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EL ADN de Fernando Lugo por una estancia

La inmensa fortuna que logró amasar el abogado de Fernando Lugo no condice con lo que reditúa un sencillo juicio por paternidad irresponsable
Luis Agüero Wagner
miércoles, 16 de noviembre de 2011, 08:21 h (CET)

Como lo afirmara con infinita sabiduría el doctor Juan G. Granada, en el Paraguay alcanzar el poder siempre equivale a cambiar de fortuna, domicilio, amigos, y asistir a reuniones donde nadie tiene opinión diferente a la propia.  Por lo general, la fortuna también alcanza a los compañeros de ruta e incluso a los abogados que se encargan de adulterar pruebas de ADN, como sucedió con el abogado de Lugo asignado a blanquear al cura de la acusación de paternidad irresponsable que hiciera Hortensia Morán.

Con las publicaciones de la inmensa fortuna que logró amasar el abogado Marcos Fariña, poco margen queda para las especulaciones en las que quisieron sumergir a uno de los muchos hijos no reconocidos por el cura Fernando Lugo,  quien tuvo el suficiente estómago como para falsificar pruebas “científicas” para no reconocer a su propio hijo.

¿Cómo explicará mañana a su hijo Juan Pablo, cada día más parecido a él al punto que la prueba de ADN resulta innecesaria, que intentó negarlo cambiando su propia sangre por una estancia?

La conspiración del ADN adulterado

En abril de este año, como un fantasma, una noticia recorrió el mundo: la justicia puso en duda una displicente prueba de ADN realizada al cura Fernando Lugo, sin procedimientos que revistan el mínimo de seriedad. Si se analiza el procedimiento seguido en la toma de muestras, su transporte y custodia, puede decirse con seguridad que las pruebas son menos creíbles que un cura con hijos.

Hortensia Morán logró entonces que la Cámara de Apelaciones de la Niñez y la Adolescencia indague a los tres  laboratorios sobre las pruebas de ADN que realizaron para comprobar si el presidente Fernando Lugo es o no padre de su hijo de dos años.

La Cámara resolvió convocar entonces a los responsables de los tres laboratorios, cuyos resultados que descartaron que el presidente Fernando Lugo sea el padre del hijo de dos años de Hortensia Morán, están ahora más que nunca bajo sospecha.

Como expresara en su muy leída columna la periodista Carla Fabri “Para salirse con la suya y en el momento que le convenía, el poderoso recurrió a la ciencia, que es la otra forma de religión de quienes tienen su fe puesta en las “pruebas irrefutables”. No le cuesta nada hacerle trampa a la fe científica, a alguien acostumbrado a hacerle trampa a la fe religiosa.

Luego de huir desesperado de la prueba por casi dos años, finalmente Lugo aceptó a fines del 2010 a someterse al examen de rigor. Acababa de volver del Brasil, de una sesión de quimioterapia atribuida a su grave linfoma en fase 4.

Cabe aclarar que el laboratorio es solamente responsable de examinar las muestras que les son dadas, porque no hay manera de saber con absoluta seguridad si las muestras que reciben para analizar corresponden a una identidad determinada. Pueden darse fallas en la custodia del transporte. Por eso hay centros de análisis clínicos que exigen que la toma de la muestra se haga en el mismo laboratorio. Cuando no es así, muchos laboratorios aclaran que estas pruebas no pueden usarse en una corte legal.

Una cobertura mediática digna de los funerales de Diana Spencer se encargó de cubrir la revelación de las “irrefutables” pruebas científicas, pero de unas muestras dudosas. El ADN, es bien sabido, es una prueba infalible pero si se tiene una certeza absoluta que las muestras pertenecen al investigado.

Acto seguido – relata Carla Fabri- los abogados que se habían acercado a ofrecer sus servicios gratuitos a la madre desistieron de la defensa, no presentaron apelación y dejaron abandonada a su suerte y con deudas, a una mujer humilde, trabajadora, sin respaldo de ninguna clase de poder, que tuvo la valentía de exigir que reconociera la paternidad de su hijo a la más alta autoridad. No hay duda de que la madre y el hijo son la parte débil de esta historia.

Como Juana de Arco, Hortensia Morán terminó en la hoguera encendida por medios que buscaban blanquear al cura con miras a las elecciones municipales de noviembre de 2010. Paralelamente, oscuros pactos políticos se tejieron en la penumbra entre el partido de los abogados que abandonaron a Hortensia, liderado por el militar retirado Lino Oviedo, y el cura Fernando Lugo.

De cualquier manera, el operativo de prensa no resultó. Lugo figuró en las elecciones municipales de noviembre de 2010 apenas como jefe de los principales derrotados, y todos los indicios y encuestas parecen indicar que desempeñará el mismo rol en el 2013.

Mi ADN por una Estancia

Finalmente, esta semana se reavivó la polémica del caso del ADN adulterado a raíz de las publicaciones de una investigación de la periodista Mabel Renhfeldt, donde se desnuda la inmensa fortuna que logró amasar como ganadero el abogado de Lugo en los casos de paternidad irresponsable.

Tiempo  antes, otros periódicos y otros periodistas habían descripto cómo el letrado había logrado nombramientos con multimillonarios cargos en oficinas públicas, o cómo había dispuesto de viviendas y terrenos fiscales para silenciar otros escándalos de faldas en los cuales se encontraba envuelto su jefe.

Evidentemente, muy a pesar de los fanáticos incondicionales del “carismático” cura de los hijos no reconocidos, todavía queda mucha tela que cortar en la historia del misterioso ADN adulterado.  Es que como lo advirtiera el filósofo contemporáneo Woody Allen con inigualable agudeza, lo difícil de determinar la existencia de vida en otros planetas es que en ese caso hablamos de ácidos nucleicos, los cuales no dejan ni siquiera verse en las fiestas.

En el caso de los ácidos nucleicos del cura Fernando Lugo, evidentemente, ni siquiera dejan verse en las pruebas de ADN.

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