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¿Para qué albedrío?

Antes morir, que perder la vida
Francisco J. Caparrós
martes, 1 de noviembre de 2016, 11:55 h (CET)
Para buena parte del hemiciclo parlamentario, Rufián hizo honor a su nombre comportándose como un ídem durante su intervención parlamentaria, el sábado 1 de octubre. En una sesión de infausto recuerdo para socialistas y ciudadanos, el nuevo enfant terrible de Izquierda Republicana no escatimó en esfuerzos para dejar, a la altura del betún, la sorprendente decisión que ha tomado finalmente el PSOE con la excusa de que unas nuevas elecciones reforzarían, más aún, la posición de privilegio en la que les situaron los pasados comicios.

Aunque sabemos que Mariano Rajoy y su camarilla es capaz de eso y de más, sólo hay que echar un vistazo a los cuatro años pasados para convencernos de ello, muy mal tienen que gobernar de aquí en adelante para que aquellos que, aun así, depositaron su confianza a pesar de la retahíla de desmanes cometidos por la formación azul contra quienes no cuentan ni mucho ni poco en una sociedad creada al amparo y albur de los poderes fácticos, reprima su voto; y ni aun así.

No voy a negar que me pareció a mi también un tanto excesivo el lenguaje utilizado por el señor diputado, desde diciembre pasado y por la Ciudad Condal. Existen, sin duda, alternativas a ese lenguaje soez para decir exactamente lo mismo sin necesidad de ofender más que lo justo y con tiento para que la bancada que ocupa tu partido te jalee, pero mucho me temo que no era esa su intención sino bien al contrario, es decir, hurgar en la herida abierta para extraer todo el rédito político posible de una situación a todas luces hoy irregular, pero que con el tiempo puede llegar a normalizarse. Tiempo tendrán más adelante en la bancada socialista, para llegar a discernir qué han hecho mal, si es que verdaderamente lo han hecho.

Que conste, sin embargo, que no se lo reprocho. Si tuviese yo el valor y la soltura que se precisa para ello, seguramente haría lo mismo, aunque como ya he dicho la confrontación no es mi estilo. Pero sí, a mi juicio el tal Rufián no anda nada desencaminado, aunque de eso ya se darán cuenta en el PSOE cuando sus gerifaltes hayan dejado a un lado las luchas de poder. Mientras tanto a las bases les tocará sufrir, observando como una parte tan importante de la izquierda española se va desangrando así, sin más.

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