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¿Por qué el envejecimiento?

Cada vez somos más los que reclamamos que cuente nuestra voluntade
Octavi Pereña
martes, 25 de octubre de 2016, 00:54 h (CET)
El periodista Josep Corbellale hace una pregunta a Salvador Aznar-Benitah, director del Instituto de Investigación Biomédica de Barcelona interesándose por una pregunta por la cual no tenga respuesta. El científico le contesta: “Muchas. Por ejemplo, ¿Cómo y por qué saben nuestros tejidos que forma y tamaño han de adoptar? ¿Qué regula nuestra capacidad de hablar? ¿Cuál es la principal causa del envejecimiento? Quienes no somos científicos tal vez no nos hemos planteado nunca las dos primeras preguntas que se hace Salvador Aznar-Benitah que forman parte del misterio de la vida porque se considera normal que las cosas sucedan tal como ocurren. La tercera, por ser evidente en el día a día y por plantearnos una incógnita de cara al futuro, es una pregunta que no tiene respuesta y que nos hemos hecho muchas veces.

Después de estudiar el cosmos, ¿tiene más claro el misterio de a vida? Le pregunta el periodista a Natalia Larrea Brito, ingeniera aeroespacial. La respuesta que da la científica: “La verdad es que no, cuanto más sabes, más preguntas te haces. Espero encontrar alguna respuesta. Tampoco es contradictorio que convivan en uno el científico y el espiritual”.

“A medida que los bioquímicos vayan descubriendo cada vez más la complejidad de la vida, es evidente que la posibilidad de que se haya originado por accidente es tan remota que puede en efecto quedar totalmente descartada. No es posible que la vida se haya producido simplemente por accidente” (Fred Hoyle, astrofísico).

Kayleen Scherciber nos hace esta reflexión: “Como científica debo aceptar que no tenemos todas las respuestas, pero debemos seguir creciendo en la comprensión de la verdad. Es por esto que la Palabra de Dios es tan confortadora y tan crítica. Existe una cosa de la que debemos estar bien seguros. Dios no nos da respuesta a todas las preguntas pero nos da suficiente información para que podamos tener vidas de éxito y crecer en carácter y esperanza por el futuro. Como se nos dice: “y la paz de Dios que excede todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Jesucristo” (Filipenses 4.7)”.

Retrocedamos a las dos primeras preguntas que para Salvador Aznar-Benitah no tienen respuesta. Sin entrar en los detalles que la Bioquímica nos aporta, el salmista manifestando una fe profunda en el Creador, escribe: “Porque tú formaste mis entrañas, tú me hiciste en el vientre de mi madre. Te alabaré, porque formidables, maravillosas son tus obras, estoy maravillado, y mi alma lo sabe muy bien. No fue encubierto de ti mi cuerpo, bien que en oculto fui formado, y entretejido en lo más profundo de la tierra. Mi embrión vieron tus ojos, y en tu libro están escritas todas aquellas cosas que fueron luego formadas, sin faltar una de ellas. ¡Cuán preciosos me son, oh Dios, tus pensamientos! ¡Cuán grande es la suma de ellos! Si los enumero se multiplican más que la arena" (Sa”mo 139: 13-18).

Salvador Aznar-Benitah ignora “cómo y por qué saben nuestros tejidos que forma y tamaño han de adoptar”. Salomón nos abre los ojos a las interioridades físicas del ser humano: “Como tú no sabes cuál es el camino del viento, o como crecen los huesos en el vientre de la mujer embarazada, así ignoras la obra de Dios, el cual hace todas las cosas” (Salmo 119:73). Dios no nos da respuesta a todas nuestras preguntas, pero la fe en el Señor Jesucristo nos da la fuerza para andar con confianza, esperando el día en que todas las preguntas que hoy no tienen respuesta se nos esclarecerán.

La tercera pregunta por la que Salvador Aznar-Benitah no tiene respuesta es: “¿Cuál es la principal causa del envejecimiento? El envejecimiento es el efecto natural que manifiesta desde el nacimiento que la muerte se acerca. La pegunta que nos inquieta es: ¿Por qué existe la muerte?. La Biblia lo declara: “Por cuanto la muerte entró por un hombre” (1 Corintios 15:21). Esta afirmación nos transporta al jardín de Edén. En el momento que Adán comió el ruto del árbol prohibido, la muerte se instaló en él y en toda su descendencia. La Biblia también aporta luz para que podamos saber cómo se vence la muerte: “Y el postrer enemigo que será vencido es la muerte” (v.26). La victoria definitiva sobre la muerte será en el día de la resurrección. “Y cuando esto corruptible se haya vestido de incorrupción, y esto mortal se haya vestido de inmortalidad, entonces se cumplirá la palabra que está escrita: Sorbida es la muerte en victoria. ¿Dónde está, oh muerte, tu aguijón? ¿Dónde, oh sepulcro, tu victoria? Ya que el aguijón de la muerte es el pecado, y el poder del pecado es la Ley. Más gracias sean dadas a Dios, que nos da la victoria por medio de nuestro Señor Jesucristo” (vv.54-56). Jesucristo es la respuesta a la principal causa del envejecimiento y a todas las dudas que se nos presentan sobre la vida porque Él es “la resurrección y la vida”.

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