Querido Señor:
Hay veces que, uno cuando decide escribir, no, por no tener a quien escribir, siempre lo hay. Simplemente que, en esta ocasión me embarga una sinrazón de saber que le echo de menos y porque no le he escrito antes, pero dada la tesitura y postura en estos instantes, me veo obligado en trazar estas líneas y pedirle un SOS en toda regla.
Yo sé que tiene muchos evangelizadores por todo el mundo. Concretamente también los tendrá en mi querida España. por ello le suplico e invoco de todo corazón que, envíe a uno de estos, solamente para evangelizar a uno.
Aquí en esta España, desde donde le escribo tenemos a un jefe de gobierno que nos está llevando a una total ruina y decadencia dominante, no con ello, cualquier día tendremos que echarnos las culpas de lo que pueda pasar, incluso de no haberle escrito antes. Aunque, a decir verdad, este jefe del gobierno, no le hace caso a nadie. Su egocentrismo, avaricia y mezquindad y sórdida traición, yo sé que, con toda su sabiduría, las conoce y estará al tanto de todas sus miserias, incluso, yo las llamaría, engaño a su juramento, bueno, decir juramento serían palabras mayores, el cual, ha dejado su dignidad si es que la tuvo, escondida en su ególatra persona.
Señor mío, no le pido nada malo para este, aunque podría concertarle alguno. Dadas sus misericordias e indulgencias en tanto perdón para buenos como para malos, le pido de rodillas por si tiene a bien le envié a este prototipo y dechado individuo a un embajador suyo aquí en la tierra, solamente para que le dé un coscón como muestra de lo que le pueda venir.
No os olvidaré. Las distancias materiales no nos alejan cuando la fe en Jesús y el amor de Dios nos mantiene unidos en el abrazo interior del Espíritu Santo. Adiós, hasta siempre, Señor Mío.
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