Miguel Ángel Díaz Pintado lo tiene claro. No está dispuesto a escribir sobre el horror humano, pues ya se encargan de mantenernos al tanto de ello las noticias. Elige el otro lado, lo bello, lo luminoso, aquella parte de lucha que se despierta en las personas cuando más hace falta. Por eso, Cuentos para el Camino, su primera obra literaria publicada y formada por un compendio de relatos sobre el Camino de Santiago, nos muestra la parte del ser humano que sí merece ser contada.
1– Miguel Ángel, decía que tienes muy claro aquello sobre lo que escribes y quieres escribir… Sí. Recuerdo, en algún taller o seminario de escritura, oír a una escritora internacional famosa decir que para escribir debíamos sacar lo peor de nosotros mismos, la maldad, lo más oscuro. Yo, en mi interior, me negué, y me dije que haría exactamente lo contrario. Desde que empecé a escribir supe que quería hablar de la belleza de las personas, entendiendo esa belleza como una manifestación de su lucha contra las dificultades, el dolor, los miedos, las limitaciones. Eso es lo que yo quiero contar. Mis escritos no son historias felices, porque se habla de ese dolor y sufrimiento. Pero por encima o más allá de esos problemas, de las circunstancias adversas, de los hechos desgraciados, emerge como un triunfo el espíritu rebelde, inconformista, luchador, imaginativo, del ser humano para no acatar ni someterse a designios externos, y para ser responsable exclusivo de su destino.
2– Cuentos para el camino es tu primera obra publicada. ¿Cómo está siendo la experiencia? Publiqué anteriormente algunos relatos y cuentos en antologías con otros escritores, pero Cuentos para el Camino es, en efecto, mi primera obra en solitario.
Una experiencia intensa creo que es el calificativo adecuado. Desde que recibí la noticia de que la editorial Estrella del Norte quería editarme ha sido una sucesión frenética de actividades e hitos. Primero, para la publicación del libro: revisión ortotipográfica y de estilo, revisión de los textos de contraportada y solapas, del prólogo, colaboración en el diseño y maquetación, revisión de galeradas, etc. Así hasta que llegó el día, muy especial para mí, en el que recibí en casa los primeros ejemplares. Y, después, todas la tareas relativas a las presentaciones y promoción: propuestas a bibliotecas y entidades culturales, preparación de los materiales para la presentación, convocatorias, presentaciones propiamente dichas, firma de ejemplares…
Como decía al principio, un tiempo muy intenso y, a la par, tremendamente ilusionante, y en el que me están acompañando con la misma ilusión las personas más allegadas de mi entorno familiar y personal.
3– ¿Por qué hacer el Camino, Miguel Ángel? ¿Hacia dónde nos lleva? Yo creo que no hay un único porqué, así como no hay tampoco una obligación. Hacer el Camino es una elección que obedece a muchas motivaciones.
Las hay trascendentes, en cuyo caso se anhela una especie de revelación, no necesariamente mística o religiosa, sino más bien personal, que nos lleve a un mejor conocimiento de uno mismo. En uno de los relatos una peregrina reflexiona:
“Conjeturó que lo realmente importante para los peregrinos sería el asombro que sintieron por el reencuentro con la voz silenciosa de uno mismo, el desconcierto al comprender que son tantas las cosas que tenemos pendientes de decirnos y que nos pasamos la vida esquivando esa confrontación; sería el inédito descubrimiento de una insospechada disposición para escuchar a los demás y el estupor por la revelación de esa jubilosa fortaleza; sería la conmoción por la hiriente certeza de una ignorada fragilidad y el gozo al sentir una solidaridad inesperada.
Hay también, no se puede negar, motivaciones más mundanas: un viaje de vacaciones, romper la rutina de nuestra vida gobernada por el trabajo, compartir tiempo y naturaleza con nuestra pareja, hijos o amigos, divertirnos, hacer turismo cultural, conocer a otras personas, etc.
Todas las motivaciones, a mi juicio, son válidas y legítimas. No en vano la diversidad es una de las características que hace única a nuestra especie.
4– ¿Y por qué escribir sobre ello? Por un lado, por la facilidad. Esa diversidad de la que hablaba hace posible que se oigan y vean multitud de personajes y situaciones peculiares y llamativas en el Camino de Santiago. Además, en mi experiencia peregrina encontré una predisposición natural de las personas a contar sus historias y a responder a preguntas que en otro ámbito y espacio se hubieran tenido por poco menos que impertinentes.
Por otra parte, el hecho de que se esté haciendo un camino físico, a la par que un Camino espiritual o emocional, aporta ingredientes literarios que hacen muy atractivo y posible para un escritor construir esos relatos.
En el Camino de Santiago parece que todo confluye para que un “depredador de historias”, como yo mismo me autodenominaba, encuentre presas literarias muy apetecibles.
5– ¿Qué va a encontrar el lector en Cuentos para el Camino? Quizá debería empezar por decir lo que no va a encontrar, para disipar cualquier temor o recelo. No encontrará relatos religiosos o místicos; no hay intervenciones divinas, ni milagros o algo semejante. Es cierto que hay un gran número de peregrinos que hace el Camino con un sentido religioso, y esto es sumamente respetable, pero estos relatos no invocan ese aspecto de la peregrinación, no acuden a la fe o las creencias de los protagonistas para construir las tramas o explicar los desenlaces; tampoco encontrará el lector una guía turística donde se le diga qué comer y dónde, o cuales son los mejores alojamientos de la ruta jacobea; y, por último, no es un diario de peregrinación en el que el autor vierte sus experiencias de cada jornada de caminata.
Este libro, por el contrario, narra la lucha y el esfuerzo por sobrellevar, sobreponerse e intentar superar el dolor y las penas. Este libro habla, así, de la inagotable capacidad, imaginación e inventiva del ser humano para hacer frente a sus cargas, para encontrar recursos y herramientas con las que poder sobrellevar sus aflicciones.
En esa lucha y esfuerzo, en esa capacidad e imaginación radica, a mi juicio, la belleza de las personas. Esto es lo que yo he querido narrar y lo que espero que encuentre el lector.
6– ¿Podría este libro haber sido una novela en vez de un libro de relatos? Supongo que podría haberse desarrollado como una novela, haciendo quizás que el narrador fuese común a todos los relatos o que un personaje actuara como elemento catalizador. Pero, en cierto modo, este libro de relatos podría considerarse una novela coral. Es verdad que los personajes de cada relato son diferentes, pero las historias discurren en un escenario común que es el Camino de Santiago; todos los peregrinos, además, están haciendo un viaje, tanto físico como emocional, y la meta, entendida como línea de llegada, es la misma para todos. Y en todos hay o subyacen valores comunes como el esfuerzo, la superación, el compartir tiempo con los demás o la predisposición a escuchar a otros.
7– Si tuvieras que elegir uno de los relatos, ¿cuál sería? Para un padre, elegir a un preferido entre sus hijos es un dilema moral. Sin llegar a la gravedad de esa encrucijada, elegir un relato sobre los otros es también difícil. Dicho esto, es cierto que hay algunos que me gustan más. Entre ellos está “Senda hacia tierras de Amapola” por la complejidad del relato y por la historia que subyace bajo la capa inicial de lectura. Pero, puesto en el brete de tener que elegir uno, escojo a “El Cantar de la Dama del Anillo”, el último relato del volumen. Recuerdo aún el regocijo que experimenté durante su escritura, el descubrimiento del concepto arquitectónico que arma toda la trama y cómo trabajé para que el relato pudiera entenderse como un homenaje al Cantar de Mío Cid. Creo, además, que es un cuento que cierra con el espíritu adecuado el volumen y anuncia, a la vez, la continuidad del proyecto en un segundo libro que lleve al lector a las puertas de la catedral de Santiago.
8– ¿Qué temas tocas en los relatos a tu entender? El libro quiere explorar lo que hay tras los testimonios que hemos leído y escuchado a lo largo de los años, de personas que cuentan cómo el Camino de Santiago ha cambiado sus vidas o ha causado en ellas una gran conmoción espiritual, o un importante vuelco en sus escalas de valores, en la visión de su mundo, en sus relaciones personales o familiares, en la satisfacción que atribuyen a las posesiones materiales, o en la propia estima de su valor como personas. Al final, como declara una de las protagonistas, parece revelarse que esas historias de transformación, tengan más o menos fundamento, sean transitorias o duraderas, inducen en los peregrinos el convencimiento de que todo en sus vidas podría ser distinto, porque durante un tiempo ellos fueron, vivieron y se sintieron distintos allí.
9– ¿Habrá más proyectos literarios? ¿Sobre el Camino o vas a ampliar la temática? Hablas bien cuando empleas la palabra proyecto. El libro del que hablamos es el primer fruto de un proyecto que culminará con un segundo volumen, aquel que, como decía antes, lleve al lector y al peregrino a las puertas de la catedral de Santiago. Tras este segundo libro, prácticamente ya escrito en su totalidad, el tema del Camino de Santiago estará cerrado para mí.
Tengo también en curso un volumen de relatos que titulo, provisionalmente, “Cuentos del último día”, en el que hablo de la desaparición de lugares, infraestructuras, monumentos o instituciones privadas o públicas emblemáticas, siempre desde la visión de personas que han participado o vivido estrechamente ligados a esos lugares o instalaciones. Son relatos asociados a la pérdida y reflejará, espero conseguirlo, las fases en las que divide el duelo asociado a la pérdida la psiquiatra suiza Elisabeth Kübler-Ross.
Además tengo una novela en desarrollo, con el título provisional de “Gotas de Lluvia” que espero terminar tras el proyecto de “Cuentos del último día” y que explora, de forma novelada, algunos efectos de la desamortización de Mendizábal en 1836.
Y hay más ideas. Creo que me esperan tiempos intensos de escritura.
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