WASHINGTON -- . Ha leído bien. Si el Congreso simplemente no adopta ninguna medida de aquí al 1 de enero de 2013, las bajadas tributarias tramitadas con el Presidente George W. Bush expiran, 1,2 billones de dólares en recortes presupuestarios salen adelante bajo los términos del acuerdo del techo de la deuda del verano pasado, y también desaparece un amplio abanico de privilegios fiscales más. ¿Todavía está usted seguro de que "el fracaso" del supercomité legislativo a la hora de llegar a un acuerdo será un desastre sabiendo esto? En un mundo ideal, por supuesto, los congresistas razonables se pondrían de acuerdo en torno a una batería equilibrada de recortes del gasto a largo plazo y subidas de los impuestos para empezar a dominar el déficit, batería acompañada de medidas cortoplacistas encaminadas a impulsar la economía. Pero el compromiso genuino no puede tener lugar porque los Republicanos se niegan a aceptar cualquier subida tributaria significativa. No se trata de una declaración partidista. Es la descripción de los hechos simplemente. Es desesperante que los medios estén tan desesperados por evitar ser tildados de "izquierdistas" que no puedan describir la situación tal como está. Los Demócratas han puesto sobre la mesa enormes recortes del gasto público -- y siguen ofreciendo cada vez más. Todo lo que piden a cambio los Demócratas es que los recortes se compensen con algo de recaudación. Al rechazar estas ofertas, los Republicanos inducen a los Demócratas inquietos por alcanzar un acuerdo -- cualquier acuerdo -- a seguir ofreciendo más. El enfoque Republicano es irresponsable y erróneo, pero como estrategia de negociación es brillante. Como destacaba esta semana mi colega del Washington Post Ezra Klein: "Durante el último año, los Republicanos han aprendido algo importante de negociar acuerdos presupuestarios con los Demócratas: si la oferta no te gusta, sólo hay que esperar un par de meses". Por último, los Republicanos decidían que les hacía falta parecer algo flexibles. De manera que presentaron 300.000 millones de dólares en presunta recaudación nueva fruto de una reforma fiscal prometida dentro de un plan que también incluye una propuesta de bajar los impuestos a los ricos. Hay muchas más bajadas de impuestos que recaudación pública. El congresista Republicano de Texas Jeb Hensarling, el representante Republicano en la dirección del supercomité que dijo el martes que era la oferta definitiva del Partido Republicano, reculaba la tarde del miércoles declarándose abierto a más ideas. Hasta los Demócratas propensos a capitular saben lo bochornoso que sería acceder a un acuerdo así. Y los militaristas del déficit centristas de referencia deberían agradecer que se tumbe un acuerdo así. Lo que quieren hacer los Republicanos en la práctica es hacer permanentes el 90 por ciento por lo menos de las bajadas tributarias Bush. Esto sólo dificultaría mayores reducciones en el futuro. Ahí es donde interviene la estrategia de cruzarse de brazos. Defendida a principios de este año en el New Republic por el redactor del New York Magazine Jonathan Chait, parece todavía mejor a estas alturas a causa de los recortes del gasto público programados que saldrán adelante si el supercomité no toma medidas. Ahora mismo, el congresista Republicano Hensarling sugiere invertir las reducciones en defensa prometidas. Es una oportunidad para desafiar a los falsos militaristas del déficit que hay entre los conservadores: si el gasto militar es tan importante, ¿por qué no están dispuestos a pedir a los estadounidenses más ricos que lo financien con impuestos ligeramente más elevados? La perspectiva de 7,1 billones de dólares en subidas tributarias con unos cuantos recortes que comenzarían en enero de 2013 (gracias a Jim Horney, del Centro de Prioridades Legislativas y Presupuestarias, por guiarme con los números) debería de alentar a cada enemigo del déficit dispuesto a lamentar un fracaso por parte del supercomité. Dado que el grueso de los 7,1 billones sale de subidas automáticas de la recaudación, el poder en las futuras negociaciones se desplaza en favor de los que buscan el equilibrio entre subidas de los impuestos y recortes del gasto público. No hacer nada no es una opción cuando hablamos de creación de empleo. El Congreso sigue teniendo que intervenir. Pero con el déficit, la ausencia de medidas podría conducir a la acción más despierta después. Sí, esta estrategia funciona mejor si el Presidente Obama sale reelegido. Pero si los Republicanos se hacen en 2012 con el gobierno federal entero, quedaría en sus manos implantar los draconianos recortes exigidos para proteger de las subidas de los impuestos a los estadounidenses más ricos. Ningún moderado o progresista debería querer ser cómplice de esto. Un acuerdo equilibrado sería estupendo pero a estas alturas es imposible -- y no a causa de alguna "disfunción" legislativa difusa de las que les gusta hablar a los medios. Las políticas fiscales cuerdas son bloqueadas porque una de las formaciones se niega a aceptar la necesidad de invertir los excesos de las bajadas de los impuestos de 2001 y 2003. Si el Congreso no hace nada, esas bajadas de los impuestos desaparecen. Ésa es la razón de que "el fracaso" por parte del supercomité a la hora de tramitar un acuerdo profundamente desequilibrado suponga en realidad la victoria de la reducción sensata del déficit.
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