¿Quién enseña a los niños a mentir? ¿Quién le enseña a un niño de 3 ó 4 años a mentir cuando su madre le reprende por haber hecho algo que le había prohibido y niega haberlo hecho? ¿Quién le ha enseñado a mentir? NADIE. La mentira es la reacción natural de su condición de pecador. ¿No se dice que los recién nacidos son inocentes, que son unos angelitos? La Biblia lo niega: “He aquí, en maldad he sido formado, y en pecado me concibió mi madre” (Salmo 51:5). La mentira no es una actitud que se aprende, sino una manera de ser que es fruto de la naturaleza pecadora del niño. Por esto la mentira brota en todas partes.
Debido a que todos los seres humanos somos portadores del virus de la mentira, se resienten las relaciones conyugales por las declaraciones de amor sin amor. Los tratos comerciales se rompen por el engaño. La publicidad engañosa hace perder clientes porque los compradores descubren que el producto comprado no tiene las cualidades presentadas. No es preciso decir que la mentira corrompe la política. Estados Unidos tiene muchos defectos, ¿qué nación no los tiene? , pero valora la sinceridad de sus presidentes y cargos electos. Han tenido presidentes que se han distinguido por los escándalos sexuales, pero no han tenido que dimitir porque se considera el sexo como algo privado, pero han tenido que dimitir cuando se les ha cogido en una mentira. Recientemente Michael Flynn, consejero de seguridad Nacional en el gobierno del polémico Donald Trump se ha visto obligado a dimitir por mentir. En España, debido quizás que con recitar un Padrenuestro y diez Avemarías los pecados son perdonados, se encuentra políticos que con tanta mentira en sus labios sus narices tendrían que haber crecido mucho más que la de Pinocho. Imperturbables, pero, permanecen sentados en las butacas del poder.
Recientemente se ha puesto de moda la palabraposverdad. Antonio Puigverd dice que el diccionario Oxford la escogió a finales de 2016 como la palabra del año, describiéndola “como aquel texto en que los prejuicios, los sentimientos y las opiniones tienen más peso que los hechos objetivables”. Puigverd citando a Luis Racionero dice: “La posverdad es hija de la visión moderna del mundo que proclama la existencia de múltiples y contradictorias verdades”. En el campo concreto de la política cada partido se cree poseedor de la verdad absoluta pretendiendo imponerla a cualquier precio, considerando legítimos todos los medios para conseguirlo. En este sentido Miquel Roca Junyent escribe: “La posverdad es el mejor caldo de cultivo para la mentira instrumentalizada al servicio del juego sucio y no s difícil creer que con el juego sucio ni la libertad, ni la convivencia ni el progreso pueden salir beneficiados”.
Posverdad es un eufemismo para evitar la palabra mentira. Todo lo que la Biblia dice sobre la mentira lo condensa en una breve sentencia: “No dirás falso testimonio contra tu prójimo” (Éxodo 20:16). Los mandamientos de la Ley de Dios no han sido proclamados con el propósito de enseñar que el ser humano puede ganar la salvación cumpliéndolos a rajatabla. No ha existido, ni existe, ni existirá ninguna persona que pueda cumplir el Decálogo al pie de la letra. Su propósito es hacer ver a las personas la total imposibilidad de cumplirlo y con ello llevar a las personas a Cristo para que éste con su sangre los lave todos y a la vez con el poder que otorga el Espíritu Santo los aborrezcan y empiecen a desterrarlos de sus vidas y, en concreto la mentira que es el tema de nuestra reflexión.
Tanto el incrédulo como el cristiano redimido por Jesús, ambos son pecadores que transitan por los vericuetos de este mundo. Al llegar a las encrucijadas los cristianos verdaderos siguen los senderos de la obediencia a la Ley de Dios, por dos motivos: el uno porque tienen conciencia de que la mentira, por alguien considerada pecado venial, travesura infantil sin importancia, no deja de ser la infracción de uno de los mandamientos de la Ley Dios, de gran trascendencia: “Porque cualquiera que guarde toda la Ley, pero ofende en un punto, se hace culpable de todos“ (Santiago 2.10). A los ojos de Dios el mentiroso se asemeja al adúltero, al ladrón al homicida…La mentira no es una trasgresión que se pueda reparar recitando de carretilla un Padrenuestro. Para deshacer su perversidad fue imprescindible que Jesús muriese en la cruz para perdonar este pecado. El creyente verdadero ama la Ley porque ama al Legislador. Con la ayuda el Espíritu Santo el creyente mantiene una lucha encarnizada contra el pecado que le asedia. Como buen jardinero que es controla la presencia de la mentira en su corazón y ante cualquier brote que aparezca se apresura a extirparlo. La lucha contra la mentira es una serie de batallas que no finalizará hasta el día de la resurrección.
Los verdaderos cristianos a partir del día de su conversión a Jesús transitan por el camino estrecho que conduce a la Vida por el que pocos transitan. En el cruce, los incrédulos siguen por el opuesto que han tomado los cristianos, el de la manga ancha, en el que no hay ley. No hay pecado. Todo es lícito. Impera la degradación moral. La mentira con su enorme poder destructivo lo corrompe todo.
En el cruce del camino hay un indicador que señala dos destinos: VERDAD – MENTIRA. El caminante debe escoger el destino.
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