Llega a Netflix la nueva versión de la dramática El cuervo que ya protagonizó Brandon Lee bajo una estela de dramatismo añadido a lo que se ha convertido en una película de culto para los fanáticos de los noventa.
El cuervo 1996: la muerte real de Brandon Lee, una película de culto.
La historia nos expone un asesinato en la que un policía negro como protagonista relata al espectador de forma subjetiva lo que ha sucedido, a modo de lamento. De una forma muy teatral. Se van intercalando imágenes a modo de Flashbacks que le evocan al espectador unas semanas o meses pasados, sin necesidad de diálogo, conocemos a los protagonistas que han sido salvajemente asesinados, Erik Craven y su prometida Shelly la noche anterior a Halloween, que a su vez, son amigos de Sara, hija de una prostituta, en plena adolescencia.
La película, tiene una marcada estética ochentera con planos muy cercanos , un estilo oscuro gótico con toques de Buffy Cazavampiros, música rockera de la época , piercings , tatuajes y melenas. Incluso algo de vampiresca.
Nos presenta a unas almas torturadas, atormentadas con un halo de nostalgia en la narrativa y la inconfundible referencia a los cuentos de Poe con el protagonismo del cuervo.
Tiene ese romanticismo trágico de las almas en pena de Romeo y Julieta, de los antepasados y fantasmas que se reencuentran en cementerios bajo los destellos de la luna y el crepitar de los árboles.
Y la fantasía oscura de los cuentos que culminan con retos en duelos con espadas sobre los tejados de iglesias góticas donde los malos caen a abismos y son atravesados por los cuernos de las pérgolas
El Cuervo (2024): Un remake que lucha por encontrar su alma
En esta versión dirigida por Rupert Sanders, Bill Skarsgård asume el papel de Eric Draven, un hombre que regresa de la muerte para vengar la brutal muerte de su prometida, Shelly Webster, interpretada por FKA Twigs.
El primer gran desafío de esta adaptación es la sombra de la película original, que se convirtió en una obra de culto. El Cuervo de 1994, a pesar de la tragedia en su producción (la muerte de Brandon Lee en un accidente en el set), logró capturar la esencia de la oscuridad del alma humana, la venganza y el dolor. La nueva versión de Sanders parece no poder replicar esa intensidad.
Narrativamente, el reboot sigue la estructura básica de la historia: un hombre resucita tras su muerte y busca venganza. Sin embargo, el guion en esta versión parece carecer de la misma profundidad emocional que hizo que la original fuera tan poderosa. Aunque el sufrimiento de Eric Draven y su deseo de justicia están bien retratados, no existe esa conexión visceral con el público que hizo que el personaje de Brandon Lee fuera tan inolvidable.
Estéticamente, la película tiene algunos momentos visualmente impactantes. La atmósfera sombría, las luces y sombras contrastadas, y la ciudad oscura y lluviosa aportan ese toque gótico y visceral que siempre fue central en la franquicia. Tiene algunos planos interesantes que recuerdan a la original sobre todo en lo que respecta al cuervo acompañando a Erik o la salida del funeral de Shelly con un plano picado y paraguas que representan esa oscuridad pero en general no respeta ni la estética ni el tono original. Sin embargo, estos aspectos visuales no logran compensar la falta de un verdadero impulso emocional en la narrativa.
Las actuaciones, si bien correctas, no alcanzan el nivel de misticismo y tragedia que los personajes requieren. Bill Skarsgård, conocido por su papel como Pennywise en It, aporta su usual presencia inquietante, parece más un niño asustado que un hombre traumatizado con sed de venganza. No termina de meterse en la historia.
FKA Twigs, por otro lado, se muestra más como un símbolo del sufrimiento de Shelly, sin aportar la misma carga emocional que los fans esperaban.
El legado de "El Cuervo" original se siente en cada rincón de esta película, y por momentos parece que esta versión está intentando calzar en zapatos que no le pertenecen. En lugar de añadir algo nuevo o significativo a la historia, el remake parece simplemente seguir los pasos de la primera, mientras trata de hacer una especie de homenaje visual.
Aunque va ganando intensidad y ritmo a medida que avanza la película pero aun así no consigue estar a la altura de su predecesora. Tampoco convence el despliegue de efectos a lo “kill Bill” hacia el final. No es necesario y no respeta el tono del guion original.
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