Vuelvo a escribir sobre el mismo tema que comenté en un artículo del pasado mes de marzo y en otro de febrero de 2023 porque es fundamental que la gente sepa los regalos multimillonarios que el Banco de España y el Banco Central Europeo están haciendo a la banca privada con su dinero.
Lo hago de nuevo a partir de un artículo publicado en el diario económico Cinco Días por Carlos Arenillas, exvicepresidente de la Comisión Nacional del Mercado de Valores, y Jorge Pérez, exjefe de regulación contable del Banco de España.
Estos economistas han estimado que el Banco de España ha pagado unos 12.000 millones de euros a los bancos españoles, entre septiembre de 2023 y 2024, en concepto de intereses por los depósitos que mantienen en el banco central. Una cantidad que explica las pérdidas de unos 8.000 millones de euros que registró el Banco de España y que supone una merma de ingresos de ese mismo montante para el Tesoro.
Por ese concepto y al conjunto de la banca privada europea, estos economistas estiman que el Banco Central Europeo ha pagado 125.000 millones de euros en el mismo periodo.
Estas cifras son escandalosas, al menos, por tres razones.
En primer lugar, por su magnitud: los pagos por intereses del BCE a la banca privada representan casi el 75 por ciento de todos los gastos que realiza la Unión Europea a lo largo del año. En España equivale más o menos a un mes de gasto público en pensiones, un mes y medio de gasto en sanidad o a dos meses y medio en educación.
En segundo lugar, es escandaloso que esas cifras se mantengan en secreto. Arenillas y Pérez han tenido que estimarlas porque el Banco de España se niega expresamente a proporcionar la cantidad exacta que paga a cada banco, a pesar de que se trata de dinero público y de que sus directivos no paran de reclamar transparencia, austeridad y eficacia a los gastos que realizan las demás instituciones del Estado.
En tercer lugar, porque, como expliqué en el artículo de marzo, no está justificado de ningún modo que los bancos centrales tengan que pagar esos intereses a la banca. Es un regalo, un subsidio que no responde a ninguna necesidad, sino tan solo a un privilegio. Antes de 1999 no existía esa remuneración en Europa (salvo en Alemania) y sólo desde 2008 comenzó a darse en Estados Unidos. Como ha mostrado, entre otros, Paul de Grauwe, para evitar ese dispendio cuando los tipos de interés están subiendo, el banco central puede aumentar la cantidad de dinero que los bancos han de mantener en reservas no remuneradas o vender los bonos que los bancos centrales acumulan para retirar dinero del sistema bancario.
Mientras se produce este escandaloso regalo a la banca con dinero público, mis colegas economistas que ponen el grito en el cielo cuando aumenta el gasto del Estado para dar ayudas mucho menos generosas a las personas o empresas más necesitadas mantienen silencio. Se callan cuando la banca española recibe un subsidio privilegiado del Banco de España de 12.000 millones de euros, mientras que sólo las cinco mayores entidades tuvieron un beneficio de más de 25.000 millones en 2023, y cuando, a pesar de ello, rechazan un impuesto extraordinario por el que sólo tuvieron que pagar 1.695 millones de euros.
O, mejor dicho, no se callan. Los del Banco de España afirman que ese impuesto puede penalizar el crédito y los de Fedea que “desincentiva el crecimiento” de los bancos» y tiene “repercusiones negativas sobre su eficiencia”. Son los que dicen que no hay dinero para el sistema de pensiones públicas, pero les parece bien darle a la banca sin justificación ninguna el equivalente a lo que más o menos se ha gastado en pensiones en el pasado mes de noviembre.
Pónganles ustedes el calificativo que deseen a la situación y a quienes la justifican y defienden.
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