La puesta en escena de la entrevista Trump-Vance con Zelensky es cruel, pero puede no ser absurda. Es lógico y habitual que en esos encuentros las conversaciones no se hagan ante periodistas ni con ‘usos’ impropios de la diplomacia normal entre personas educadas y países bien avenidos. Si a pesar de costumbres, el encuentro escenificado en La Casa Blanca se hizo como se hizo y sabiendo qué podía pasar, debe haber motivos. El aro por el que han pasado crítica y prensa es tan torpe que, por simple, hay que asociarlo a la capacidad de algunos para advertir algo que esté a un palmo de sus narices. Por eso, conviene entrever la entrevista con un enfoque acorde con los propósitos de los que la diseñaron. Explicar el desencuentro, como lo ha hecho Vicente Vallés en Antena 3 sólo llena parte de un telediario. Adecuarse a algo parecido, como han hecho otros, aunque sea por necesidad, es ruin, no es inteligente, ni basta.
Lo normal es que el encuentro en la Casa Blanca, con Trump y Vance anfitriones y Zelenski invitado, fuera cortés. Mesa grande con acompañantes, papeles y documentos si fueran necesarios. Declaraciones a la prensa únicas o separadas. Y fotos. En su lugar: Mesa pequeña. Sillones juntos. Americanos trajeados, en comandita, manos al aire, aspavientos y mala cara. El ucraniano solo, echado hacia adelante, sin chaqueta, digno y con fotos en la mano. De repente, la cortesía saltó por el aire para convertirse en trifulca. Un follón ante la televisión llevada para recoger y propagar dos frases duras: El juego sin cartas de una Ucrania sin armas, dependiente de la ayuda USA. Y el aviso de peligro a una Tercera Guerra Mundial.
Antes de la reunión, los que iban y los que estaban al tanto, sabían la postura e interés de todos. Estados Unidos había avisado en la Conferencia de Seguridad en Múnich, con Vance, su propósito en el segundo mandato Trump. Primero USA, midiendo compromisos, ayudas y cobros. OTAN aparte, Europa y Ucrania después. En consecuencia, dijo Vance, la UE a pechar con lo europeo, para que los EE.UU., libres, atiendan lo que ocurra en el mundo. Por otra, Zelensky, en rol triple de presidente ucraniano en guerra con Putin, aspirante a meter a su país en la UE y buscando amparo OTAN ante Rusia.
Desde esta situación, los americanos y el ucraniano debían haber visto y preparado lo previsible. Lo inmediato y a plazo más largo. Y lo prepararon. Que los americanos habían estudiado lo inmediato quedó patente con la cita, no tonta, del vestido de Zelensky y la falta de fervor por no ir a la Casa Blanca trajeado. Que el ucranio también lo había hecho se vio en una representación difícil hasta para un actor de teatro. Para el plazo más largo, superior a los cuatro años de mandato de Trump, los americanos los escenificaron con el envite Trump-Vance, sobre el culto a la figura presidente USA, el respeto al Despacho Oval y el agradecimiento por lo hecho por Obama y Biden. Previsto y demostrado, también, en el empaque y gestos de Zelensky. En definitiva, los americanos teatralizaban el acto frente a la UE, Putin y el mundo, buscando un acuerdo posible y económicamente beneficioso para USA. A la vez y con motivos parecidos, el ucraniano interpretaba su estancia en el Despacho Oval, buscando, además de empatía, la ayuda de Europa.
Al terminar, Zelensky, echado a la calle o porque quiso, salió solo. Unos minutos después, apuntó en X algo, preparado y no acorde con lo ocurrido: ‘Gracias Estados Unidos, gracias por su apoyo, gracias por esta visita. Gracias presidente Trump, Congreso y pueblo estadounidense. Ucrania necesita una paz justa y duradera y estamos trabajando justamente para conseguirlo’. Aparte, Trupm, puede que preparado, suavizó tono, marcó postura y amplió expectativas: ‘Quiero un alto el fuego ahora’, la guerra debe terminar ‘inmediatamente’. Zelensky tiene objetivos diferentes a los de Washington, quiere ‘seguir y luchar’, en lugar de buscar una solución pacifica. Si quiere reunirse nuevamente, debe centrarse exclusivamente en la paz y evitar las críticas hacia Putin. ‘Tiene que decir quiero lograr la paz. No tiene que estar ahí parado diciendo Putin esto, Putin lo otro; todo cosas negativas’.
En resumen, Trupm-Vance, sin ganar, impusieron condiciones USA. Zelensky, empático en Europa, perdió el envite Casa Blanca y ganó el relato. Tras la entrevista, la UE hablará en Londres, Bruselas o en cualquier sitio; de acuerdo o en desacuerdo entre todos y con el resto del mundo. Como la relación, por voluntad general, sigue abierta, todo es posible. También el acuerdo USA-Rusia sobre el reparto entre ellos de la riqueza de las tierras raras de Ucrania. Lo siguiente puede ser otra encerrona en la Casa Blanca o algo distinto.
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