Los conflictos vienen y van, son parte de nuestra vida. Tener una vida en sociedad implica conflictos, trabajar en equipo implica conflictos, vivir en pareja y familia implica conflictos. Nadie está a salvo de ellos, pero sin embargo sí que podemos tener en cuenta un conjunto de consejos que nos pueden ayudar mucho.
¿Nunca has estado en conflicto contigo mismo/a? Entonces puedes entender que no es muy difícil que tengas conflictos con los demás. La vida son distintos puntos de vista, intereses, opiniones y, por este motivo, el conflicto es un compañero más de viaje.
Vivir sin conflictos es una quimera y, quizás, tampoco sería saludable. El problema viene cuando los conflictos te quitan el sueño.
De ahí que la invitación que me gustaría hacerte no tiene tanto que ver con tener menos conflictos, sino con gestionarlos mejor.
¿Cómo empieza un conflicto?
El conflicto empieza con una diferencia de opiniones o con una persona que “enciende un fuego” como comunmente solemos decir. Hay personas que utilizan un lenguaje poco saludable con los demás y, sin darse cuenta, utilizan la ironía, el desdén, la culpa o el victimismo para comunicarse. También el cansancio o el estrés hace que muchas veces no nos comuniquemos desde nuestra mejor versión.
En estas situaciones, es bien fácil que empiece a arder la llama del conflicto, ya que se trata de una energía que suele ser muy tóxica. Uno de los pasos previos antes de la gestión del conflicto sería la no creación del mismo. Para ello, te invito a repasar tu forma de comunicar, a recibir feedback de otros sobre tu forma de expresarte cuando existen diferencias y a mejorar tu forma de conectar con los demás cuando las cosas se ponen difíciles.
Básicamente, la creación de conflictos serios nos viene de nuestra respuesta instintiva y emocional, (cerebro reptiliano y amigdalino), que provoca un secuestro amigdalino que nos impide utilizar nuestra razón para gestionarlo y nos invita a dejarnos llevar por la emoción.
Cuántas más heridas emocionales tengamos de nuestra infancia o tiempos pasados y más miedos gobiernen nuestras vidas, tanto más conflictos crearemos sin darnos cuenta.
¿Qué hacer frente al conflicto?
Una vez que un fuego está encendido es difícil apagarlo. Mediante la comunicación que se tenga en esos momentos depende de que el conflicto vaya a más o vaya a menos. Si el conflicto va a más, puedes esperarte lo peor… El ser humano puede ser tremendamente irracional.
Aquí te muestro un conjunto de consejos para gestionarlo. También es cierto que si la persona/as con las que estás en conflicto no te importan demasiado o no comparten tu vida, lo mejor a veces es darse media vuelta y pasar de largo. Pero generalmente los conflictos que más nos ocupan son con personas que nos importan y conviene construir la vida que queremos con ellos, no destruirla ni ir a peor.
1. Aceptar el conflicto
Lo primero que tenemos que hacer si vemos aparecer en nosotros o en los demás síntomas de conflicto es aceptarlo tal cual viene, no rechazarlo, no resitirnos y sobretodo “no reaccionar”. Ante un comentario de otra persona muchas veces nos apetece tener una reacción, una respuesta en modo defensivo o atacante hacia la otra parte, propia de nuestro yo más instintivo y emocional.
Aceptar que estamos en conflicto ya es una forma de mejorar la gestión del mismo.
Es importante también que seas consciente de si se trata de un conflicto muy frío o muy caliente. Especialmente los conflictos más calientes suelen ser peligrosos y conviene poner en uso todas estas habilidades.
2. No alimentar más el fuego
Si el fuego ya está encendido, una habilidad importante es no echar más leña. En el conflicto es bien fácil que nos apetezca defendernos de las acusaciones de la otra parte y, mientras lo hacemos, en realidad estamos echando más leña al fuego con comentarios que pueden ser hirientes.
Encender un conflicto ers muy fácil, ya que sólo tenemos que dejarnos llevar por nuestra respuesta instintiva. Lo difícil es mitigarlo antes de que sea demasiado tarde.
3. Apaciguar las aguas
La capacidad de calmar las aguas es necesaria para gestionar los conflictos que tenemos, ya que, como he comentado, encenderlos es muy fácil.
Utilizar un tono de voz calmado y pausado y hacer gestos suaves con las manos (sin señalar ni hacer ruidos con éstas) ayudará a que podamos calmar a la otra parte.
4. Céntrate en cómo te sientes
A la hora de hablar de los sentimientos, no hables de los sentimientos de la otra parte, simplemente trata de entenderlos. Sin embargo, en lo que a ti concierne, permítete hablar de cómo te sientes. Esto puede ayudar a que las distintas partes hablen desde su parte más humana y vulnerable sin lanzar acusaciones a los demás.
“He sentido que me dejábais de lado…”
“Me he sentido muy incómodo ante la situación”.
“Me siento triste al pensar que…”
“Me he sentido agredido cuando has dicho que…”
Serían sólo algunos ejemplos.
5. En positivo, sólo en positivo
Para conseguir que el fuego no se encienda más y que sin embargo sí podamos dialogar sobre el conflicto, conviene que nos centremos en una comunicación saludable y en positivo.
Piensa si lo que vas a decir es constructivo y aporta algo hacia la resolución del conflicto.
Una comunicación positiva se tendría que centrar mucho más en el futuro que en el pasado, en lo que queremos ser, más que en lo que hemos hecho o sido.
En la resolución del conflicto a veces hay reproches y esto hace que las cosas vayan a peor. Son nuevos fuegos que se encienden. Céntrate en una comunicación en positivo, si lo que vas a decir no nos ayuda a salir del conflicto, no lo digas.
6. Escucha y entiende, aunque sea en parte
Uno de nuestros principales errores en el conflicto es centrarnos demasiado en nosotros mismos y muy poco en la otra persona. Escuchar al otro y darle un espacio para que se exprese es toda una habilidad.
Este espacio de escucha y entendimiento tiene que ser amplio, tiene que “vaciar” del todo a la otra persona, y hay que invitarle a que hable de lo que le ocurre tanto como pueda.
En ese espacio de escucha prestaremos atención a no reaccionar (nos apetecerá mucho) y sobre todo a, si escuchamos comentarios hirientes, irónicos o cualquier tipo de falta de respeto, decir “por favor, no hables así”, “por favor, vamos a respetarnos en la forma de hablar”. Para lograr que no se enciendan más fuegos y que la otra parte sea consciente de cómo se comunica con nosotros.
7. Acercarse
Buscar la cercanía será importante para poder gestionar mejor un conflicto, especialmente cuando ya nos hemos expresado lo suficiente. Desde lo lejos, todos somos muy enemigos, pero en las distancias cortas se nos caen las defensas. Gestos tan simples como decir “Nos tomamos un café” o si es un conflicto de pareja, hacer o decir cualquier muestra de cariño hacia el otro puede funcionar para que bajemos las defensas.
8. Ceder es la única forma
No he conocido ningún conflicto que se resuelva sin que ambas parte cedan algo.
Todos queremos tener razón y lo peor de todo es que queremos tener el 100% de razón.
En coaching de equipos tenemos una máxima “Todo el mundo tiene razón, en parte”. Saber en qué cosas no tenemos razón y reconocer que no hemos hecho bien, es la mejor forma de empezar a caminar hacia la paz.
Las puertas del paraíso (como contaba en este pequeño cuento) se abren en el momento en el que una persona decide no utilizar su fuerza contra la otra, reconoce que no ha sido 100% perfecta en el conflicto y empieza a dejar su ego de lado.
Aprender a reconocer los errores cometidos es la mejor forma de gestionar un conflicto.
9. Pedir perdón por lo que no hayas hecho del todo bien.
Pedir perdón suele ser necesario siempre que estamos en conflicto ya que, de alguna u otra forma, hemos metido (aunque sea un poco) la pata.
Nuestro ego se interpone entre nosotros y nuestra capacidad de pedir perdón.
No es fácil poner en práctica estos 9 consejos, pero te puedo asegurar que si los aprendes, aunque no te libres de los conflictos (porque es imposible), al menos sí que sus consecuencias no serán tan graves.
El conflicto nos hace aflorar nuestra peor cara, nuestro lado más animal, salvaje e irracional, ese que también tenemos. La gran habilidad es reconocer que también eres un ser irracional y no dejarte llevar por las emociones o instintos, utilizar la razón, esa que también va en tu ADN.
Si quieres profundizar un poco más en un conflicto con otra persona, te invito a descargar y utilizar esta hoja, rellenándola por ti mismo/a.
Que tengas un gran día.
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