Filmin estrena el próximo 21 de marzo, en exclusiva en plataformas digitales, “Tiempo compartido”, la nueva película de Olivier Assayas (“Personal Shopper”, “Viaje a Sils Maria”) que tuvo su premiere mundial en la Sección Oficial de la Berlinale y fue seleccionada en la SEMINCI. Además, pasó por cines españoles el pasado noviembre de la mano de ADSO Films.

Protagonizan la historia Vincent Macaigne (“Crónica de un amor efímero”) y Nora Hamzawi (“Dobles vidas”), colaboradores habituales del cine de Assayas que ya compartieron plano en “Dobles vidas” (2018) y en la serie “Irma Vep” (2022). Junto a ellos, la pareja formada por Micha Lescot (“La gran juventud”) y Nine d’Urso (“El sucesor”) completan el reparto.
“Tiempo compartido” habla de la herencia cultural y familiar a través de cuatro personajes confinados en una casa de campo durante la primavera de 2020, en pleno Covid. El personaje principal, Paul (Macaigne), que se inspira en el propio director, es un cineasta maniático y nostálgico. Su hermano, Étienne (Lescot), es un crítico musical. Ambos, junto a sus respectivas parejas (Hamzawi y d’Urso), se encuentran en la casa familiar, lugar en el que pasaron su infancia y adolescencia. En el jardín que la rodea discuten, se emborrachan, leen libros de Gallimard y reviven fantasmas del pasado. Assayas lo explica así: “A menudo, y quizá siempre, hablo de fantasmas en mis películas. (...) Ni Paul ni Étienne están en casa; están en casa de sus padres. Ambos tienen una relación diferente con estos fantasmas. Étienne ha renovado su habitación para deshacerse del pasado. La ha modernizado. La ha devuelto al presente. Paul, en cambio, tiene una relación no resuelta con el pasado. Y en lugar de distanciarse de él, hace lo contrario, trabaja en sí mismo para sumergirse en el pasado y así poder lograr vivir en la habitación de su madre”.
La casa en la que se rodó es, de hecho, la vivienda real del director, quien comenta que fue él mismo el encargado de decorar las estancias: “He vivido con estos objetos, los conozco, sé de dónde vienen, sé cuándo los compró mi padre. (...) En el salón, hay un autorretrato de mi abuelo, un retrato de mi abuela hecho por mi abuelo, y luego una niña pequeña, mi madre, pintada por su padre. Es sin duda esta dimensión la que más me conmueve porque desordena el tiempo y el espacio”. Así, Assayas convierte lo autobiográfico en el motor de una comedia rohmeriana que, a través de la nostalgia, captura el espíritu de su generación de intelectuales.
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