En los últimos años, España, al igual que muchos otros países, ha sido testigo de un fenómeno económico sigiloso pero impactante conocido como ‘cheapflación’. Este término describe una estrategia empresarial donde las compañías reducen la calidad de sus productos manteniendo o incluso aumentando sus precios. Aunque puede parecer una táctica comercial más, las repercusiones de la ‘cheapflación’ son profundas y no siempre evidentes para el consumidor medio.

Origen de la ‘cheapflación’
La’ cheapflación’ no es un fenómeno nuevo, pero ha ganado prominencia en tiempos recientes debido a la presión económica creciente sobre las empresas. Con el aumento de los costes de producción, como materias primas y mano de obra, muchas marcas encuentran en la reducción de la calidad de sus productos una manera de preservar sus márgenes de beneficio sin aumentar directamente los precios, evitando así la posibilidad de disuadir a los compradores. Esta práctica se ha intensificado especialmente en períodos de inflación, donde el poder adquisitivo de los consumidores ya está comprometido.
Productos afectados por la ‘cheapflación’ La alimentación es uno de los sectores más afectados. Productos de uso diario como paquetes de cereales, galletas y productos lácteos, entre otros, han visto reducciones en la calidad de sus ingredientes y contenidos, mientras que el empaquetado permanece inalterado. La ropa y la electrónica también sufren de este fenómeno, aunque de manera diferente. En el sector textil, por ejemplo, se observa una disminución en la calidad de los materiales utilizados.
Legalidad y obligaciones de las marcas Respecto a la legalidad, la ‘cheapflación’ no es una práctica ilegal. Se puede reducir la calidad de un producto, siempre y cuando la información brindada al consumidor sea precisa y veraz. Las leyes de protección al consumidor en España exigen que las etiquetas de los productos reflejen fielmente su contenido y características, por lo que las empresas están obligadas a informar de cualquier cambio en las etiquetas. Sin embargo, esta práctica sigue siendo motivo de controversia, ya que no siempre es percibida fácilmente por el consumidor si no se presta atención detallada a la información del artículo en cuestión.

Impacto en los consumidores Los más perjudicados por la ‘cheapflación’ son, sin duda, los consumidores. Muchos no se dan cuenta de los cambios a menos que comparen detenidamente las etiquetas y el contenido de productos previamente adquiridos. Esto puede llevar a una sensación de engaño y pérdida de confianza hacia las marcas. Además, esta práctica puede tener un impacto mayor en las personas con menos recursos, quienes podrían no permitirse optar por productos de mayor precio o mejor calidad.
La importancia de ser consumidores informados La ‘cheapflación’ nos habla de la necesidad de ser consumidores informados y vigilantes. Es muy importante leer detenidamente las etiquetas y estar al tanto de las nuevas prácticas que van apareciendo en el mercado.
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