Los bancos tampoco dan créditos hipotecarios a quienes los necesitan para ponerse a vivir en una vivienda digna. Y, sin embargo, los bancos están acumulando miles de viviendas de promotores y particulares que cayeron en sus propias crisis particulares. Doble problema: los bancos con viviendas vacías que lastran sus balances y que solo mantienen su valor para no destrozar sus cuentas de resultados. Y, por otro lado, mucha gente sin poder acceder a una vivienda, por miedos propios a invertir y que el día de mañana no puedan afrontar los pagos del préstamo hipotecario; o bien porque un analista de riesgos de Madrid o de Sabadell, considera que, otorgar préstamos en estos tiempos revueltos, no lo puede asumir su entidad bancaria.
En el ajedrez esta situación se llamaría “enroque”. El rey que se ve fuertemente amenazado hace una jugada estratégica por la que eventualmente bloquea el ataque del enemigo. Aquí, no obstante, ambos problemas son el enemigo: hay viviendas vacías y gente que necesita ocuparlas. Pero nadie articula un ataque al problema que rompa esta situación de enroque.
A parte de pensar cómo se van a pagar los sueldos de los funcionarios de los próximos meses, las administraciones municipales y autonómicas podrían jugar activamente para romper esta situación de bloqueo. Por ejemplo, interviniendo en el mercado inmobiliario para activarlo, mediante convenios o creación de empresas mixtas con los bancos en los que estos se reservaran la propiedad (y el valor en sus balances) pero cedieran el uso o alquilaran su parque inmobiliario vacío a la administración, y esta ofreciera su garantía pública y los realquilara como viviendas sujetas a alguno de los regímenes de protección pública. Por ley, esta opción podría ser hasta obligatoria para los bancos. Y estos no perderían.
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