Como alguna vez lo señalara el emblemático periodista norteamericano Isidor Feinstein Stone, todos los gobiernos están dirigidos por mentirosos, y nada que salga de ellos debe ser creído. Lo mismo podría señalarse de los periodistas al servicio de los mismos, pues como lo señalara uno del gremio, el antiguo jefe de staff de The New York Times, John Swinton, la prensa independiente no existe. “Se me paga semanalmente para mantener mis opiniones sinceras lejos de la publicación con la que estoy vinculado”, confesó una vez ante el pleno del Club de Prensa de New York.
Cuando se habla de la prensa sensacionalista paraguaya, como nunca resuena la cruda confesión de Swinton: “Somos herramientas y vasallos de los hombres poderosos que actúan detrás de la escena. Somos las marionetas que saltan por medio de un hilo; tiran de la cuerda y nosotros bailamos. Nuestros talentos, nuestras posibilidades y nuestras vidas son propiedad de otros hombres. Somos prostitutas intelectuales”.
Si alguien quisiera tener una caricatura de todo lo expresado, con todos los defectos de esta sentencia acentuados a niveles inverosímiles, podría visitar el Paraguay, conocer a su presidente Fernando Lugo y a la prensa que lo defiende para comprender la verdad en toda su dimensión.
Libreto sensacionalista
Si algo no puede negarse, es que todo lo relacionado con el cura Fernando Lugo lleva el sello inconfundible de la prensa sensacionalista. Desde su supuesta imagen de impoluto referente moral que abusaba de menores indigentes en su obispado, o supuesto teólogo de la liberación de quien hoy ni Leonardo Boff quiere hacerse cargo, hasta su faceta de marxista y bolivariano obispo de los pobres al servicio del imperialismo y la oligarquía.
Nada en Lugo es serio, por lo que no resulta extraño que su vocero oficioso sea el sensacionalista diario Popular, donde varios escribientes lacayunos deslizan sus notas grotescas para desacreditar a los adversarios del régimen arzobispal con muy mal disimulada chabacanería.
En ese contexto, Hortensia Morán, consultada por nuestro sitio Web, desautorizó a la publicación que dicho diario tituló "Yo no escribí que Lugo ordenó echarme de bailando", en alusión a un programa de entretenimiento copado por adulones y cortesanas del libidinoso cura.
Al respecto, Hortensia nos puntualizó que "Es un diario que siempre tergiversa los dichos, sigue el libreto luguista para empañar mi imagen y mi reputación. Sabemos a los intereses que responde, de gente que hace negocios de mucho monto con el gobierno. Fernando Lugo les hace el libreto, no piensan con su propia cabeza" .
Empresarios vinculados a dicho matutino sensacionalista se encuentran involucrados en negociados del rubro juegos de azar con el gobierno del cura Fernando Lugo, de la misma manera que su pasado está marcado a fuego por fortunas sospechosas crecidas al amparo de una sangrienta dictadura y gobiernos corruptos.
En la entrevista que Hortensia desautoriza, el diario de marras le plantea la pregunta: "¿Y pensás que al Presidente Fernando Lugo le importa que vos estés sobre un escenario bailando?"
De acuerdo a la versión que Hortensia desautoriza y califica de falsa, el diario pro-luguista le hace responder que "Ni se me pasó por la mente, tiene mil cosas más de qué preocuparse para que le moleste una cosa así". Es decir, Hortensia se insulta a sí misma por defender a su principal adversario, el clérigo-presidente. Al respecto, Hortensia señaló textualmente a nuestro requerimiento que , "Jamás dije tal cosa. Todos saben estoy marcada por Lugo, me persiguen, me hostigan todo el día en mi guardería, por teléfono, hasta me dijeron que me pueden secuestrar y culpar al EPP".
El rotundo desmentido a las versiones luguistas no era necesario, considerando lo poco serio y conocido de las falacias que cotidianamente el medio pone en circulación, renegando de su propia identidad de pasquín dedicado a las tonterías para intentar inmiscuirse en política.
Evidentemente, se les antoja más creíble su libreto luguista si está en la boca de Hortensia, dado que conoce su escasa credibilidad propia.
Ya lo había sentenciado Swinton con claridad: “El trabajo del periodista es destruir la verdad; mentir categóricamente; pervertir, vilipendiar; actuar servilmente a los pies de Mammon y vender a su país para ganarse el pan diario”. Y conste que quien lo dice nunca conoció la prensa de Paraguay.
|