El caso Lobato - o caso Fiscal General, Moncloa, PSOE, Lobato - es de esos fallos en la matriz que demuestran que los partidos políticos son mafias que se aúpan al poder del Estado para controlar un territorio, campar a sus anchas y hacer lo que sea, delitos incluidos, con tal de destruir a su enemigo -otra mafia que opta a sustituirla- y mantener ese poder. En todas las mafias dignas de tal nombre, la traición es el peor de los actos posibles.
Muchos ciudadanos, conscientes de ello, asisten impávidos ante todo esto como si fuera una película de romanos o una sucesión de hechos consumados, poniéndose de perfil ante la mayor parte de los fotogramas y pensando que es uno más de los tributos que hay que pagar para que las cosas sigan ahí más o menos medio funcionando. Piensan que sin esta gentuza u otra similar en el poder, nos iría aún peor, lo que no deja de ser un inconsciente pensamiento nihilista que solo lleva a la autodestrucción.
Algo de indignación en la gente por dentro hay, sí, pero interesan cien veces más siempre los problemas cotidianos que tiene cada uno y nuestro afán por sobrevivir o disfrutar la vida. Estas mafias, conscientes de ello y de esa impunidad e inmunidad que flotan en el ambiente, protegidas por la polarización y por sus milicias mediáticas, van aumentando la apuesta criminal de su actividad y todo se va deteriorando, desde la política -ya un lodazal infecto como el de los garajes de Paiporta- hasta nuestra vida en común.
Tenemos a un fiscal general del Estado - no lo olvidemos, el cargo público que se dedica a perseguir los delitos -, elegido por el Gobierno, que comete el presunto flagrante delito de filtrar a la Presidencia del Gobierno un documento privado del juzgado que afecta a un ciudadano como usted y como yo, pareja de Isabel Diaz Ayuso, con el objetivo de dañarla a ella, máxima y odiada rival política de los socialistas, y tratar de recuperar el poder que llevan sin ocupar en Madrid desde hace más de 30 años. No hay nada que ciegue y perturbe más a una mafia que no tener el control del territorio que ansía ocupar desde hace tanto tiempo. La izquierda está a dos telediarios de la violencia física en Madrid. No aguantan más.
La Presidencia del Gobierno de España, por medio de su Gabinete, a los minutos de recibir por parte del fiscal general del Estado el documento confidencial, un email privado dirigido al fiscal que lleva el caso del novio de Ayuso que probaría que éste reconocía haber cometido fraude fiscal para obtener un acuerdo y evitar la cárcel, decide utilizarlo como arma contra la presidenta de la Comunidad de Madrid. Para ello se lo ofrece por whatsapp a Lobato, líder del PSOE en Madrid, para que se lo eche a la cara de Ayuso en la sesión de control del parlamento que tenían esa mañana. Lobato, consciente de que, fuera de la prensa, la tenencia y divulgación de un documento confidencial de un juzgado es un delito grave, desconfía de su propio partido y gobierno -como buen conocedor de la mafia en la que se encuentra- y solo acepta usar el email si antes se publica en la prensa.
El líder de los socialistas madrileños ya estaba en aquella época señalado por la dirección nacional del Psoe, al no haber tenido la misma actitud entusiasta y sectaria hasta la náusea de otros barones con lo de la Amnistía al procés independentista catalán. En román paladino, la estrategia de Sanchez era matar dos pájaros de un tiro: Ayuso y Lobato. Este último entiende que les están tendiendo una trampa desde Moncloa para que la cague enseñando el documento y exige que antes aparezca en prensa. La número 2 del Gabinete de Moncloa habla con sus milicias mediáticas para que ejecuten la orden y el más rápido es el El Plural, cuya Directora sería recompensada poco después con un puesto en el Consejo de Administración de RTVE.
Moncloa le envía a Lobato el enlace con la noticia y éste levanta una hora después los brazos en el parlamento enseñando el documento y acusando a Ayuso delante de diputados y medios de comunicación.
Meses después, hace apenas unas semanas, cuando se publica que se está investigando el móvil del fiscal general del Estado por la filtración del documento, el traidor Lobato acude al notario para registrar y dar fe de toda la conversación de whataspp con Presidencia del Gobierno y dejar claro quien y cómo le envió el email. Lo de la notaría lo publica ABC, y entonces se desatan los truenos dentro del PSOE y de sus milicias mediáticas contra Lobato, a quien tildan de traidor por ir al notario a dar fe de conversaciones de partido que evidencian que dentro de Moncloa hay delincuentes, malas artes y uso indebido de los resortes del poder contra adversarios políticos. Como buenas mafias y milicias, los dedos acusadores apuntan al 'traidor' con la causa, no al delincuente que genera e instiga el delito. En lugar de exigir responsabilidades y dimisiones de aquellos que presuntamente delinquieron, como Pilar Sanchez Acera, jefa de gabinete del jefe de gabinete de Moncloa, Oscar López, o del propio Pedro Sanchez, se apuntan los disparos hacia el bobo de Lobato, un tonto útil mas a sacrificar dentro de la secta.
Lobato tardó un día y medio en dimitir tras la noticia de ABC; tiempo durante el cual confirmó ante la prensa que iba a dar batalla y no dimitiría. "No entiendo el interés de compañeros de mi partido en participar de este linchamiento contra mi persona", dijo el ingenuo traidor Lobato. En las primeras horas de la polémica se sentía con cierta fuerza, como poseedor del contenido de los whatsapp y posiblemente arropado aun por sus colaboradores y núcleo duro en la Federación Socialista madrileña (FSM). Esos mismos que al día siguiente ya no le conocían tras recibir el aviso de la dirección nacional sobre lo que sucedería con él siguiera apoyando a Lobato. Tienen razón los presuntos comisionistas de dinero público y profesionales del cohecho, como por ejemplo Santos Cerdán, el secretario de Organización del Psoe, cuando ayer dijo que "nadie de la Dirección nacional del Psoe ha llamado a Lobato para presionarle a dimitir". Obvio que no hace falta, tan solo es necesario dejar claro a los cargos y militantes de la corte de Lobato lo que pasa con los traicionan a la mafia.: el fin de las posibilidades de acceso algún día a cargo público o poder.
Esta es la política y estos son los partidos que tenemos. No nos olvidemos del fiscal general, que toda la trama empieza con él, delinquiendo para favorecer a sus amos. Y la culpa es nuestra por delegar cada vez más funciones y responsabilidad en manos de esta gentuza mafiosa que solo se mueve por el poder.
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