La violencia contra la mujer, lo estamos viviendo, es uno de los grandes fracasos sociales y políticos de nuestra sociedad. Según el último Informe de ANAR, casi la mitad de las adolescentes no son conscientes de estar siendo víctimas de este tipo de violencia. Las cifras son desoladoras y deberían hacer reflexionar de verdad a quienes tienen en su mano tomar medidas serias, alejadas del cortoplacismo electoral, y asentadas sobre la necesidad de una antropología diferente y de una educación integral que desemboquen en el aprecio por la complementariedad en la diferencia de varón y mujer, por la idéntica dignidad intrínseca y por la igualdad en derechos que hombres y mujeres tenemos.
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