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Opinión
Etiquetas | Copo | 2017

Venga ya, a currar

El amor que traspasa a la caridad y nos convierte en iguales
José García Pérez
martes, 10 de enero de 2017, 00:32 h (CET)
Se acabaron los festejos desde la Nochebuena a la Nochevieja y los que abarcaron la semana que fue de Añonuevo a los Reyes Magos, incluidas las propinas laborales por coincidir algunas festividades en domingo y trasladarlas a días laborales.

Toca trabajar, maldición impuesta por el Dios bíblico a Eva y Adán por degustar una prohibición en forma de manzana al tiempo que el mundo cristiano ha despilfarrado la extra entre bebidas y comilonas, mientras algunos, los menos, celebraba este rosario de fiestas como la Iglesia manda y los más como la crisis impone.

Ahora emerge la figura sacrosanta del maestro que acoge a la chavalería para enseñarle las cuatro reglas y leer y escribir, hechos casi imposibles de ser realizados debidamente con tantos móviles, maquinitas y ahorros de palabras, la “k” por el “que”, y nunca llegarán a saber vuestros hijos o nietos que cuarenta y cinco por cuarenta y cinco son dos mil veinticinco sin necesidad de calculadoras y cosas por el estilo.

Los que no trabajan, salvando a los millones que no lo hacen aunque lo desean, son los padres y madres de la patria que se toman el mes de enero de vacaciones sin tener que acudir al Parlamento para debatir sobre los Presupuestos Generales del Estado y el 0,25% de subida al ejército de jubilados que, a pesar de la cortedad del aumento salarial, dan gracias a lo poco ahorrador que ha sido Mariano al seguir sacando las últimas perras de la mal llamada hucha de las pensiones.

Y ahora vuelta con todo, o sea, con lo mismo de hace siete u ocho días, o sea: a protestar tímidamente, a estar sumisos ante la desigualdad existente, a contemplar la desaparición de la clase media y la mileurista, mientras se instala definitivamente la precariedad salarial como forma “normal” de vida.

Que no falte el amor de verdad, el de darse al otro en la ayuda precisa para tirar del carro de la igualdad; el amor que traspasa a la caridad y nos convierte en iguales en derechos y oportunidades, y si fuese posible en “chollos” como los de nuestros supuestos salvadores.

Venga: ánimo, salud, justicia, vergüenza y tolerancia, esta última sin pasarse no sea que nos tomen por “primos”.

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Antes de todo, el mundo quiere paz, no guerra en los diferentes estilos o formas. No solamente con balas se mata. Esto que me atrevo a escribir para el mundo es por el bien de los pueblos. Desde hace más de cuatro décadas me he preguntado acerca de la inconformidad de la gran mayoría de medios de comunicación social y de ciertos “políticos”, ¿por qué no están de acuerdo con la administración de gobierno que esté de turno?

Mientras esperamos los aranceles exteriores del emperador, hablemos de los aranceles interiores que nos golpean sádicamente. Como cuando la vicepresidenta primera del Gobierno y ministra de Hacienda, María Jesús Montero, justifica que la nueva tributación a la gente que cobra el Salario Mínimo Interprofesional (SMI) es para “acompasar la fiscalidad”.

Según una encuesta del CIS, la buena educación, la tolerancia y el respeto hacia los demás son los valores que los españoles consideran más importantes a la hora de educar a sus hijos. Visto de otro modo: para la mayor parte de la sociedad, la falta de tolerancia y de respeto hacia los demás es algo criticable.

 
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