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La carguitis y las feministas

Luís Agüero Wagner
Luis Agüero Wagner
martes, 9 de febrero de 2010, 05:18 h (CET)
Según el escritor paraguayo Helio Vera, la carguitis es una patología que ha sido objeto de numerosos estudios científicos, los cuales han revelado que el virus causante de la enfermedad habita en la bahía de Asunción, capital del Paraguay. De allí que ataque especialmente a sus vecinos, es decir, a los principales edificios del gobierno paraguayo.

Si bien la humorada de Vera ha tenido una extendida vigencia en el pasado, es innegable que bajo el actual gobierno, del cura con hijos Fernando Lugo, es que ha demostrado un caso particularmente típico, que merecería ser estudiado en los trabajos prácticos de semiología con fines pedagógicos.

CARGUITIS Y CONCIENCIA DE GÉNERO
Cuando el cura Fernando Lugo asumió sus relaciones con jovencitas en su obispado, siendo cura, nadie pensó que seguirían en sus cargos ministras como Gloria Rubín o Liz Torres, de la mujer y de la adolescencia, respectivamente. Nos equivocamos, pues no logramos medir en su justa dimensión la angurria por el zoquete que embargaba a estas funcionarias, fieles a la tradición machista y autoritaria del Paraguay.

La renuncia, dicen los estudiosos de la paraguayología, no existe en el léxico ni en la mente de los paraguayos (ni de las paraguayas). La renuncia se da en otras circunstancias, como lo explica el escritor Helio Vera: Renuncia es, según su diccionario paraguayológico, la "denominación oficial que se da a la salida de un alto funcionario que ha sido echado de su cargo a puntapiés".

La conciencia de género no cuenta, obviamente, entre los motivos para dejar un cargo, y hasta las feministas son capaces de tragar sapos y allanarse a la aceptación social del estupro y la violación, discurso oficialista del actual poder arzobispal del Paraguay.

Otra exponente del género femenino en el gobierno del cura Fernando Lugo, Mercedes Canese, no ha tenido escrúpulos suficientes como para rechazar un cargo en un gobierno al cual sólo acceden las amantes de mérito, y donde no se sabe cuántos ministros y altos funcionarios son hijos encubiertos del cura.

Las consecuencias de su acceso al vice ministerio de minas y energías no se hicieron esperar: cortes, pestañeos, y otros signos de total incapacidad para ejercer el vice ministerio de energía.

Todo sea por preservar el chonguismo y zoqueterismo como forma de gobierno, algo de lo cual los de la vice-ministra antepasados son dignos exponentes.

EXHORTO SIN ECO
La diputada Olga Ferreira, la única voz con sentido de género que se escuchó en el parlamento, afirmó que el obispo Fernando Lugo debía pedir perdón a las mujeres por sus agravios. Fue luego que el clérigo-presidente afirmara que con el descubrimiento de que había embarazado a varias mujeres siendo cura había aumentado su atractivo hacia el sexo opuesto.

El pedido, obviamente, no tuvo mucho eco entre las feministas que rodean al abusador de niñas pobres de San Pedro.

La diputada también señaló entonces que el cura Lugo tenía varios otros casos de paternidad irresponsable ocultos, sin que nadie se escandalice.

Denunció entonces que una mujer se encontraba embarazada del mandatario. La parlamentaria comentó que uno de sus familiares se acercó a ella para informarle del nuevo supuesto caso de paternidad del presidente.

La embarazada habría sido ubicada en un puesto en una entidad binacional, señaló la legisladora, esperando alguna reacción. Todo fue en vano.

Las escandalosas revelaciones no movieron un pelo a las ministras del área, muy ocupadas en disfrutar de los privilegios de su cargo, los viajes de placer y sus negocios.

Todo lo expuesto me hace reflexionar sobre lo que expresara Oscar Wilde refiriéndose a las mujeres: la intuición femenina es un maravilloso instinto que les permite descubrir todo, menos lo obvio. ¿Será verdad?

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