El doctor Ramón Vila-Rovira, es cirujano Plástico y Estético desde hace muchos años. Su consulta está ubicada en el Centro Médico Teknon, en Barcelona.
Antes de dedicarse a esta especialización hizo un largo recorrido como médico para estar preparado concienzudamente para trabajar en ella.
Es un hombre amable, divertido y le gusta hablar de muchos temas variados, que le interesan. Come sano, respira aire limpio, está al día de los últimos avances técnicos, lee, hace deporte, se traslada por la ciudad en moto, se escribe cartas y un pilar fundamental para estar consigo mismo es, al menos una vez al año, agrupar a su familia numerosa; tiene cinco hijos y cinco nietos, amén de sus parejas.
Vila-Rovira, describe, en su autobiografía, “Tras el bisturí”, sus vivencias, desde que nació, hasta ahora. Es su historia, cómo la ha vivido, cómo lo ha pasado. Es sincero, no se extiende sólo en su vida como médico, habla de sus logros, de sus inquietudes y de sus puntos flacos. Un libro en donde predominan los mantras, esas frases para mejorar, para estar activo, para seguir vivo. Y tiene un programa personal para llegar hasta los 120 años.
“Me llamo Ramón, soy cirujano y nací en Barcelona. Ya saben que es de mala educación preguntar por la edad, así que no traten de averiguar la mía. No pienso decírsela. No es un dato relevante. Los años no son nada. Eso pienso yo, que me siento más joven de lo que revela mi carné de identidad. Tanto es así que estoy desenseñando mi vida. ¡A estas alturas!”.
Esta es la primera frase que escribe el doctor Ramón Vila-Rovira en su último libro autobiográfico, “Tras el bisturí”. A través de las doscientas páginas del mismo explica cómo y por qué se inició en el mundo de la medicina, al mismo tiempo que se abre en canal a los lectores acerca de sus sentimientos y decisiones.
Ramón Vila-Rovira se muestra sin enredos ni máscaras, algo inusual en un especialista médico que trata diariamente con tantas personas que desean de él una solución a sus propuestas y sus deseos.
Familia de clase media
Explica en “Tras el bisturí”, que nació en una familia de clase media de la ciudad en el eterno y bello Barrio Gótico de Barcelona para, más tarde, cambiar a la parte alta de la ciudad, estudió en el elitista colegio de La Salle Bonanova y tuvo más comunicación con su madre, quién cuidó de la familia, que con su padre, industrial del mundo de la joyería, son cuatro hermanos.
Reconoce que la muerte siempre ha sido un enigma para él y que después de la muerte de su madre, decidió crear un santuario personal: “un pequeño libro donde escribir un obituario íntimo con los nombres de las personas que he perdido en mi camino. ¿Por qué?. Porque los muertos son otra dimensión. El más allá más cercano. Creo que forman parte de la vida y como eso hay que tomarlos, darles espacio y no excluirlos de nuestro plano. Vida y muerte…..Cara de una misma moneda. En honor a mi madre, adquirí una talla de la Virgen de Montserrat, y una de San Ramón, en memoria de mi padre. Las coloqué en el capilla de la clínica Teknon, donde realizo operaciones en Barcelona. Antes de entrar al quirófano, abro la puerta de la capilla, les saludo con un “hola” y vuelvo a cerrarla”.
Deja claro que sus años de colegio fueron aburridos, carecían de interés por lo que se despertó en él una gran afición por el deporte, le gustaba practicar gimnasia, jugar a hockey sobre patines, nadar, correr, éstas prácticas le han acompañado hasta hoy. Le motiva estar activo, siempre moviendo el cuerpo, es un hecho cotidiano en estos momentos, raramente está mucho tiempo sentado en su mesa de despacho, y en el quirófano cuando lo requiere la operación que está haciendo, nada más.
Tenía doce años cuando sintió atracción por sus primeras amigas con las que se encontró en sus veraneos de la playa de Masnou y sobre el tema de comunicarse con las mujeres asegura: “Las mujeres que han estado en mi vida se han quejado de que me gustan 'demasiado las mujeres'. ¡Claro está, soy heterosexual”!
Arquitectura o Medicina, esa es la cuestión
Dudó entre estudiar Arquitectura o Medicina en el momento de decidir a qué quería dedicar su mayor tiempo en la vida, durante un verano estuvo jugando con el azar para decidir su futuro profesional, se metía en los bolsillos de los tejanos papeles con las letras M y A, jugaba, salía A, estudiaré Arquitectura, la M, Medicina.
También, en casa, le comentaban que en la familia no había ningún médico y, en el pasado siglo, eso podía suponer una traba para entrar en la profesión médica a una persona en la que, tradicionalmente, no había antecedentes de médicos, era complicado, no había tradición y los padrinos eran inexistentes.
A pesar de ello, cuando Vila- Rovira tomó la decisión de ser médico, su familia lo acogió de buena manera, estudió, aprobó con nota y los primeros seis años de estudios, fueron gloria bendita para el ya médico.
Estudiando segundo de medicina, dejó de fumar, también dejó el alcohol y nunca sintió ninguna atracción por otras drogas, quería estar sano, estar bien para sus pacientes. Se licencia en Medicina y Cirugía en la Universidad de Barcelona, en el año 1971.
Casarse antes de los treinta
Un año después se casa con su primera esposa, Montse Cristóbal. Su viaje de novios fue a Austria y les acompaña la canción “Gwendolyne” de Julio Iglesias, en el libro define aquel momento vital de la siguiente manera: “Era muy inocente en el amor, el sexo, en la convivencia…….era como un pardillo, en mi vida todo era inocencia. Fuimos a vivir a un piso que mis suegros compraron a su hija. Un piso que, seguramente con mi sueldo no me lo hubiera podido permitir en esos primeros años de matrimonio, en el que estaba recién licenciado, trabajando en un hospital público ganando unos 1.500 euros de ahora y con tres hijos, Carlos, Berta y Oriol, a los que alimentar antes de los treinta años”.
Decidió seguir estudiando para ejercer una especialización que no dudó en escoger, Cirugía Estética, tuvo la suerte de poder aprender con un gran maestro, el doctor Jaume Planas. Vila-Rovira iba a aprender de un artista del bisturí, un hombre que le descubrió la consciencia artística y artesanal de la especialidad. Vila-Rovira iba al quirófano del doctor Planas con los ojos bien abiertos y un bloc donde hacía sus propios dibujos y tomaba nota precisa de todo lo que aprendía.
El doctor Planas, era hábil, disciplinado, buen comunicador, y eso es lo que transmitía a los médicos que estaban a su lado, al doctor Vila-Rovira, a quién llamaba cariñosamente “Vileta”, le aconsejó: “Mi recomendación es que hagas dos años de cirugía general oncológica y digestiva y te formes bien. Te dará seguridad necesaria en el quirófano para luego ya optar por la cirugía estética”.
Dicho y hecho, se especializó en oncologia, entró en el Departamento de Cirugía Plástica y Quemados del Hospital del Valle d’Hebrón, donde se especializó en cirugía plástica, reconstructiva y estética, hasta conseguir el título oficial de Médico Especialista en Cirugía Reparadora. Durante estos años realizó cirugía plástica oncológica, injertos, cirugía traumática facial y corporal, cirugía de la mano y del quemado, guardias de 24 horas en el hospital y operaciones complicadas que requerían ocho o diez horas de quirófano.
Los Alfaques, curar a enfermos quemados
Aprendía mucho y no le importaba las horas que empleaba en ello. Vivió el accidente del camping de los Alfaques, en Catalunya. Explotó un camión cisterna que transportaba propileno licuado, murieron en ese accidente 243 personas, muchas resultaron heridas, 300 de ellas llegaron al hospital donde el Doctor Vila-Rovira estaba trabajando, explica en este libro que lo que vivieron era dantesco y todos los quemados fueron atendidos con la más alta precisión médica, aún a sabiendas que algunos de ellos, debido al alto grado de quemados que presentaban, iban a morir. Explica que esta situación terrorífica le sirvió para, años después, poder atender a unos soldados iraníes que habían resultado heridos por un arma química de gas mostaza durante la guerra de Irak.
Fue el primer cirujano en implantar, en el país, un dedo del pie en una mano. La mano es un órgano muy complejo debido a las muchas terminaciones nerviosas que tiene, ser el primero en realizar una operación tan compleja, con un alto grado de entrega profesional, supuso para el doctor Vila-Rovira la obtención de una beca del gobierno francés para aprender nuevas técnicas con médicos especialistas franceses que eran mundialmente conocidos en la cirugía de la mano, Raoul Tubiana y Alain Gibert. Después de su estancia en París marchó a Japón para seguir experimentando nuevas técnicas de la mano con otros profesores, también aprovechó el tiempo para lanzarse esquiando por las pistas de Hokkaido.
Siguió viajando para seguir aprendiendo, larga es la lista de ciudades y países: Nueva York, Boston, Atlanta, Los Ángeles, Carolina del Norte, entre otros lugares y en algunos aprendió la técnica más avanzada para practicar un lifting y en otros tratamientos para una piel saludable con bioingeniería, en cirugía maxilofacial, reconstrucción mamaria, etc.
La cirugía estética no es un capricho
El doctor Vila-Rovira toma muy seriamente su especialidad y asegura: “Soy muy reacio cuando leo o escucho decir que la cirugía estética es un capricho o producto de la frivolidad. Respeto mi disciplina, es una labor científica y médica. He aprendido mucho, sobre todo, a no juzgar. Mi prioridad es la salud de mis pacientes, nunca los considero como clientes. El paciente siempre tiene que estar, después de la operación, mejor que cuando llegó”.
El doctor, sabe perfectamente que hablar, antes de saber lo que tiene o quiere el paciente, es de vital importancia. No es un médico que tenga en mente cuál es el diagnóstico a primera vista. Las conversaciones iniciales con el doctor Vila-Rovira, pueden derivar en temas de actualidad, en cuestiones culturales, de gustos, Vila-Rovira, quiere saber cómo se encuentra el paciente al margen de para lo que haya acudido a su consulta. Es un buen conversador y sabe que: “la cirugía plástica y estética es pura psicología”.
En esas primeras conversaciones la mayoría de veces le explican: “Me dicen que quieren tener los labios más grandes, que odian sus piernas, que quieren tener menos arrugas y verse sin bolsas ni patas de gallo, que están acomplejadas, que el pecho no les deja vivir, que tienen la nariz muy grande, que están cansadas de hacer dieta, que quieren verse en el espejo y no darse asco, que se han divorciado y tienen una nueva pareja”.
Y es obvio que no siempre tiene la total solución para sus pacientes, algunos necesitan una buena nutricionista y unos buenos ejercicios de gimnasia, aprender a quererse un poco más , pero para lo que fuere, el doctor siempre tiene un camino, una orientación adónde dirigir sus pacientes. Deja claro en, “Tras el bisturí”, que si las mujeres quieren recuperar una mirada encantadora y unos pechos turgentes, los hombres, quieren librarse de los michelines y tener el pene más largo, el doctor, en todas esas variantes, tiene respuestas concretas, sensibles, y bien resueltas.
El doctor Vila-Rovira, no sólo ama los retos que le ofrecen conocer nuevas técnicas para resolver un problema en una mano, hacer una operación de mamas o de pene. En el año 1996, se convierte en empresario al crear su propia consulta en la clínica Teknon, ya se había casado con la doctora Montse Folch, prestigiosa nutricionista, con la que tuvo dos hijos, Raquel y Ramón.
El doctor Ramón Vila-Rovira junto a Teresa Berengueras
Cirujano de las estrellas
En el año 2008 le llamaban “el cirujano de las estrellas”, operó a un buen número de personas célebres, famosas, conocidas, que llenaron la puerta de la clínica de “paparazzi”, operó a nombres muy conocidos, algunos se supieron en los medios de comunicación, y otros, se guardan en el anonimato. Vivió entre entrevistas, programas de televisión y ofertas de representantes que querían hacerse cargo de su imagen para seguir siendo famoso. Pasaron un par de años y Vila-Rovira, decidió dejar aquel espacio para seguir en el que nunca había dejado, la consulta privada, con sus pacientes, con nombre y apellido ,amantes de su vida, de su forma de ser y estar.
Nunca presume de sus amigos bien conocidos por su trayectoria profesional, es más, y así lo especifica en el libro, si hubiera querido, con muchos nombres propios, hubiera tenido más años de relación, tiene anécdotas con el prestigioso director internacional de orquesta, el músico Zubin Mehta, de intervenciones que ha hecho a personas que, en su momento, estaban en el poder, lejos de España y no sabemos de aquí, pues el doctor, en este tema se vuelve mudo.
Picasso, Miró, Barceló
Ama la pintura y, en algún momento de su vida se preguntó si sería bueno para él dejar la medicina por la pintura, llegó a pintar 10.000 cuadros, obras en las que buscaba respuestas en su interior, por suerte decidió seguir ejerciendo la medicina. Aunque ama la pintura y los grandes, Picasso, Miró, Barceló y otros, siendo, durante años coleccionista de obras de sus obras.
Y no sólo habla de técnica, intervenciones, pacientes, familia, estilo de vida, también habla de infidelidad, el doctor, abiertamente, explica lo infiel que fue mientras estaba casado, se pregunta: “¿Por qué sacar a relucir los trapos sucios?. Mis vulnerabilidades también forman parte de mí. Es difícil obtener datos precisos sobre la infidelidad debido a que las personas no suelen decir la verdad completa sobre este tema” Y explica su relación con una persona con la que se iba a Castelldefels, se encontraban en un apartamento alquilado expresamente para esos encuentros. Después de idas y venidas al final se divorció de su primera mujer, y se fue a vivir sólo durante unos años hasta que encontró una nueva pareja.
Ha tenido problemas económicos. Ha sido estafado, hubo un tiempo que salía de casa en moto, con 2.000 euros en el bolsillo y regresaba sin ellos, había comprado un libro, un cuadro, discos, como a él no le gustaba su forma de gestionarse, busco a una coach para que le enseñara cómo vivir con menos, se deshace de su colección pictórica, entiende que no tiene sentido alguno tener ocho jerséis y, a partir de ahí se siente más libre, para el doctor Vila-Rovira es vital ser libre.
Le gusta disfrazarse, vivir las fiestas de Carnaval, las bromas, las sorpresas, le gusta llamar la atención aunque sea de forma inocente, ingenua, es polifacético y siente una verdadera pasión por el Tarot, es aficionado a él desde hace veinte años. En Roma encontró uno antiguo, en esa ciudad donde sus calles y viviendas son un museo también compró un libro para entender los arcanos y así poder interpretar el Tarot que, según Vila-Rovira, es un mundo sicológico en el que profundizar.
Pionero en realizar una liposucción, trasplantar un dedo del pie a una mano, trasplantar pelo. Explica sus deseos actuales. Después de haber conseguido ser médico, ser el primero en hacer un trasplante de un dedo del pie a la mano, de ser el pionero en realizar una liposucción en España, pionero en endoscopia en la técnica de Klein, en trasplante de pelo, en realizar cursos de rinoplastia, escribir un montón de libros especializados, en realizar cirugía genital, de pene y mucho más. Ahora, lo que más le interesa es el transhumanismo, la nanotecnología, la Inteligencia Artificial, la longevidad, o la inmortalidad, según su amigo José Luis Cordeiro, futurista y fundador de la Singularity University que: “sitúa 2045 como el año en que todos llegaremos a la inmortalidad y veremos la muerte de la muerte”.
Y asegura: “Lo que veremos dentro de los cinco, diez años, no podemos ni imaginarlo. Nuestras vida cotidiana va a ser transmutada por la aparición de robots, que no sólo nos harán la vida más fácil, sino que también posibilitarán intervenciones quirúrgicas más eficientes y perfectas”.
Vive la vida en positivo, aún con las contradicciones de la misma, siempre cree que sirven para mejorar, para a aprender, por esa razón no le gusta la muerte: “Disfruto tanto de la vida que desearía no tener que morirme nunca. Quiero romper el paradigma de que a los 80 años un médico ya no puede operar. Quiero vivir hasta los 120 años es una forma de provocarme a mí mismo”.
Obviamente, para llegar a cumplir los 120 años, tiene su programa para cuidarse: ”No sólo haciendo ejercicio, tomando mucha fruta o ingiriendo a primera hora de la mañana mis dos huevos escalfados, también ilusionándome por todo”, en este apartado recomienda el tipo de huevos que ponen gallinas que tienen un tipo de vida u otro. Asegura: “Le hablo también a mis células, a mi piel. Lo acompaño con nuevas técnicas, como la hormonoterapia. Puedo afirmar que en este momento tengo más fe en la ciencia que en un dios específico, no creo ni en el cielo ni en el infierno”.
Desde hace años asiste a cursos de longevidad y anti envejecimiento, tanto es así que en uno de los Congresos a los que asistió se encontró con una “coach antiaging”, durante un tiempo siguió, a través de Skype, un curso sobre rejuvenecimiento. Aprendió a valorar más: “La amistad, el amor, la salud, la autenticidad, el entusiasmo, el equilibrio, la tolerancia, la creatividad, la bondad, el reconocimiento y la lealtad”.
Hace el cubo de Rubik, se lo enseñó Joan de Sabadell, porque mueve músculos, aligera la mente, al salir de la ducha, hace un Rubik y durante el día, mentalmente, como si de un mantra se tratara, lo repite, es una forma de generar energía en el cerebro. No quiere jubilarse: “Rechazo jubilarme….si piensas que la jubilación es atractiva, te has equivocado”.
Piensa en cómo liderar la estética de las personas mayores de los 60 años: “Apuesto por una estética natural y elegante mientras se avanza hacia una medicina menos invasiva y más natural, donde una mujer de 90 años pueda ser atractiva”. ------------------------
Fotos: Gabrielle Meroni y Mercè Benet
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