las interesadas, las convencidas y las negligentes voten al unísono la excarcelación prematura de los héroes vascos (estos sin mascarilla), que ahora sugieren que la Ley de Partidos Políticos sería aplicable para la ilegalización del PP y de VOX (será que incluye un artículo que incluyen como causas la incompetencia y la torpeza)? Además, si lo de la esposa es un no caso, lo del aeropuerto es un no encuentro, si colaborar con la justicia es un no declaro y poner querellas por prevaricación al juez, si los autos de la Audiencia Provincial de Madrid son un no revés a los querellantes, porque son claramente no desfavorables a ellos, si el fiscal general del Estado tiene la condición de no investigado por el Supremo, si la Ley Orgánica 7/2014 ha sido no modificada diez años después, puesto que es “literal a” sí misma, aunque distinta…, no es difícil colegir que nuestro presidente, evidentemente, es un no acorralado, un no antidemócrata, un no autoritario, un no opaco y un no corrupto y los miembros de su Gobierno, unos no vasallos, unos no siervos, unos no cautivos, unos no insinceros, unos no bienmandados ni unos no dóciles.

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