El mundo está haciéndose pedazos, mucho vicio, poco aguante, ¿y la bondad?, poca boquita rosada que nada dice más que “hola”, y yo no sé si soy pensamiento o amarilla o caprichosa. Y yo no sé si soy algo diosa o Gabriela u otra cosa.
Y sigo aquí viendo el viento y la distancia que me separa del sol… y las estrellas en el cielo de hielo me dicen que saben cantar, fumar, hablar, engañarme, que orgullo sienten de su condición… y él… que nunca me ha besado, no lo hará ya, gracias a Dios.
Están advertidos… mis ideas no pueden desaparecer, morir, mis deseos de ayudar a los necesitados no se hará invisible, no podemos ser ignorados. “No” a la desdicha del ser que estrecha la mano a un negro, un chino o a un mulato.
Saben que tengo razón, que la justicia divina trabaja por detrás, que a todos lo que hacen mal se llevarán por delante, pues todos tenemos derechos: alimentación, calzado, ilusiones, buen peinado, estudios y un trabajo respetable que nos permita vivir dignamente, sin pedir limosna, sin mal humor, sin lamentarnos, sin compararnos.
Quienes han sabido dar muerte, sin pena ni gloria, no me perdonarán la vida… y debo ser cautelosa. Están advertidos, uno a uno, unos a los otros… adviértanse. No soy culpable, no tiene que pasarme nada, ya que inmensamente vuelo y no vuelvo, vuelo al viento, a las olas que casi son tsunamis…a la luz que me cura y me hace inmensamente feliz. Una fuerza positiva y no negativa, que te da la razón y no te humilla, que está en vigor, en plenitud, en armonía, en soltura, en concordancia, en altura, en cordura, en su mayoría, en asamblea plenaria, en luz perpetua y natural y en las sombra de la tempestad.
Somos la familia Warrely, familias así hay bastantes, pero debería haber más, hay que enseñar a vivir a los que no saben para que no pidan limosna toda su vida, porque hay negocio, claro que puede haber negocio detrás de toda hipotética buena acción y eso es lo que hace doler los huesos y retorcerse el ánimo.
No la las guerras, no al hambre ni al odio entre naciones, la familia Warrely lo pide y lo justifica porque después de luchar por la causa la paz interior es muy grande, la vida se ve de color rosa y te sonríen los claveles, todo te será más fácil y morirá lleno de alegría y con los brazos abiertos los seres divinos te esperarán, con un pedazo de bizcocho con nata, de ese tan rico que preparaba mi abuela.
Luces, cámara y ACCIÓN. Comienza el rodaje de una nueva película, aquella en la que debemos participar para acabar con el hambre en el mundo. Aquella que nos hará realmente libres y felices. Que ganará premios y nos dará el mejor premio: paz interior, triunfo y saber que se puede.
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