A lo largo de nuestras vidas son unas cuantas las ocasiones en las que nos ponemos alguna que otra trampa, nos engañamos a nosotros mismos con largas justificaciones, explicaciones racionales y un sinfin de excusas…
Veo esto muy a menudo en el trabajo de cada día con mis clientes, pero también lo veo en mí mismo, soy un especialista en engañarme a mí mismo. Es posible que a ti también te ocurra.
Las trampas vienen cuando asocias a un acto una consecuencia que no necesariamente tiene por qué ser así. Por ejemplo: Que mi empresa crezca va a hacer que tenga menos tiempo para mi familia. Es una trampa común en muchos pequeños o medianos empresarios que conozco. Asocian el hecho de crecer a vivir peor (a mí también me ocurre, por cierto).
Sin embargo ¿habría alguna forma de crecer en la cual no necesariamente uno tenga que vivir peor? Seguro que sí, conozco algunas: mejorando tu liderazgo, contratando más recursos, formando a las personas, delegando responsabilidades (y no tareas)…
Lo que hacemos es una asociación causa-efecto, es así como se le llama en PNL. Es algo así como establecer un efecto a una causa que no está probado.
Esta mañana he salido a correr antes de empezar a trabajar: 41 minutos intensos, 8kms a unos 5’12″el kilómetro. Este año mi objetivo era salir a correr 90 veces y ya llevo 21, podríamos decir que estoy super motivado con este hábito. La cuestión es que hace unos meses me engañaba a mí mismo diciendo: “Si hago deporte tendré menos tiempo para trabajar y la agenda está muy llena”
Lo segundo es cierto, la agenda está hasta arriba. Estoy tecleando a las 8:00 y hoy finalizaré a las 21.00. Mañana también. Cuando dirijo programas con Latinoamérica, mis horarios se alargan por la tarde más de lo que desearía ya que el día laboral en Colombia, Ecuador o México empieza unas cuántas horas después que el nuestro.
Pero lo primero no es cierto, es una asociación causa-efecto que yo hacía erróneamente: “Si hago deporte tendré menos tiempo”. Bajo una forma de pensar lineal y racional, es así. Pero no es la realidad, el deporte me hace más productivo y puedo dar mucho más de mí mismo durante el resto del día si hago deporte.
¡Es todo lo contrario! Hacer deporte me hace más productivo. Menos sensación de fatiga durante el día, mayor focalización, reducción del estrés, menos pérdida de tiempo, más vigorosidad…
Cuando dejas de engañarte a ti mismo con una asociación de este tipo, tu vida va a mejor. Ya no hay problemas, ahora encuentras soluciones. Ahora hacer deporte o no hacerlo no te deja con un sentimiento de culpa, “no debería”, “no tengo tiempo”. Ahora todo es más fácil: “como quiero ser más productivo, voy a salir a hacer deporte”, “Voy a disfrutar de este momento en el que estoy haciendo deporte, esto me hace tener mejores resultados”.
La cuestión es que este ejemplo banal que te pongo, quizás también a ti te ocurra con otras cosas. Muchas personas que conozco viven situaciones similares, hacen asociaciones de todo tipo:
Si invertimos en formación, las personas perderán demasiado tiempo de su trabajo.
Si me voy a un lugar inspirador e invierto un día con mi equipo en pensar y compartir exclusivamente, eso nos hará menos productivos.
Si le digo a este cliente que no, el resto de clientes empezará a caer como un castillo de naipes.
Si invierto en una tecnología extraordinaria para mi negocio, será un gasto innecesario.
Si no limito los horarios las personas dejarán de asumir su responsabilidad.
Si dejo que mi equipo teletrabaje, las personas bajarán su nivel de exigencia.
Si muestro mi parte más amable y buena persona, los demás me tomarán por blando.
Si despido a esa persona (C-), los demás me tomarán por un jefe autoritario.
Son muchos de los temores que escucho cada día, asociaciones causa-efecto que no están probadas y que no hacen más que ponerte la zancadilla.
La forma de desmontar la asociación causa-efecto siempre es mediante una pregunta: ¿Cómo llegas a esa conclusión?
Que tengas un gran día.
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