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Déjà vu

Ahora que estamos alcanzando la singularidad temporal, todo lo que vivimos parece que es igual a lo vivido
Ángel Ruiz Cediel
jueves, 9 de febrero de 2012, 10:59 h (CET)
Fue en la época sociata de allá de los ochenta y noventa cuando se comenzó el recorte de las libertades civiles y laborales, se inició la liquidación y derribo del tejido industrial español, convirtiendo a España en este país de servicios y meublés que es, se saqueó el Estado hasta el punto de que no había día que no estallara un escándalo multimillonario o el de algún que otro ministro o alto cargo que estaba con los dedos metidos donde no debía, se trapicheó con la ETA (en aquel entonces con la Guerra Sucia), los tribunales no daban abasto con las corruptelas y choreos de todo quisque con algún poder…, y no pasó nada. Vino después un periodo de pseudotranquilidad que enseguida se resolvió con la entrada en guerras que no eran nuestras, en alianzas que no eran nuestras, perdimos lo que nos quedaba de identidad nacional en beneficio de una Europa que no es nuestra, se ahondó en la pérdida de derechos que comenzaron sus socios sociatas, se liquidó lo que quedaba del tejido industrial, España fue más país de servicios y meublés para extranjeros, los españoles menos españoles  y con menos derechos, se prosiguió la llamada a los desheredados del mundo para que vinieran a rebajar la cresta de los trabajadores españoles…, y no pasó nada.

Hoy, con otros personajes y otras circunstancias pero con los mismos actores genéricos, sucede exactamente lo mismo, y, cuando leo que tal o cual cosa sucede, que se atraca al Erario como si tal cosa, que se dice desde el pináculo del poder que “el dinero público no es de nadie”, acaso reclamando así el derecho a quedárselo aquél que tenga acceso a él, y cosas por el estilo, pues como que me parece que estoy inmerso en un bucle del tiempo y que todo lo que vivo es una reminiscencia o es un déjà vu. Tan es así, que aunque los juzgados estén saturados por choris de mucho empaque, aunque los partidos estén encenagados en unas corrupciones galopantes que han volatilizado ingentes dineros públicos –de ésos que no son de nadie… que no sean de ellos-, y tal, pues que sé, porque es como algo vivido ya, que no pasará nada de nada.

Pues así justamente está la cosa, como algo ya visto y ya vivido, o como si este chori de hoy o este ministrillo que ahora visita los tribunales, fuera el otro chori de ayer que se ha operado o así. Los mismos atracos, las mismas manguncias, los mismos trinques, el mismo afane generalizado, las mismas soflamas al populacho, las mismas mentiras, las mismas expoliaciones y el mismo silencio borreguil de una ciudadanía que, sin embargo y aunque la sigan asaltando y recortando derechos, sigue votando exactamente igual exactamente a los mismos. De nada vale que nos engañen con pánicos inventados, con crisis inventadas (para recortar derechos y sueldos), con medicamentos que palian pandemias inventadas, con locuras delirantes de políticos que parecen haber perdido el juicio, las mismas mil millonadas desaparecidas, y las mismas atrocidades contra los derechos y las libertades, sólo que multiplicadas como en una geometría de fractales que crece vertiginosamente en virtud de la misma ecuación. Un déjà vu, ya digo.

O a lo mejor no es sino la confirmación práctica de la existencia real de la ousía platónica, la esencia misma de las cosas que, como no puede ser de otro modo, se manifiesta de la única manera que puede hacerlo, pues que se trata, gobierne quien gobierne, de la misma cosa, y ya se sabe que una cosa sólo puede manifestarse como es. Ni más ni menos. Así, no es que vivamos algo parecido, sino que vivimos exactamente lo mismo, quién sabe si porque no hemos aprendido la lección y, lógicamente, hay que repetirla.

Algo que es un poquitín más simple de lo que puede parecer a simple vista, porque si se trata de la misma cosa lo que estamos y lo que hemos vivido con anterioridad, ya sabemos en qué desembocará todo esto: en nada, en cuanto se refiere a las culpas y responsabilidades penales de esta panda de vivales, y en que entraremos enseguida en otra guerra y otras alianzas ajenas, aunque, como dije antes, ahora multiplicadas y de un alcance previsiblemente enormemente más trágico. Esperemos que esa revolución anónima, global, silenciosa y sin líderes ya en marcha de esta sociedad que ya bosteza, porque está comenzando a despertar y a percibir por sí misma la golfería galopante de toda esta peña de golfos, sirva para alterar el camino del precipicio que lleva la situación, siquiera sea empeñándose en que todos ellos, sin excepción, conozcan cómo son los penales por dentro, especialmente los tiburones financieros, políticos, banqueros, choris en general y atracadores del Erario y de los derechos civiles. Pero tengo mis dudas, por más que la aceleración de este movimiento de resistencia esté alcanzando valores vertiginosos.

Sin embargo, entretanto esto no suceda y no se planten los legímitimos gobernantes del mundo que son los ciudadanos ante guerreros, locos, políticos y choris, pues, por más juicios que haya, por más que los medios derramen tinta o escándalos por doquier, por más que sepamos a ciencia cierta que éste y el otro y aquél se embolsaron millones en subvenciones para su peluquería o para una granja de pollos que no existe, que éste y el otro y aquél chorearon millonadas que han remitido a las Caimán con la cosa de las influencias o la información privilegiada o los aeropuertos o las obras que no existen y todo eso, o que éste y el otro y aquél trapichearon en gasolineras para llenar el tanque de su latrocinio o que dieron el queo a los pistoleros etarras o que desguazaron los trenes para que no se conozca la movida del 11M, como que no va a a pasar nada de nada de nada, como entonces tampoco pasó nada de nada, sino que hoy, ¡cosas de la vida!, les tenemos por ahí, por esos mundos de Dios, incluso a alguno de ellos convertido en Sabio de Europa, quién sabe si dando lecciones sobre lo que es la ousía política y lo rematadamente inocentes que son los ciudadanos, quién sabe si por efecto del mercurio que han inoculado a la población a través de las vacunas.

Así está la cosa, desengáñese y siga pagando. Nadie va a pagar por esto, y, mucho menos, devolver un céntimo que con el sudor de su ingenio y sus dedos largos se guardó en los bolsillos propios y de los suyos, por más que el montante total de aquel latrocinio y de éste sea algo superior al PIB nacional de los próximos años. Como dicen en Argentina, que de esto saben lo suyo, “mejor que no nos gobiernen: con que no roben, ya tenemos bastante.” Porque el mal no está en el hecho puntual, sino en la esencia de las cosas, y ya se sabe que por sus frutos los conoceréis, que no hay peral que dé manzanas ni melonar que produzca coches, de modo que si la esencia de las cosas, los políticos, sigue siendo la misma excrecencia política, sólo se puede esperar que las cosas se repitan por sí mismas o a nombre de terceros. Esto es lo que ha sucedido desde que el mundo es redondo y rueda por el espacio, al menos mientras los homo-sapiens-un-huevo están sobre el pellejo de este viejo planeta, solo que cada vez será peor. O, si desea ser ingenuo y le va la marcha esotérica, crea mejor que es un déjà vu, que lo mismo se va a Cuarto Milenio, larga su cuento y se saca un pico.

Puedes conocer toda la obra de Ángel Ruiz Cediel: Un autor que no escribe para todos (Sólo para los muy entendidos)

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