Clara Campoamor, diputada radical y paladín del voto femenino en la Segunda República, se alza como un ejemplo de independencia y coherencia intelectual.
Luis Español Bouché, erudito y profundo conocedor de la obra de Clara Campoamor, ofreció en La Tercera de ABC un artículo que ilumina con rigor histórico una faceta menos conocida de la célebre diputada bajo el título Clara Campoamor y su discurso provida. El texto desentraña la posición de esta figura clave del feminismo español sobre el aborto, desmontando los intentos de apropiación ideológica que sectores de la izquierda actual, -la radical y la que contemporiza con ella-, han querido ejercer sobre su legado.
Español inicia su artículo con una declaración contundente: "Clara Campoamor no era abortista". Lo que sigue es un análisis documentado que sitúa a Campoamor como una defensora apasionada de los derechos de las mujeres, pero también de la protección al no nacido, un enfoque que choca frontalmente con ciertas interpretaciones modernas de su figura.
Luis Español Bouché desentraña su postura sobre el aborto, revelando un discurso que, lejos de la narrativa adoptada por sectores ideológicos actuales y socialcomunistas, destaca por su firmeza provida, analizando y desmintiendo el uso partidista de la figura de esta mujer excepcional.
Una feminista sin ataduras sectarias
Campoamor, feminista hasta la médula, luchó tenazmente por los derechos de la mujer, -que eso es el feminismo y no otra cosa-, logrando la aprobación del sufragio femenino en 1931, a pesar de la oposición de figuras socialistas como Victoria Kent y Margarita Nelken.
Su feminismo no contemplaba el aborto como solución al embarazo imprevisto. Por el contrario, abogaba por un sistema de protección que garantizase a la mujer y al no nacido una existencia digna.
Luis Español, experto en la vida y obra de Campoamor, recuerda su constante compromiso con los derechos infantiles. Ya en 1926, en un abarrotado acto en la Casa del Pueblo de Madrid, defendía la protección social del no nacido. La prensa de la época reflejaba sus argumentos, que denunciaban a una sociedad cómplice en el abandono de los hijos naturales.
Defensa de la vida desde la raíz
Campoamor no se quedaba en la denuncia, sino que proponía soluciones claras. Declaraba que la obligación de la sociedad de proteger al no nacido era ineludible. Para ella, evitar el aborto no era solo cuestión de prohibiciones legales, sino de una red de apoyo efectivo a las madres, que incluyese la investigación de la paternidad y asistencia económica. Decía Campoamor que: "A la mayoría de los hombres se les haría reflexionar si fueran responsables de sus actos", afirmó en su discurso, subrayando cómo los prejuicios, la miseria y el miedo al deshonor llevaban a muchas mujeres a soluciones desesperadas.
El argumento que trasciende
De sus palabras emerge un principio tan simple como poderoso: "El niño no viene a la vida por su propia voluntad; es deber de la sociedad protegerlo". Este razonamiento, vigente aún hoy, coloca a Campoamor como precursora de un enfoque feminista provida, que busca soluciones más allá del aborto, atendiendo tanto a las necesidades de las mujeres como a la vida de los más vulnerables.
No se entiende por qué extraña razón, la sociedad, el “Gobierno” incluso, se ceba con los más inocentes e indefensos, como los niños en el caso de los abortos y con los animales en el tema de los festejos cruentos alguno de los cuales incluso está elevado a “fiesta nacional”, no siendo más que educar a la población en la violencia y crueldad hacia los más inocentes e indefensos, almas blancas a las que tortura de una u otra forma, después vienen los lamentos por las víctimas de violencia vicaria, de violencia de género, etc., sin darse cuenta, o dándose y mirando para otro lado, cuando se educa en la violencia y en la insensibilidad hacia los inocentes, desde las propias instituciones, incluso con el dinero que sale de los impuestos que todo contribuyente paga a la Hacienda Pública, que no por eso debe prestarse a tales tropelías.
Campoamor lo vio claro y fue valiente para abanderar su postura, defendiéndola porque era lo correcto.
Una mujer adelantada a su tiempo
Campoamor también abordó estos temas desde la acción. Como abogada, ejerció la acusación contra un médico que practicó un aborto tras dejar embarazada a una joven sin recursos. Su legado incluye proyectos como el reparto de cunas para madres necesitadas y un estudio titulado El Derecho del Niño, que lamentablemente nunca vio la luz debido a la Guerra Civil.
El Derecho del Niño es una obra proyectada por Clara Campoamor durante la Segunda República Española, que estaba en preparación cuando estalló la Guerra Civil en 1936, pero nunca llegó a publicarse y su contenido exacto permanece desconocido porque el manuscrito lamentablemente se ha perdido, pero se sabe que estaba estructurado en tres capítulos, uno de los cuales llevaba por título El primer derecho, aludiendo lógicamente al derecho del no nacido.
Esta hipótesis es consistente y conforme con la postura que Campoamor defendió públicamente en múltiples ocasiones, abogando por una legislación que protegiera tanto a las madres como a los hijos, incluso antes de su nacimiento.
La obra habría sido una culminación de las ideas que Campoamor desarrolló a lo largo de su vida, donde combinaba un enfoque feminista con un sentido humanista y social profundamente arraigado. En su visión, el derecho del niño comenzaba desde el momento de la concepción y la sociedad tenía el deber de garantizar su protección y desarrollo integral. Aunque no llegó a ver la luz, El Derecho del Niño permanece como un testimonio simbólico del compromiso de Campoamor con los valores de la vida, la dignidad y la justicia.
Así, Campoamor emerge no solo como una figura clave en la historia del feminismo y la democracia española, sino también como una voz de peso en la defensa de los derechos de la mujer y del niño, cuestionando con claridad los discursos actuales que intentan reducir su legado a etiquetas ideológicas simplistas.
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