Nada se resuelve al descanso cuando confluyen jugosos objetivos. El Real Madrid estaba inmerso en una carrera hacia el primer puesto de la temporada regular; el Fenerbahçe contaba con propósitos también apetecibles, como obsequiarse una plaza con factor de cancha a favor. En consecuencia, todo se decidió bien adentrado en el encuentro. Concretamente, entre el final del tercer cuarto y comienzo del último acto. En ese lapso de tiempo, Rudy (11 puntos), desde el perímetro, enfiló al Real Madrid; y Llull (16 puntos) ejerció de líder con las canastas que acabaron con el partido físico y táctico de Obradovic. El premio suplementario a un triunfo de prestigio fue en la obtención del liderato matemático en Euroliga, consecuencia también de la derrota del CSKA ante Panathinaikos.
Hasta ese momento se vieron dos cuartos muy diferenciados. El primero, en donde Laso se impuso a Obradovic. La alegría al cuerpo a cuerpo. Donde Laso marcó el ritmo más vivaz para desesperación de Dixon. El Real Madrid corría, hacía su baloncesto sin estridencias. Había más efectividad que brillantez. Y disfrutaba de ventajas. Su puesta en escena estuvo a la altura: 8-3 con dos triples de Llull, uno de ellos marca de la casa. Ya saben. De esos que tira en escorzo y con el reloj pegado a su cuello. Los turcos no se impresionaron. Tomaron aire y devolvieron el parcial situando el marcador a su favor: 8-9. No aprendieron, sin embargo, esta lección. Se dieron un sosiego, aprovechado por Llull y Randolph para otorgar otra ventaja al Real Madrid: 18-12.
Obradovic, más táctica que espectáculo
El espectáculo, a veces, estaba en el banquillo otomano. Obradovic vive los encuentros con su carácter especial: de bronca en bronca. Bien lo sabe Nunnally. Sin duda alguna, se llevó el premio a la más sonora. Otras veces le toca a otro. No era una cuestión crítica, ni mucho menos. El cuarto se había cerrado con un 20-16 y el Fenerbahçe no estaba a gran distancia del Real Madrid. Y hablamos de sensaciones. Sólo había una descompensación basada en pequeños detalles: el porcentaje de tiro de dos (70 contra 50) y la escasa bravura defensiva. No se mejoró lo primero, sí lo segundo. Y el Real Madrid entró en barrena: 4 puntos en más de seis minutos y medio de segundo acto. El parcial, claro: 6-14. El flotador fueron los tiros libres: 5 de 6 intentos. Y que los turcos tampoco se compensaron en ataque, sólo ajustaron el perímetro. Suficiente para irse al descanso con viento a favor: 29-32 (parcial de 9-16).
De Rudy a Llull
No sólo eso. Los turcos estaban preparados para un intercambio de golpes. Si Maciulis acertaba desde el triple, nada más regresar del descanso, Dixon hacía lo mismo a la jugada siguiente. Acciones que minan la moral de cualquier vestuario, excepto de uno: el del Real Madrid. Ni siquiera un mate de Vesely tras una combinación maestra hizo temblar las piernas a los blancos. Y eso que el marcador iba poniéndose contrario: 32-39. Entonces, apareció Rudy Fernández, con dos triples consecutivos. El balear levantó los ánimos. Y encendió a Llull, quién se marcó una de las suyas: cuatro puntos seguidos en dos acciones de poder a poder y triple en contragolpe. Es decir, de un 32-39 se pasó a un 48-43. En un santiamén. El cuarto se selló con un parcial de 19-11. Así es el Real Madrid.
La bronca de Obradovic ya sí tenía sentido (acusó también las ausencias de Sloukas, Datome y Bennett). Tenía el encuentro donde él quería y entre Rudy y Llull estaban dinamitando toda su estrategia. Y el cuarto de desenlace tampoco empezaba con buenas noticias: otro acierto exterior de Rudy. Su firma antes de marcharse a descansar. El escolta había levantado al Real Madrid. Ya era otro encuentro, más parecido al que siempre desea jugar el Real Madrid, alejado de la racanería de Obradovic, de la pelea cuerpo a cuerpo, de la táctica por encima de cualquier otra premisa. Quedaba, no obstante, las rampas más elevadas; había que dar el estirón definitivo. Y qué mejor que un triple de Doncic: 56-50. Con esa exigua ventaja afrontaba el Real Madrid unos últimos, y apasionantes, cinco minutos. Fue tiempo de más tensión que de canastas o juego, y sólo Thompkins firmó un maravilloso dos más uno para sentenciar el triunfo y liderato del Real Madrid en la fase de temporada regular de la Euroliga.
|