Antoni Guiral (Barcelona, 1959) es periodista, divulgador, guionista, ensayista e historiador del cómic. También ha comisariado exposiciones, impartido cursos, editado libros y dictado conferencias siempre sobre el mundo del tebeo, que es de lo que sabe y le gusta. Entre sus obras se cuentan ‘Cuando los cómics se llamaban tebeos’, ‘Los tebeos de nuestra infancia’, ‘El gran libro de Mortadelo y Filemón’, ‘El mundo de Escobar’ y ‘El universo de Ibáñez’.
Herme Cerezo / SIGLO XXI
Actualmente, dirige y escribe la enciclopedia titulada ‘Del tebeo al manga: Una historia de cómics’ y la colección ‘TBO’, un excelente recopilatorio de los mejores almanaques y números extraordinarios de aquel semanario, que acuñó el término que define al género de la historieta en nuestro país. Si a lo largo de su trayectoria algo distingue a Antoni Guiral es su amor por la desaparecida Editorial Bruguera, cuya historia y trastienda ha explorado como nadie. En esta línea, recientemente ha publicado ’By Vázquez. 80 años del nacimiento de un mito’, una excelente biografía sobre el popularísimo dibujante, madrileño de origen y barcelonés de adopción y profesión. Acerca de este libro, la situación del cómic en España y algunas otras cosas pude conversar, largo y tendido, con Antoni Guiral, don Antonio, para qué engañarnos. Estas fueron sus respuestas y mis preguntas.
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En la presentación del libro 100 años de Bruguera.
| Antoni, después de tantos años leyendo tebeos y escribiendo sobre ellos, si haces un alto y miras hacia atrás ¿cómo se ve el camino recorrido desde entonces por los tebeos en España?
Creo que el camino ha sido retorcido, lleno de baches, con muy malas curvas y con senderos que no llevan a ninguna parte. Cuando empecé a leer tebeos, hacia 1965, la industria empezaba a flaquear; no tenía nada que ver con la de la década de los cincuenta, momento en el que se editaron y vendieron muchos tebeos, algunos de ellos de magníficos contenidos. Con el tiempo, el mercado ha ido hacia delante y hacia atrás. Entre finales de los sesenta y mediados de los setenta hubo momentos de auténtica confusión: muchos títulos extranjeros traducidos, poca producción nacional que no fuera la de humor (Bruguera, TBO y Valenciana, sobre todo) y una etapa de transición, tanto política como editorial, en nuestro caso hacia la historieta de autor “para adultos”, y pongo “para adultos” entre comillas, porque parte de lo que se publicó entre finales de los setenta y primeros de los noventa era, en realidad, material para lectores juveniles. El famoso “boom” se deshinchó muy rápidamente, fue un pálido reflejo de lo ocurrido en Francia o Italia. Luego, en los noventa, nuevos momentos de confusión por parte de la industria, buscando fomentar el formato comic-book, también a nivel de producción nacional, mientras las historietas norteamericanas seguían acaparando el mercado, ahora con propuestas más realmente para a mediados de los noventa, sufrir una pequeña crisis y, luego, estabilizarse con el formato de tomo. Hoy por hoy todo es muy distinto: la revista casi ha desaparecido, al menos como se entendía antes; el comic-book, como producto de grapa, también está por desaparecer; motiva la novela gráfica, término que se aplica a todo lo que es en formato de libro, sin distinciones, y el manga sigue su curso, aunque cayendo lentamente. Eso sí, hoy la oferta es muy apreciable en cuanto a cantidad distinta de títulos, pero las tiras medias han bajado mucho. Vamos, que el camino ha sido tortuoso.
“El Bronx es uno de los barrios más conflictivos de la ciudad de New York. Entre sus inquietas calles dio sus primeros pasos Will Eisner, un chico que muy pronto aprendería el verdadero significado de “la ley del más fuerte”. En 1936, cuando todavía contaba 19 años, Eisner consigue su primer trabajo como profesional de la historieta en aquella América que, a pesar de la todavía reciente “gran depresión”, se reafirmaba como la tierra de las grandes oportunidades”. ¿Reconoces este fragmento? Fue publicado en septiembre de 1988 y lo escribiste para las aventuras de ‘The Spirit’, editadas por Norma Editorial. Como no podía ser de otro modo, fuiste el coordinador de la serie, ¿qué recuerdos guardas de aquel trabajo?
Muy buenos, la verdad. Para mí fue una ocasión para acercarme a la edición de uno de mis clásicos favoritos. Creo que en líneas generales se hizo un buen trabajo, sobre todo por la calidad intrínseca de la obra de Will Eisner, por supuesto, pero también se intentó aportar información que complementase esa obra, escrita por plumas muy diversas. Yo al menos aprendí mucho de esta experiencia.
Con tu amor por el cómic, podrías haber escrito guiones o, incluso, dibujar tus propias historietas. Sin embargo, escogiste el camino de la historia del cómic, del ensayo, ¿por qué esta elección?
Más que una elección, creo que fueron las circunstancias, al menos en parte, las que me han llevado hasta donde estoy ahora. De pequeño dibujaba mucho, y tenía claro que quería ser historietista. Pero lo cierto es que también me interesaban las secciones sobre cómics de las revistas, me miraba mucho los créditos, conocía a los autores, incluso editamos con un amigo nuestra propia revista o fanzine, con 12 años, y me compraba las pocas publicaciones teóricas sobre cómics que aparecían. Fue a partir de mis 22 años que decidí dar un paso adelante para convertirme en guionista y dibujante de cómics, coincidiendo con el inicio del “boom” de la historieta de autor. Me preparé concienzudamente, pero como dibujante jamás pasé al aspecto profesional. Al mismo tiempo, empecé a editar y escribir mi propio fanzine, ‘Funnies’, con mis historietas pero también con textos divulgativos. Poco después tuve la suerte de ejercer de técnico editorial en Norma, aunque no dejé de escribir guiones y textos informativos. En un momento dado, me ganaba la vida como guionista de historietas, pero eso duró muy poco tiempo. Nunca abandoné la escritura, lo que fui alternando con tareas de editor en varias empresas editoriales. De hecho, ahora mismo sigo en ello; o sea, escribiendo artículos y libros, impartiendo conferencias y cursos y en tareas de técnico editorial.
Diriges colecciones, editas una historia del cómic, haces prólogos, escribes biografías, libros sobre la historia del cómic, das conferencias, participas en los salones, ¿se puede vivir del cómic en España sin ser dibujante o guionista?
Buena pregunta. De entrada creo que hoy mismo como historietista exclusivamente muy pocos viven de la historieta en España, a no ser que añadamos a quienes trabajan para editoriales extranjeras. En mi caso sí vivo sólo de la historieta, ésa sí ha sido una opción personal. Tal vez por egoísmo, por escoger vivir de aquello que te gusta, de lo que disfrutas, lo que crees que haces mejor. Vivir, se puede vivir haciendo todo lo que tú has expuesto en la pregunta (y más cosas), pero te aseguro que más bien se sobrevive; trabajo muchísimas horas y ese trabajo no me rinde a título económico. Siempre he tenido muchos problemas para subsistir, sólo puedo aspirar a la supervivencia, al día a día, y la verdad es que eso agota y, de alguna manera, te quema. Trabajas mucho y no ves rendimiento económico, ni siquiera creo que mi labor despierte mucho eco social, mucho interés, ni entre la misma profesión, la verdad. Tras casi 30 años de profesional, todavía hay mucha gente en el mundillo que no sabe qué hago, aunque sepan quién soy. Más de una vez me he planteado dejarlo e intentar vivir de otra cosa. De hecho, siglo planteándomelo.
Aunque tus conocimientos son muy amplios, ¿qué te atrae especialmente del entorno de Bruguera?
De alguna manera, todo. El aspecto editorial, creativo e industrial, por supuesto, pero también el social y el personal. Aquella editorial fue un emporio lleno de luces y de sombras, y creo que sólo hemos atisbado una parte muy pequeña del total. Siempre quedan cosas por descubrir y por hacer para desentrañar esa maraña de trabajos, sensaciones, de vivencias.
¿La edición de los ‘Clásicos del Humor de Bruguera’, ‘By Vázquez’, ‘Tebeos censurados’ de Vicent Sanchis, la película ‘El Gran Vázquez’ de Óscar Aibar, es una forma de devolverle a Editorial Bruguera todos los buenos ratos que nos hizo pasar a los que ya peinamos canas?
Sí, pero es una parte muy pequeña. Digamos que en estos últimos años se ha vivido un revival de Bruguera, pero esos revivales suelen ser coyunturales, y eso da miedo. Mi libro sobre Vázquez sólo fue posible porque Óscar pudo hacer su película, de otra forma no hubiera podido publicarse. En España no interesa el patrimonio cultural, y menos si es de nuestra cultura popular. Hemos sido muy injustos con esa herencia; sólo le hemos devuelto las migajas. No hay una política clara al respecto de las reediciones, ni un orden, ni una filosofía. Muchos de nuestros tebeos van a perderse en el olvido a medida que vayan desapareciendo las generaciones que los leíamos. Es así de crudo.
Todo este despliegue ¿a quién va dirigido: sólo a nostálgicos o al aficionado al cómic en general?
A ambos. Depende del planteamiento de la editorial. Un coleccionable va dirigido, en principio, a un público muy amplio, también a los nostálgicos y a los aficionados, pero sobre todo a la gente que en algún momento de su vida leyó esos tebeos. La sensación es que una edición dirigida sólo a nostálgicos y aficionados puede no ser rentable; de hecho, así ha ocurrido hasta ahora con muchas de ellas, no con todas, por suerte. Creo que la propuesta que se haga a la hora de reeditar material, proceda de donde proceda y tenga el formato que tenga, ha de pensar en toda clase de público. Y se ha de hacer igual de bien, tratando con respeto a todos los lectores, pero también a los autores y a sus obras. Unas ediciones serán más económicas por un tema de producción y de tiradas, otras serán más caras, pero el objetivo tiene que ser común: llegar al máximo de personas posible y, sobre todo, ser conscientes de que hemos de recuperar nuestro legado cultural y mantenerlo vivo.
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Libro de 'By Vázquez'.
| Nos centramos en tu libro ’By Vázquez. 80 años del nacimiento de un mito’. El trabajo de documentación debe haber sido muy importante, ¿cómo te planteaste su desarrolló?
En diversas direcciones. Por un lado, me documenté con todo lo que encontré impreso o en pantalla escrito sobre Vázquez (y dicho o escrito por él). Por otro, recurrí, gracias al permiso de Ediciones B, a su archivo, para revisar los tebeos que publicó para Bruguera. Por supuesto, hablé también con personas que le habían conocido a nivel profesional y personal, incluyendo sus hijos. Y analicé sus historietas y su estilo ya que, como digo en mi libro, lo que más me interesa de Vázquez es su obra.
Desde tu punto de vista como aficionado y entendido del cómic, Vázquez, ¿realmente fue ese genio de la historieta hispana que todos cuentan y admiran?
Lo fue, no lo dudes. Ocurre que Vázquez ha sido víctima de su leyenda. No hay profesional que no tenga una anécdota suya que contar sobre su picaresca. Y como la leyenda la fue forjando él mismo en su obra y en su vida, se entiende que sea así. Pero más allá de todo ello está el creador, la persona de talento e inteligencia que, de forma natural, consiguió realizar algunas de las mejores páginas de humor de la historieta española.
¿La aportación de Vázquez fue más importante como personaje, pintoresco y característico, casi un pícaro, de la vida real o como creador?
A mi juicio como creador. Es cierto que como “personaje pintoresco y característico, casi un pícaro”, su aportación, y la de quienes se han hecho eco de su leyenda, es alta, pero lo que quedará, creo, es su obra.
Hay quien piensa que resulta más interesante el Vázquez que dibujaba historietas para Bruguera que el que lo hizo en publicaciones para adultos, ¿qué opinas de esto?
Los dos presentan puntos de interés, pero yo me quedo con el Vázquez “brugueriano”. Tal vez porque en sus mejores momentos creativos estaba colaborando para Bruguera, tal vez porque su forma de protestar, de enfatizar la vida, de provocar, luzca mejor en historietas teóricamente dirigidas a lectores menores de edad, aunque en realidad, a ese nivel, sus trabajos tenían siempre una doble lectura, como algunas de las grandes obras maestras de la historieta. En su trabajo para adultos, Vázquez aportó cosas, pero su propuesta era muy directa, perdió sutilidad con respecto a historietas anteriores. Y, gráficamente, aunque desarrolló un estilo perfecto para la historieta dirigida a los adultos, algunos de sus mejores momentos en la evolución de su trabajo están en la historieta “infantil-juvenil”.
En plena dictadura, un sujeto como Vázquez suelto por la calle lo tenía difícil, ¿cómo lo hizo para sobrevivir con tanta trampa (y tanta policía)?
Era un lince. Una persona muy lista, brillante por momentos, y también muy egoísta. Y utilizaba esa peculiaridad para vivir como quería y, en gran medida, evitar la represión de aquellos momentos. No olvidemos, de todas formas, que si pudo hacer todo lo que hizo fue gracias a que poseía el don de escribir y dibujar historietas excelentes.
Dices en el libro que Vázquez, al final, fue víctima de su propia leyenda, ¿se sintió socialmente rechazado el dibujante madrileño en sus últimos años de vida?
No lo conocí tanto como poder confirmar este aspecto. Lo que sí creo es que esa leyenda acabó por exigirle un “mantenimiento” que, en algunos momentos, ya no le apetecía, que a veces actuaba en contra de su instinto, pero a favor de su leyenda. Tuvo la mala suerte, además, de que sus últimos años coincidieron con los de nuestras cíclicas crisis de la historieta y, no lo olvidemos, él era básicamente historietista, aunque podía haberse ganado perfectamente la vida como ilustrador. Pero escogió los tebeos.
La mayoría de personas que trataron a Vázquez guardan buen recuerdo suyo, aunque les tomara el pelo de mala manera, ¿tenía este hombre un magnetismo especial que le hacía caer bien a los demás?
Sin duda, lo tenía. Era una persona que se hacía entrañable, por su actitud, pero también porque a veces actuaba con el corazón. Vázquez, como todo ser humano, era una persona con muchas luces y sombras, muy difícil de clasificar. Todo depende de la experiencia que haya tenido cada uno con él.
Veo que algunos dibujantes de la escuela Bruguera (Escobar, Peñarroya, Cifré, Conti, etcétera) salen muy bien parados. Sin embargo, el que mayor fama y éxitos ha conquistado, Francisco Ibáñez, últimamente parece el menos interesante (hasta en la película de ‘El gran Vázquez’ lo pintan casi como un poco bobo), ¿a qué obedece esto? ¿Era así en realidad o se le ha caricaturizado un tanto?
Ocurre, creo, que Ibáñez ha sido una persona que se ha pasado la vida anclado en su tablero de dibujo, trabajando. Por tanto, ha hecho muchas menos relaciones públicas que otros, ha vivido menos “fuera” de la profesión, de la dedicación a la realización de páginas de historieta. Pero yo no creo que eso le haga menos interesante, al menos desde el punto de vista de autor. Sobre Ibáñez se generaliza en exceso, y ha pasado por muchas etapas creativas, aportando cosas muy interesantes a la historieta de humor y, sobre todo, concediéndole un estatus de producto popular que se mantiene. Llegar hasta ahí tiene un mérito enorme.
¿Cómo es el momento actual del cómic español: bueno, malo, regular, podría mejorar …?
Es complicado generalizar. Si hablamos de la historieta producida en España, hay una doble cara. La creativa, que sigue siendo buena porque hay autores excelentes trabajando y otros jóvenes que apuntan cosas muy interesantes; la industrial, que está de capa caída porque la producción es muy baja con respecto a los años cincuenta a los ochenta, por ejemplo. Tenemos un claro problema de mercado, y un despiste evidente, porque no sabemos encontrar fórmulas editoriales para potenciar nuestra historieta. Además, está el cómic online, un tema muy complejo relativamente reciente, con el que no sabemos qué va a ocurrir.
Hemos pasado de 7.000.000 de tebeos vendidos al mes en una época ya muy lejana, a la práctica inexistencia de publicaciones juveniles, ¿qué hay que hacer para recuperar una parte de aquella situación? O, acaso, ¿estamos ante un problema irreversible? ¿Habría que buscar nuevas vías para que los niños se acerquen a los tebeos?
La sensación que tiene todo el mundo es que estamos ante una situación irreversible. El hecho de que además de en casa y en sus momentos de ocio los más jóvenes apuesten sobre todo por las pantallas, se une a que en las escuelas e institutos se potencian esas pantallas, por lo que se pierde la opción de recuperar o de interesarse por el papel. Creo que existe todavía la opción de acercar los tebeos a los más jóvenes, pero apenas se están dando pasos en ese sentido. Es un trabajo de la familia, de la escuela, de la sociedad en su conjunto, y no olvidemos que en España, a nivel general, en la calle, la historieta sigue estando considerada un producto menor. Hay claros esfuerzos a todos los niveles por reivindicar el medio (bibliotecas, escuelas, cursos, películas, ciertas ediciones…), pero me da la sensación de que no son suficientes. Para recuperar esa situación, o para encontrar una nueva, mucha gente debería mentalizarse en este país. Y no parece que estemos por estos derroteros.
Actualmente, ¿las editoriales apuestan por autores españoles con suficiente fuerza?
Yo creo que no. Algunas lo hacen con bastante interés y buen tino, pero no las suficientes. Pero entiendo que en estos tiempos apostar por productos nacionales es complejo. Comprendo que las editoriales tienen que hacer sus inversiones en este sentido, y que deben buscar fórmulas para que sean rentables. Por eso es más sencillo publicar material adquiriendo derechos a empresas extranjeras. La inversión es menor y más segura. Pero esa inversión puede resultar mucho más positiva si sale medianamente bien, porque haces un producto que es tuyo, y por tanto puedes sacarle más rendimiento.
¿La novela gráfica te parece ya un formato suficientemente asentado? ¿Terminará por imponerse al álbum tradicional de corte europeo?
Parece que es así. Muchas de las novedades que aparecen mes a mes pertenecen al formato “novela gráfica”, muy entre comillas, porque algunos de ellos no son realmente novelas gráficas. Pero da la sensación de que es lo que vende, es un sello comercial que se aplica a muchos productos, buscando un lector si no nuevo, al menos interesado sencillamente en la lectura, en general. No sé si terminará por imponerse al álbum europeo; la sensación, hoy, es que podría hacerlo, Y, sinceramente, creo que sería una lástima perder esa opción, porque no deja de ser otra opción comercial, un producto de menos páginas pero también más económico, que puede ofrecer otro tipo de historieta, tanto adulta como infantil y juvenil.
¿La crisis está haciendo mucho daño al mercado español?
La crisis sí parece que se empieza a notar. Hay menos lanzamientos, las tiradas bajan y, por tanto, las editoriales pagan menos a los colaboradores (autores, técnicos) por los productos, y en general se lo piensan mucho más a la hora de invertir (lo que es lógico). En general, la sensación que tengo yo es que no sabemos muy bien a dónde vamos, que damos tumbos, y que todo el mundo está “observando” mucho pero “actuando” poco. Con todo, también es cierto que hay “movimiento”, “inquietud”, que algunas obras funcionan muy bien, y que la novela gráfica está aportando títulos de mucha calidad. Estamos, creo, en un momento de impasse.
La penúltima: ¿en qué estás trabajando ahora? ¿Cuál será tu próxima sorpresa a nivel de publicaciones?
Ahora mismo estoy con el coleccionable de ‘TBO’ y con libros para Panini, aparte de algunos cursillos, textos y un club de lectura de cómics. No creo que, al menos próximamente, haya ninguna sorpresa a nivel de libros, porque no salen a cuenta. En las condiciones contractuales de hoy, escribir un libro sobre cómics es invertir mucho tiempo pero recibir una compensación que no lo justifica. Mi problema es que vivo de ello; para mí escribir un libro no es una opción lateral o complementaria, sino vital.
Y la última: ¿el futuro del cómic pasa por el formato libro digital?
No lo sé, la verdad. Ahora mismo pienso que espero que no. A mí personalmente no me interesa el cómic digital, al menos tal y como está concebido en este momento. Para mí el cómic es papel, por la forma de tenerlo, de leerlo, de percibirlo. Si lo trasladas a otro medio es otro medio. “El medio es el mensaje”, que decía McLuhan; pero ya digo que es una opinión muy personal. La realidad es que aunque están dando pasos titubeantes, parece que va a imponerse con el tiempo. Pero, tal y como yo lo entiendo, no puedes percibir una historieta en una pantalla, aunque veas bien toda la página; el hecho de tener el producto en las manos, de “ver” las dos páginas enfrentadas, de pasar una página, tiene que ver con la narrativa y la esencia de la historieta. Pero, ya digo, es como lo entiendo yo, o sea, una persona mayor que seguramente empieza a ver los “adelantos” con ojos esquivos, y que se aferra a lo que ha visto toda la vida. Es lo que tiene ser un dinosaurio.
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