Real Madrid contra Valencia. La experiencia del campeón contra esa ilusión desbordante de un grupo de jugadores inexpertos en estas citas. El cuadro de Valencia celebraba la segunda final de su historia en Liga Endesa. Su primera presencia, en 2003, acabó en escasa pelea contra un poderoso Barcelona. Busca, en consecuencia, hacer historia, con el premio de saberse ya en la élite europea del baloncesto. Ganar, sería la guinda a una temporada de finales perdidas: Copa del Rey y Eurocup.. Enfrente, el Real Madrid, que amén de ser el defensor del trofeo, festeja su sexta final consecutiva, en tantas temporadas como Laso de entrenador, aspirando a su tercer doblete consecutivo, y que de hacerlo rompería una sequía perenne desde 1986.
Nada de esto importó en cuanto se movió el balón. Ni pesó esa supuesta responsabilidad de saberse favorito por historia (el Real Madrid) ni del aspirante en terrenos desconocidos (Valencia). Se dibujó un atractivo primer cuarto, con un marcador de aficionados (21-21). Los ataques gobernaron a las defensas. El Valencia, con un juego más interior (con Sikma como el más efectivo con 9 puntos) y defensa intensa con ayudas constantes, contuvo al Real Madrid, sustentado en tres jugadores: Rudy (9), Llull (7) y Ayón (6). Se trató de un acto de tanteo, de verse las caras, de verse las fuerzas, de verse las tácticas sorpresivas.
Rudy, hiperactivo y con confianza
Rotos en sudor, entonces, comenzó otro encuentro. Más táctico. Las defensas fueron sacando músculo y costó en verse nuevos puntos. Costó hasta casi tres minutos que el balón empezara a entrar en los aros. Cuando lo hizo, el Real Madrid mostró su fondo de armario. Repleto de artistas y tiradores su segunda línea de juego. Fueron los minutos de Reyes, Taylor (con confianza y actitud defensiva) y Carroll; en consecuencia, fueron viéndose las máximas ventajas blancas: 33-29; 36-31 y 40-33. El ataque era fluido y su defensa carburaba complicando las selecciones de tiro del Valencia. Era un momento clave. El Valencia optó por engancharse. Apretó los dientes, se benefició de errores blancos en el tiro y dos de sus jugadores franquicia asumieron galones: Rafa Martínez y Dubljevic. Al descanso, todo equilibrado: 43-43.
A base de triples comenzó el Real Madrid el tercer cuarto: dos seguidos de Llull más uno anterior de Randolph: 52-46. Nuevamente, el Valencia, ésta vez con San Emeterio, volvió a frustrar otro estirón local. Se alcanzó el ecuador del cuarto sin apenas novedades. Fuerzas y tensiones equilibradas, así como aciertos y errores. Ambos equipos eran más que conscientes que un simple resbalón inclinaría el encuentro hacía un lado u otro. O quizá fuera un jugador el que marcara alguna diferencia entre una zona de igualdad. Y ese fue Rudy Fernández: 8 puntos (16 hasta ese momento en su casillero) en el cuarto e hiperactivo. Y con confianza. Hacía tiempo que no hacía sus características entradas a canasta. Dichosa espalda. Puso en ventaja al Madrid. A ello se sumó Llull. Y el tercer cuarto se cerró con un 65-59 en favor del Real Madrid.
Y, nuevamente, el Valencia, con canastas de Dubljevic y Thomas, reestablecía el equilibrio: 67-67. Sin esfuerzo. Y hasta se ponía arriba: 69-70. Faltaban más de 7 minutos. Al todo o nada en un suspiro. El partido ‘corto’ comenzó con dos triples: Carroll y Doncic (74-70). Con esos aciertos desde el perímetro, el Real Madrid ya superaba la docena, y ya se sabe, si anota más de diez, acaba ganando. Seis minutos tenía el Valencia para variar el rumbo. Y en ello estaba hasta que Rudy volvió al juego para elevar al Real Madrid: 83-78 (a falta de tres minutos). No era definitivo. Dubljevic ajustó el marcador (85-81) y Sastre perdió dos tiros libres en las cercanías del último minuto. Randolph erró un triple, Taylor lo corrigió en defensa con un tapón y Llull, cómo no, puso la firma (canasta en penetración y ‘robo’ en defensa) al primer triunfo del Real Madrid en la final de Liga Endesa.
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